Por Douglas Zabala
Si la Crucifixión de Jesús de
Nazaret se produjo cuando él tenía 33 años, este suceso con consecuencias
históricas, políticas y culturales, inimaginables sobre la humanidad, se
produjo exactamente hace 1.992 años.
En medio de la penumbra se
siente el tropel de pasos apresurados por las calles de Jerusalén. La
soldadesca va rumbo al sitio donde se encontraba el hombre más buscado en ese
momento. Jesús de Nazaret, es arrestado y traicionado por quien debió serle fiel.
Los líderes religiosos y quienes ejercen funciones de Estado se reúnen, ansiosos por silenciar la voz de aquel que cuestiona el orden establecido en un juicio ilegal. Las acusaciones caen como piedras, pero la verdad que intentan ahogar con gritos de rabia los vencerá.
Jesús es llevado ante Pilato,
un símbolo del poder indiferente que observa desde su trono de piedra. En su
corazón no hay compasión; solo el deseo de mantener el control. La multitud
gritó ¡Crucifícalo! El gobernador romano, presionado por el clamor de la
multitud, lo condenó a muerte, pese a no hallar culpa alguna en él.
Jesús fue azotado cruelmente y
obligado a cargar su propia cruz rumbo al Monte Calvario. En el camino, cayó
varias veces, y Simón de Cirene fue obligado a ayudarle a llevar la cruz. Al
llegar al Gólgota, fue despojado de sus vestiduras y clavado en la cruz,
mientras los soldados romanos sorteaban su túnica. A su lado, dos ladrones
también fueron crucificados.
El cielo se oscureció, como si
el universo llorara la agonía del Hijo de Dios. Jesús, con sus últimas fuerzas,
pronunció aquel viernes palabras que quedarán para siempre en la historia de la
fe: ¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!
Finalmente, tras horas de
sufrimiento, ese viernes en la tarde, exhaló su último aliento y el cielo se
rasgó en medio de grandes rayos y centellas. Su cuerpo fue bajado y colocado en
el sepulcro, mientras sus seguidores lloraban la tragedia.
Pero la historia no terminó
allí. El día domingo la esperanza hecha “Cristo” renació como siempre renacerá
al lado de los pueblos oprimidos en su afán de lucha por vivir en democracia y
libertad.