El genocidio de los pueblos herero y nama de Namibia a manos
de las fuerzas coloniales alemanas (1904-1907) está ampliamente documentado.
Pero se habla mucho menos de lo que vino después: el genocidio de los
bosquimanos del país, también conocidos como los san
Robert J. Gordon
La cuenca del Kalahari, en el sur
de África, es una de las zonas etnográficas (áreas con culturas distintas) más
ricas del mundo. La región alberga
algunas de las lenguas más antiguas que aún existen y la
diversidad genética que se encuentra en la zona indica que es el hogar
de una de las poblaciones ancestrales originales del mundo.
La palabra “bosquimano” se utiliza como término
genérico que
engloba a más de 200 grupos étnicos. No existe un bosquimano típico,
sino que constituyen una miscelánea de grupos fluidos. Muchas comunidades
locales prefieren el término bosquimano en lugar de la categorización oficial
de “san” y “marginales”. De hecho, el término “san”, proveniente de la lengua
khoekhoegowab, significa lo mismo que bosquimano.
En general, se trata de personas sociables con una fuerte
tendencia a compartir. Antes de la colonización, los bosquimanos vivían como
cazadores-recolectores, vagando por el paisaje. Tenían un concepto diferente de
la propiedad, no deseaban ni dinero ni ganado; eran incontrolables y, por ello,
se les trataba como animales y se les sometía a la aniquilación.
Pánico a la ‘plaga de bosquimanos’
La actual Namibia fue
una colonia
alemana desde 1884 llamada África del Sudoeste alemana. Como resultado
de la genocida guerra
herero-nama de 1904-1907, Alemania consiguió fomentar la colonización.
El arco noreste del territorio, que se extiende desde Otavi
hasta Gobabis, con Grootfontein como epicentro, sirvió de imán para los
colonos: con una línea ferroviaria recién terminada, minas, un vasto potencial
agrícola y tierras accesibles. Solo en Grootfontein, el número de granjas de
colonos aumentó de 15 en 1903 a 175 en 1913. Casi todas estas ganaderías se
encontraban en tierras ocupadas por los bosquimanos.
Las estimaciones oficiales sitúan el número de bosquimanos en
1913 entre 8.000 y 12.000. En 1923 eran 3.600
Los colonos pronto se vieron en apuros. En 1911, los
titulares de la prensa namibia hablaban de una “plaga de los bosquimanos”. Dos
elementos alimentaron el pánico. En primer lugar, el asesinato de un policía y
varios granjeros blancos. En segundo lugar, se suponía que las actividades de
los bosquimanos estaban obstaculizando el flujo de trabajadores migrantes
contratados, muy necesarios, procedentes de las regiones de Owambo y Kavango
para trabajar en los yacimientos de diamantes recién descubiertos de Luderitzbucht.
La Cámara de Minas quería “sanear” la zona.
En consecuencia, el gobernador alemán ordenó que se disparara
a los bosquimanos [si se creía que intentaban resistirse al arresto por parte
de funcionarios o colonos]. Entre 1911 y 1913 se desplegaron más de 400
patrullas antibosquimanas que cubrían unos 60.000 kilómetros cuadrados.
Pero los colonos y las autoridades consideraron que estas
medidas eran insuficientes y continuaron aterrorizando a los bosquimanos sin
recibir ni una simple reprimenda. Las “cacerías de bosquimanos” continuaron
hasta la toma del territorio por Sudáfrica en 1915, cuando el país pasó a
llamarse África del Sudoeste.
No sabemos cuántos bosquimanos murieron, pero, como
explico, [el
autor publicó un libro sobre el tema que ahora se reedita] las
estimaciones oficiales sitúan el número de bosquimanos en 1913 entre 8.000 y
12.000. En 1923 eran 3.600. Esto da una idea de la magnitud de las matanzas.
Los bosquimanos fueron despojados progresivamente de su
territorio para dar paso a reservas de caza y granjas de colonos
Lo que alimentó el genocidio fue el espíritu colonizador.
El ethos dominante era el de un asedio, de sentirse amenazados
por fuerzas externas impredecibles. Los granjeros, atraídos por las generosas
ayudas y subvenciones del Gobierno, eran en su mayoría soldados licenciados,
mal entrenados en la agricultura, carentes de conocimientos locales esenciales
y educados
en la arrogancia racista. La situación generó inseguridad, miedo e
hipermasculinidad.
Los bosquimanos, con su reputada habilidad para camuflarse y
rastrear y cazar con flechas envenenadas para las que no se conocía antídoto,
personificaban su peor pesadilla mientras intentaban establecer su dominio en
sus granjas aisladas. Considerados una especie de presas depredadoras, los
bosquimanos debían ser exterminados como grupo: es decir, un genocidio.
Lo que sucedió después del genocidio
La represión continuó bajo el régimen sudafricano desde
1915 hasta la independencia en
1990, aunque de forma menos extrema. Se ilegalizó la posesión de arcos y
flechas bosquimanos. Los bosquimanos fueron despojados progresivamente de su
territorio para dar paso a reservas de caza y granjas de colonos.
Aún en la década de 1970 la administración seguía pensando en
reubicar a 30.000 bosquimanos en la denominada Bushmanland, creada
artificialmente, que constituía el 2% del territorio que habían ocupado
anteriormente.
La gran mayoría permaneció en sus zonas tradicionales, ahora
bajo el dominio de los granjeros colonos, donde se hundieron en una situación
de servidumbre. Con la independencia de Namibia, la situación empeoró. Las
nuevas leyes laborales establecieron un salario mínimo, lo que hizo que no
fuera rentable mantener a los trabajadores bosquimanos. Muchos granjeros se
dedicaron a la caza mayor o vendieron sus tierras a granjeros negros que
preferían contratar a sus parientes.
El resultado fue que los bosquimanos se vieron obligados a
trasladarse a zonas comunales o a asentamientos informales en los alrededores
de las ciudades, donde malviven en condiciones precarias.
¿Dónde se encuentra ahora esta población?
Actualmente, los bosquimanos se encuentran en diferentes
situaciones de servidumbre, realizando en su mayoría trabajos de baja
cualificación en las regiones del norte y el noreste, donde antaño eran los
habitantes ancestrales. El Gobierno está tratando de ayudarlos, principalmente
con subsidios sociales y unas pocas granjas de reasentamiento superpobladas.
Si buscamos “bosquimanos namibios” en internet, aparecen
innumerables imágenes idealizadas de bosquimanos con trajes tradicionales
cazando y rastreando. Estas narrativas, en gran parte fruto de la promoción
turística, refuerzan el mito de los bosquimanos “puros”. La historia del
genocidio y la servidumbre queda totalmente borrada.
Tomado de El País / España. Imagen: Rue des Archives/Cordon
Press
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.