Por Orlando Arciniegas*
Si hay una historia contada mil veces es la de estos amantes.
Un relato que conjunta el intenso amor que une a la pareja, con una orgía de
violencia, robo y crimen que, de indetenible forma, arroja sus vidas a un
destino trágico. Vidas que, en la distancia, uno ve como resignadas, mientras
se entreveran con el convulso tiempo de la nación estadounidense que corre
entre los años veinte y treinta del pasado siglo. *En el que concurren las
turbulencias socio-delictivas de la Ley Seca ―1920-1933―; las migraciones de la
sequía extrema, el Dust Bowl, en el Medio Oeste, y la Gran Depresión que generó
el estallido de Wall Street en 1929*. Hechos que dan lugar a muchas historias
recogidas por el cine, de las que se desprenden las de famosos bandidos que
copan la atención, como Dillinger, los Baker-Karpis, Kelly metralleta, Al
Capone, y los no menos nombrados Bonnie and Clyde, glamurizados por el romance,
pero envueltos en la trepidante actividad criminal de la pareja, una afinada
persecución policial en su contra, y la atroz cacería que pone fin a sus vidas,
el 23 de mayo de 1934, cerca de Bienville, en Luisiana.
*«Ustedes leyeron la historia de Jesse James, de cómo vivió y de cómo murió. Si aún sienten la necesidad de tener algo más para leer, aquí está la historia de Bonnie y Clyde»*. Quien esto escribe es Bonnie Parker en un poema suyo, llamado _La historia de Bonnie and Clyde_, que se dice fue el último que escribió, mientras huían en 1934, y del que entregó copia a su madre pocas semanas antes de que la pareja fuera cosida a tiros. Sus últimos versos eran premonitorios, anunciaba su final: *Algún día caerán juntos/ Y les enterrarán el uno junto al otro/ Para unos significará tristeza/ Para le ley alivio/ Pero es la muerte de Bonnie y Clyde*.
Hay que decir que, para mucha gente, una vez sentidos los
efectos de la Gran Depresión, los ladrones de bancos pasan a ser vistos como
víctimas de la injusticia, pues se pensaba, que se veían obligados a delinquir,
y librar a la vez espectaculares combates con la policía. Había los que los
pensaban como vengadores de un sistema económico insensible. De estos
personajes nos habla el historiador Eric Hobsbawn como «bandidos
sociales». El bandido social ‒héroe proscrito‒ es un supuesto rebelde del pueblo que desafía la autoridad
de su tiempo. En su glorificación concurren la leyenda y el canto que
mixtifican estos personajes, convirtiéndolos en «campeones del pueblo»,
adjudicándoles cosas que la gente necesita escuchar —en lugar de los hechos
reales—, para paliar un estado emocional de abandono, en situaciones sociales
difíciles como los ocurridos durante la Gran Depresión.
Es una característica que rodea a personajes, nada
honorables, como Jesse James, Billy de Kid, Sam Bass y Pretty Boy Floyd, a
quien por cierto Woody Guthrie (1912-1967), el famoso músico y folclorista
estadounidense homenajeó con una balada. Floyd fue liquidado por agentes del
FBI en 1934, cinco meses después de la muerte de Bonnie y Clyde; y como estos,
había recibido una gran cobertura de prensa por sus casi consideradas «hazañas
criminales».
*¿Y cómo se juntaron la poeta y el ladrón? *
Bueno, ya sabemos que _Bonnie and Clyde_, dicho así, como más
se les conoce, han sido elevados casi a la condición de un Romeo y Julieta,
como una mítica pareja romántica, aunque su fama la ganaron a sangre y fuego:
robando y matando. En un momento en que gánsteres y malos cobraban celebridad,
ellos igualmente destacaron. El actuar como pareja, los hizo también
especiales. De ambos se dice que eran valientes y temerarios. Clyde, además de
ser un diablo disparando, era el rey de las huidas. Esto, gracias a su pericia
al conducir y a los vehículos Ford V-8, que, a la hora de robarlos, tenían su
preferencia. Así se lo hizo saber al mismísimo Henry Ford, en carta que le
enviara fechada el 13 de abril de 1934. «No hace falta decirle qué carro tan
bueno tiene en el V-8»; y firmaba como «Clyde Champion Barrow». La carta se
conserva aún en el museo de la compañía.
*Según una de las muchas versiones que existen, Clyde
Chestnut Barrow y Bonnie Elizabeth Parker se conocieron el 5 de enero de 1930,
en West Dallas, en casa de unos amigos y el flechazo fue inmediato. Clyde tenía
21 años y Bonnie 19*. De parte de la camarera Bonnie pudo obrar que era pequeña
y delgada, pelirroja, ojos azules, y, además, bonita y desenfadada. Y de parte
de Clyde que era duro, de cabello oscuro, testarudo y tenía una «forma
particular de mirarla», como lo escribió ella. Bonnie compartió con Clyde su
pasión por la poesía y sus ganas de escribir y él, la decisión de cortar una
carrera delictiva comenzada para sobrevivir a los 17, junto con su hermano
Buck. En aquel momento, Bonnie estaba casada con un joven homicida encarcelado;
Clyde era soltero, pero ladrón activo.
