Por Elisabetta Piqué
TEL AVIV. - Amos Gitai, uno de los grandes intelectuales
de Israel y reconocido cineasta con más de cuarenta películas —entre ficciones
y documentales— en las que explora la historia de Medio Oriente y su propia
vida a través de temas como el exilio y la utopía, no tiene dudas. Pese a las
dificultades y a la fragilidad del acuerdo-ultimátum alcanzado
por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el fin de la guerra desatada
el 7 de octubre —la peor masacre de judíos desde el Holocausto— podría
significar un verdadero giro en el conflicto palestino-israelí, que Gitai
describe como “tan tóxico como un campo minado”.
Desde siempre muy crítico de la derecha israelí, Gitai
recibió a LA NACION en su departamento de esta ciudad. A sus 75 años, el
cineasta consideró que el primer ministro Benjamin Netanyahu no puede
atribuirse una victoria, porque los dos años de guerra que desencadenó en Gaza
tras el brutal 7 de octubre terminaron por devolver al centro del
escenario la cuestión palestina, un tema esencial si se aspira realmente a un
Medio Oriente en paz.
“Si no queremos tener otro 7 de octubre, tenemos que afrontar
esta cuestión y tratar de encontrar caminos hacia adelante”, sentenció.
-Usted ha vivido muchos momentos “históricos” de este país. ¿Cree que estamos realmente ante uno de ellos?
-A veces comparo la situación aquí en Israel con la violencia
doméstica. Cuando tenés gente en el vecindario golpeándose entre sí, a veces
tienes que tocar la puerta y decir: “Hola chicos, ya saben, es hora de
parar”. Cuando
Emmanuel Macron anunció que Francia reconocería a Palestina, pensé que era
positivo y lo dije públicamente. ¿Y quién hubiera esperado -pensemos lo
que pensemos de Donald Trump- que sería muy eficaz? Pero lo fue, al
detener la guerra, al
liberar a los rehenes vivos que quedaban y al detener la destrucción
de Gaza y los bombardeos, el sufrimiento y la hambruna. “Las cosas cambian, no
de la manera esperada”, solía decir mi madre, que decía que lo bueno es
mantenerse con vida.
-¿Cuál es lección del 7 de octubre?
-No hay victoria porque la cuestión era llevar al centro de
la atención la cuestión palestina y ya nadie procederá con ningún acuerdo
futuro en el Medio Oriente sin intentar resolver el conflicto palestino-israelí.
Esta fue para mí la particularidad de Yitzhak Rabin (ex premier israelí, Premio
Nobel de la Paz en 1994, asesinado por un extremista israelí en 1995): nadie,
ni de izquierda ni de derecha, se atrevió a decir como él: “Hola chicos, es muy
bueno hacer acuerdos con Egipto, Jordania, tal vez con los saudíes, pero
primero tenemos que abordar el conflicto fundacional entre Israel y Palestina”.
Él lo hizo. Así que aquí estamos, treinta años después, y tenemos que encontrar
a alguien que tome esta antorcha y continúe donde la dejó. Porque creo que la
conclusión del 7 de octubre -a pesar del salvajismo de Hamas y las violaciones
y la destrucción de los kibutzim y del asesinato de las
personas pacíficas más amorosas, que solían llevar niños palestinos enfermos de
Gaza a hospitales israelíes, que fueron masacrados por Hamas-, solo llegará de
esta forma. Si no queremos tener otro 7 de octubre, tenemos que afrontar
esta cuestión y tratar de encontrar caminos hacia adelante.
-Seguramente siguió el discurso de Trump en la Knesset en el
que nunca mencionó a un Estado palestino…
- Cuando Macron publicó su propuesta (de Estado palestino),
la respuesta inmediata de Netanyahu fue que se trataba de un premio para Hamas.
