Por: Valentina Velásquez Escobar
La muerte de Sudán en 2018, el último macho de su especie, marcó
el aparente final del rinoceronte blanco del norte. Dejó solas a Najin y Fatu,
crías suyas, bajo resguardo en la reserva Ol Pejeta Conservancy en
Kenia. Ambas hembras, incapaces de reproducirse por medios naturales,
simbolizan la dramática consecuencia de la caza furtiva y la negligencia
humana.
Sin embargo, en enero de 2024, un grupo de investigadores del proyecto internacional BioRescue, liderado por el Instituto Leibniz de Alemania, anunció algo histórico: el posible primer embarazo por fertilización in vitro (FIV) en un rinoceronte blanco del sur, subespecie cercana a la del norte.
El embrión, creado en un laboratorio con óvulo y esperma de
animales en zoológicos europeos, fue implantado en una madre sustituta en
Kenia. Aunque la rinoceronte gestante murió 70 días después por una infección
bacteriana, el avance demostró que es posible gestar un rinoceronte por FIV.
Una carrera contrarreloj con solo 30 embriones viables
Según BBC, actualmente, existen 30 embriones de
rinoceronte blanco del norte, conservados en nitrógeno líquido en Alemania e
Italia. Todos fueron creados a partir de óvulos de Fatu, la hembra más joven, y
esperma de dos machos fallecidos.
El siguiente paso del equipo es implantar estos
embriones en hembras de rinoceronte blanco del sur, debido a que ni Najin ni
Fatu pueden llevar una gestación debido a su edad y condiciones médicas.
Por lo anterior, el procedimiento es complejo. Se requiere
esperar el celo natural de la madre sustituta, inducido con ayuda de un macho
esterilizado, para luego realizar el implante quirúrgico.
El objetivo es lograr el nacimiento mientras las dos
últimas hembras estén vivas, permitiendo así que las crías aprendan
comportamientos sociales directamente de su especie, como explicó para la BBC,
el profesor Thomas Hildebrandt, director del proyecto BioRescue.
La extinción del rinoceronte blanco: Una advertencia para la
humanidad
Dado que una población viable requiere diversidad
genética, los investigadores trabajan también en una alternativa
revolucionaria: transformar células de piel conservadas en óvulos y
esperma a partir de células madre. Aunque esta técnica ha funcionado en
ratones, aplicarla en rinocerontes es un desafío inédito y complejo.
Así que, la historia de Sudán, Najin y Fatu no solo es un
drama animal. Es un reflejo de la relación del ser humano con la naturaleza. La
caza furtiva, impulsada por la demanda de cuernos de rinoceronte para supuestas
curas medicinales o artículos de lujo, perjudicó a una especie que sobrevivió
millones de años, pero no a nosotros.
El futuro del rinoceronte blanco del norte pende de un hilo
congelado en laboratorios. Si vuelve a caminar por la sabana, será gracias a
una combinación de ciencia, cooperación internacional y voluntad ética. Porque
aún hay esperanza, pero se agota rápido.
Texto tomado de Teleantioquia. Foto: BBCL.