Vistas de página en total

27 marzo, 2012

SI ME PERDIÓ FUE PORQUE NO ME QUISO


SI ME PERDIÓ FUE PORQUE NO ME QUISO
No soy celosa. Y siempre me he sentido muy orgullosa de no serlo, puesto que pocas cosas hay tan dañinas en una relación como los celos. Para quien los siente, son una auténtica maldición y  para quien los padece, un asunto que puede llegar a ser hasta peligroso. Es, en todo caso, una losa que aplasta cualquier atisbo de amor y deja el sexo malparado. O sea: no conviene.  No conviene bajo ningún punto de vista.
No soy celosa y, quizá por eso, o por nada, a menudo me he encontrado en el lugar de quien asume las infidelidades del otro como si fuera un impuesto sentimental. O algo así. Como quien paga la autopista. Y siempre he acabado pasando página. No hay nada mejor que dirigir las velas hacia otro lugar donde sople una brisa más amable.
Pero antes de cambiar de rumbo, he compartido cenas con amantes oficiales. He soportado que todo mi entorno supiera lo que yo ni siquiera sospechaba. He observado conversaciones que se quedaban por la mitad ante mi súbita presencia. Mensajes ambiguos en el móvil. Perfumes ajenos. Escusas laborales para desaparecer un fin de semana...Todo eso. Lo consabido.
Nunca he querido entrar en la paranoia de la desconfianza, de las preguntas entre lágrimas, de las llamadas persecutorias a horas imposibles, ni de controlar ningún aspecto de la vida del otro. Eso sí, me he ido sin una palabra. Las explicaciones, en estas cuestiones, sobran, duelen y son, casi siempre, mentira.
No soy celosa, pero he sufrido los celos ajenos hasta la extenuación. ¿De qué? De todo. De otros hombres, por supuesto. De mi trabajo. De mis amigos. De mi familia. De mi casa. De mis hijos. De mis sueños. De mis fantasías. De mis proyectos. De mis viajes. De mi perra, de mis flores, de mis peces. De mis libros. De mis fotos. De ésa blusa. De mi pasado, mi presente y mi futuro. De todo. De mí.
Una sinrazón porque cuando las sospechas, por fin, se hicieron realidad, ya me había ido o sea que no había ningún motivo para sentirse celoso.
Y no con otro precisamente, sino con la brisa de mis pensamientos. Siempre tan amables.

Ayanta Barilli trabaja en un programa radiofónico español basado en un concurso de cartas de amor y es, también, una excusa para hablar y compartir ideas y experiencias sobre el misterio de este sentimiento.

entre todos progresamos trae a su blog esta carta enviada al programa ES AMOR