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13 noviembre, 2025

PARTIDO-ESTADO RECARGADO: ¿QUÉ HACER?

Por Enrique Ochoa Antich / Opinión

Está claro que la amenaza de cambiar la base de la legislación electoral venezolana hacia una más parecida con la de un régimen comunista como el de Cuba que con la de un *régimen democrático liberal representativo como el contenido en la Constitución de 1999* (muy parecido al de la del 61, dicho sea de paso), habla del propósito de consolidar *un sistema de gobierno de partido-Estado* sin eufemismos ni edulcorantes. Sólo una vuelta de tuerca más en un largo proceso de dos décadas. Es la forma de gobierno cuyas bases Chávez comenzó a echar a partir de 2006 cuando cada Poder Público comenzó a estar conducido por un "comisario político" del partido; cuando las gobernaciones que ganaba la oposición eran despojadas de atribuciones, competencias y recursos; cuando la ciudad de Caracas fue despojada de su Alcaldía Metropolitana; cuando se ordenaba desde el Ejecutivo al Poder Judicial la cárcel para jueces, políticos y militares a capricho del caudillo; cuando progresivamente comenzó a desinstitucionalizarse la Fuerza Armada a despecho de la Constitución para irla convirtiendo en componente subalterno del partido; cuando toda la administración pública, también contraviniendo la Constitución, se puso al servicio de una parcialidad política; y un largo etcétera.

Los demócratas tuvimos muchas oportunidades para torcer el rumbo de ese proceso pero la oposición, cuya torpeza parecía facturada por sus adversarios, las desperdició. En particular las hubo en 2016, 2018, 2020 y 2024. La oposición metía la pata y en Miraflores los más extremistas se frotaban las manos. La oposición, en particular la extremista, hizo y deshizo de todo. Rechazó acuerdos. Pidió sanciones. Escogió la ruta insurreccional. Llevó a la muerte a cientos (propios y contrarios). Se abstuvo. Conspiró con otros países en contra del suyo. Y, generalmente, hizo el ridículo. Así arribamos a estos lodos de hoy.

*La última "gracia" extremista

Parece que la "gracia" extremista de convertir el 28J en una amenaza ("Maduro, ven pa'cá, yo lo que quiero es verte preso", Machado _dixit_) y, al hacerlo, *transformar una victoria electoral cantada en una derrota política monumental* (responsabilidad exclusiva de la oposición extremista machadista), se va a convertir en esta _morisqueta_ dictatorialista: más autoritarismo, más represión, más partido-Estado. A lo que la amenaza militar de EEUU contra Venezuela está contribuyendo de manera determinante. Nunca como hoy la oposición estuvo tan dispersa y ruinosa como hoy.

*Tres espacios

Podemos decir que en Venezuela hay *tres espacios, a saber: el chavismo, el machadismo y el resto*.

Un acuerdo entre el chavismo y el machadismo NO ES POSIBLE. Y *el machadismo no tiene capacidades suficientes para derrocar al chavismo por la fuerza* (a menos que Trump le haga caso y corra el riesgo de convertir una intervención militar gringa en una costosísima guerra civil entre venezolanos, costosa para nosotros pero también para EEUU).

Mientras "el resto" no tenga una *representación* política adecuada (no este estuario de pequeños islotes contrarios unos con otros) el juego seguirá trancado y el caos actual se hará crónico. Con el chavismo en el poder por mucho tiempo más, claro está.

Si alguna vez el centro tuviera ese liderazgo que el país pide a gritos pero no encuentra, su prioridad habría de ser *articular un acuerdo con el chavismo*, sin el machadismo como condición _sine qua non_, por un hecho evidente: *el chavismo tiene el poder*. 

*Jugar solo en el tablero: el partido-Estado recargado

Por lo pronto, el chavismo ha decidido _jugar solo en el tablero_, profundizando el *sistema de partido-Estado*. Puede hacerlo. *Tiene con qué*: la F.A. como parte constitutiva de ese sistema, es decir, ideologizada y subalterna del partido; un tercio o un cuarto de la población: la _nomenklatura_ (como la llamaban en los comunismos: el funcionariado burocrático del partido-Estado); las policías, usadas sin tapujos para reprimir y escrutar al "enemigo"; el discurso legitimador de defensa de la patria (frente a la real amenaza gringa: _Thanks, Mr. Trump_, exclaman en Miraflores); y una oposición dispersa y desorganizada, su "arma secreta". Pero claro, esa hegemonía es al precio de sanciones y bloqueo, y, por tanto, presupone la misma situación económica y social actual (destrucción del salario, mengua permanente en los servicios públicos, inflación, etc.).

La única posibilidad de destrancar el juego (y esto puede ser dentro de algunos años, no creo que a corto plazo) es que el gobierno en algún momento necesite un interlocutor en el centro y decida, como pasó en los comunismos, *un acuerdo CON la participación del chavismo y de la oposición democrática en el poder y sin el machadismo* (o lo poco que para entonces quede de él).

*¿Qué pasó en los 80/90 en Europa Oriental? 

Con mis condolencias y sentimientos de solidaridad hacia los de 30, 40 y 50 que quieren hacer política desde el campo opositor, la recomendación es *aprestarse a cruzar un largo desierto y estudiar en profundidad las transiciones dentro de los regímenes comunistas de Europa oriental hacia la democracia*. Algunas lecciones inmediatas se obtienen al hacerlo:

• Los liderazgos del cambio estaban conformados por gente que estaba *dentro del país, no en el exilio*.

• Esos liderazgos se conformaron *conviviendo con el sistema de partido-Estado aún en la disidencia* (Mazowiecki en Polonia, por ejemplo, el primer Primer Ministro de _Solidaridad_, había sido diputado al Parlamento; Havel hizo su carrera como dramaturgo combatiendo por sus ideas, pero dentro del sistema).

• Siempre hubo de contarse *con interlocutores del lado de allá* (por lo que recomendaría a los de 30, 40 y 50 de la oposición democrática interactuar de manera fluida y permanente con los de 30, 40 y 50 del chavismo).

• En casi todos los casos hubo *reconciliación y perdón*

Los regímenes políticos no son eternos. En algún momento habrá la necesidad de un cambio. Ojalá que una epifanía seduzca al _olimpo_ chavista y se dispongan por voluntad propia a propiciar la apertura democrática que a los propios chavistas les interesa, dando inicio a *un nuevo ciclo político* y ganándose la posteridad a todo derecho. De cualquier manera, la tarea de los demócratas es visionar los acuerdos que entonces sean viables y tener desde hoy construidas las capacidades políticas, sociales y culturales que puedan hacerlos realidad.