Pero para mí lo que hizo Trump fue tomar la propuesta de Macron y expresarla al
revés: en lugar de declarar desde el principio el Estado palestino, dijo:
“bueno, primero los rehenes y el fin de la guerra, luego la desmilitarización,
luego una autoridad palestina más transparente, menos nepotismo, menos
corrupción…”. Así que, básicamente, todos estos ingredientes ya estaban en
la propuesta de Macron. Pero la única diferencia es que Macron puso al
Estado palestino al principio, y Trump invirtió el orden de las secuencias
necesarias y cambió las prioridades. Es cierto que el palestino-israelí es un
conflicto tan tóxico, que es como un campo minado y uno no quiere caminar sobre
bombas…
-¿Está entonces de acuerdo con este enfoque?
-Para mí lo importante es hacer de esta hermosa tierra un
lugar pacífico, un lugar creativo para ambos grupos, para que no haya amenazas,
ni matanzas, ni muerte…
-¿Cómo se hace en lo cotidiano?
-La paz existe cuando la vida diaria es pacífica. Soy de
Haifa: Haifa es un modelo interesante, porque es la única gran ciudad de Israel
donde vivía una parte sustancial de la población palestina en 1948, y eso se
siente hasta hoy. La mayoría de las coaliciones municipales de Haifa siempre
incluyen al partido árabe. Haifa es un pequeño modelo que puede funcionar.
Soy arquitecto, eso es lo que estudié. Un amigo mío, que también es arquitecto,
acaba de ganar un proyecto para crear siete jardines de infancia en Haifa:
estoy trabajando con él y con mi hijo, que también es arquitecto, para que
algunos de estos jardines de infancia sean bilingües, hebreo-árabe.
Aparentemente en Haifa hay incluso una lista de espera de personas que quieren
que sus hijos experimenten la otra cultura, y eso es muy bueno. Para mí, ahí es
por donde empieza: estos bebés, niños, adultos, hablarán y se conocerán. La
ignorancia es el gran enemigo.
-¿Cree que Netanyahu, que no es un hombre de paz, puede
sobrevivir políticamente? En la Plaza de los Rehenes la gente estaba muy
enojada con él y de hecho lo abuchearon el sábado pasado…
-Por buenas razones…
-¿Pero puede sobrevivir políticamente?
- Desafortunadamente, es un político muy talentoso, muy
talentoso. Entiende los códigos de los estadounidenses. No sólo habla bien
inglés, sino que también habla inglés republicano. Tiene mucho talento y, al
mismo tiempo, creo que está destruyendo el tejido de la sociedad israelí porque
es muy narcisista. Pero hay esperanza, porque mi observación es que la historia
no es determinista. Si crees que puedes predecir exactamente lo que sucederá,
entonces viene el señor Trump, y es él quien apretó a ambos, a Hamas y a
Netanyahu, y les golpeó la cabeza, y eso es todo, y se llega a un acuerdo en
cuestión de días. Eso es lo increíble de la historia: no es determinista.
Es dialéctica. Entonces, en la dialéctica de la experiencia anterior, que
fue la Guerra de Yom Kippur, cuando yo era soldado, esta terrible guerra, que
hasta el 7 de octubre se consideraba el gran shock de la historia israelí,
también trajo los primeros acuerdos de paz con Israel y Egipto... Y a veces
este tipo de crisis tan, tan grande, también puede traer una apertura. Puede
suceder y no podemos predecirlo.
-¿Entonces usted se siente optimista hoy?
-Me siento optimista porque no tenemos otra opción. Creo que
tenemos que mantener la esperanza, porque no vamos a poner banderas blancas y
rendirnos, porque, además, amo este país. Nos gustaría que Israel
prevaleciera, pero como país democrático, liberal y con libertad de expresión y
vamos a luchar por ello. Creo que el curso de la historia no sólo se mueve por
los cañones y el dinero, sino también por las ideas. Entonces, seguiremos
hablando de ideas. Y a veces no es inmediato, pero aquí no queda otra opción. O
habrá una masacre total de ambos grupos, o tendrán que encontrar un nuevo modus
vivendi. Y espero que este gran conflicto traumático conduzca ahora a la
segunda conclusión: que tienen que encontrar formas de adaptarse unos a otros.
Tomado de La Nación / Argentina. Imagen: Monica Schipper -
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