A los tres meses, Clyde deja el trabajo y comete otro robo.
Arrestado, fue enviado a la cárcel por tercera vez. En sus desgarradoras cartas
se muestra el deseo de estar juntos. *Esto fuerza a Bonnie a hacerle llegar una
pistola a Clyde*. Con el arma logra escapar, pero fue capturado y enviado de
regreso a prisión, en Eastham State Farm, «ese agujero infernal». Fue condenado
a trabajos forzados y tuvo que soportar maltratos y violaciones continuadas por
parte de otro recluso. Clyde mata a su violador y para no cargar con el crimen
convence a otro preso condenado a cadena perpetua de que acepte la culpa.
Después, para librarse del castigo del trabajo forzado, consigue que otro preso
le corte dos dedos de un pie y pasa un mes en cama. Por fin, dos años después,
obtiene la libertad condicional en febrero de 1932, se reúne con Bonnie, para
no separarse más, y desde entonces emprenden una intensa vida delictiva.
*Dos años entre el amor y el delito, después el final*
Una vez juntos, atravesaron varios estados del sur, dejando
muerte y destrucción a su paso. Sin embargo, el público estaba obsesionado con
ellos, pues la joven pareja sexy se enfrentaba a la policía y a los bancos, dos
de las instituciones más odiadas durante la Gran Depresión. En casi dos años
llevaron a cabo 12 atracos a bancos y quitaron la vida al menos a 13 personas.
Aunque robaran bancos, Clyde gustaba más de los robos a tiendas y gasolineras,
que se convertían en escapadas sangrientas. Siendo miembros de una banda, la de
Los Barrow, compartían delitos y botín con varias personas. Su hermano mayor,
Buck Barrow, así como la esposa de este, Blanche, fueron por un tiempo parte de
la banda. Uno más sería Henry Methvin, un pandillero matón. Pero los muchos
homicidios, sobre todo de policías, fue causando la caída de la popularidad de
los amantes bandidos.
*Bonnie y Clyde podían andar juntos, pero no eran igualmente
violentos. Ella era su cómplice perfecto*. Testimonios de testigos presenciales
dicen que Bonnie nunca empuñó un arma en los asaltos. Sostienen que casi con
certeza nunca mató a nadie. Pero la policía dijo siempre otra cosa. Marie
Barrow, hermana menor de Clyde, dijo que «Bonnie nunca cogió un arma; estuvo
ausente de los tiroteos». _Texas Monthly_ relata que antes de dedicarse a la
delincuencia, Bonnie era brillante, popular y «famosa por su ternura».
Entonces, ¿qué diablos hacía con un psicópata como Clyde?
*Bonnie, probablemente, se sentía atraída por hombres
violentos porque sufría de hibristofilia, una parafilia. Según se conoce,
ciertas personas (generalmente mujeres) ven a los hombres violentos como machos
viriles y atractivos*. Roy Thornton, primera pareja de Bonnie, encajaba como
maltratador a la perfección, pero si los peores crímenes significan una
excitación mayor, entonces Clyde resultaba para ella mucho más atractivo. Y
adictivo. La pareja era claramente apasionada. Bonnie, si a ver vamos, aparece como
un arquetipo de hibristofilia, lo que ahora se suele llamar el síndrome de
Bonnie y Clyde.
La mañana del día 23 de mayo de 1934 marca el final para los
amantes bandidos. Hasta mayo de 1933, el FBI no había conseguido una orden de
búsqueda y captura. Pero después se les buscaba por delitos federales. Tras un
trabajo de inteligencia, se estructura el grupo policial de persecución. En el
equipo de seis, figuran oficiales de Luisiana y Texas. Ben Maney Gault y Frank
A. Hamer —los Texas Rangers— están al frente de la operación. Los
investigadores contaban con un infidente. A cambio de un indulto del Estado de
Texas, el pandillero Henry Methvin, acusado del asesinato de dos policías, en
acuerdo con su familia, opta por entregar a Bonnie y Clyde. Estos, con algunos
de los Methvin, habían organizado una fiesta en Black Lake, Luisiana, y debían
regresar al área dos días después.
Después de una espera en la carretera de dos días, el 23 de
mayo de 1934, alrededor de las 9:10 am, el equipo avista el sedán Ford V-8
color canela que conduce Clyde. Los oficiales, emboscados, preparados para una
operación militar, abrieron fuego con una descarga fatal. Cuando cesa el
descomunal tiroteo, Bonnie y Clyde están muertos. *Clyde murió al instante.
Ambos recibieron más de 50 disparos*. Y el vehículo un total de 167. Bonnie
sostenía un sándwich, cigarrillos y una ametralladora. Clyde empuñaba un revólver.
Bonnie, en su poema «La historia de Bonnie y Clyde», lo había
anticipado así: *Algún día caerán juntos/ Y les enterrarán el uno junto al
otro/ Para unos significará tristeza/ Para le ley alivio/ Pero es la muerte de
Bonnie y Clyde*.
Pese a haberlo pedido, los amantes no fueron enterrados
juntos. Reposan en distintos cementerios en Texas, lugar del que eran
originarios.
*Historiador.