Francisco Carrión@fcarrionmolina
Sus viajes a Marruecos son
frecuentes y su relación con el reino alauí entra dentro de aquellas que
guardan secretos y explicaciones que el protagonista no ha querido dar desde
que dejara el Gobierno. José Luis Rodríguez Zapatero se jacta de ser un
mediador que apuesta por la resolución pacífica de los conflictos mientras
cuida sus relaciones privilegiadas al otro lado del Estrecho.
En su nuevo libro La solución pacífica, el expresidente del Gobierno presume del idilio con Marruecos. De hecho, menciona como ejemplo de buena relación bilateral los lazos establecidos entre España y Marruecos, que los académicos españoles suelen describir como “en forma de sierra” por lo accidentada e inestable que resultan históricamente, siempre condicionadas con los deseos de la monarquía alauí y el uso de la migración irregular o el narcotráfico para obtener réditos de su contraparte española.
“Al escribir sobre el papel
decisivo del Mediterráneo en la geopolítica mundial, dentro de una encrucijada
Norte-Sur, en defensa de la democracia y la integración de culturas, me viene a
la mente la dimensión multilateral en la relación de España y Marruecos”,
escribe el socialista, convertido hoy en un poderoso asesor en la sombra de Pedro
Sánchez y su ministro de Exteriores José Manuel Albares.
"Un modelo de
entendimiento"
“Para entender esta relación, lo
primero que debemos hacer es alejarnos de cualquier postura eurocentrista y
aproximarnos a la hermandad cultural que existe desde hace siglos entre ambos
países, y que llega hasta nuestros días. Somos dos países a 14,4 kilómetros de
distancia, una diferencia insignificante; dos países vecinos, con una historia
vinculada, que incluso han vivido momentos de enfrentamientos bélicos. Llegados
al siglo XXI, debemos dar ejemplo con nuestra relación, pues con este modelo de
entendimiento se contribuye mucho más allá de los intereses meramente
bilaterales”, arguye Rodríguez Zapatero.
En su recién publicado
ensayo, reconoce su admiración por Mohamed
VI, un monarca cada vez más ausente de los asuntos del reino vecino.
“Mohamed VI me habló en mi idioma desde el día en que lo conocí. Su español es
bueno, y es un gran conocedor de nuestra cultura”, desliza Zapatero. “El hecho
de que al rey de Marruecos lo educaran para que hablara español, como, por
cierto, están educando al heredero, es indicativo del tipo de relación que
desean tener con nuestro país”.
El expresidente, que rechazó la
entrevista cursada por este diario con motivo de la publicación del libro,
jamás ha explicado los lazos mercantiles que le unen a Marruecos ni sus
trabajos de cabildeo a favor del régimen alauí. En el libro asegura hablar
en nombre de los españoles para rezar las bondades del régimen vecino.
Los españoles estamos tan
acostumbrados a esta buena relación que presuponemos que es la habitual entre
países vecinos
“Los españoles estamos tan
acostumbrados a esta buena relación que presuponemos que es la habitual entre
países vecinos, cuando la geopolítica nos muestra en la actualidad numerosos
ejemplos de lo contrario. Detrás de este buen entendimiento hay un trabajo
arduo de relaciones diplomáticas y multilaterales que, al menos durante mi
Gobierno, tuve especial cuidado en atender”, admite.
"Marruecos, un país que
quiere tanto a España"
A su juicio, “el pueblo marroquí
respeta a España, aprecia nuestra cultura y nuestro proyecto de país, nuestro
europeísmo”. “Don Juan Carlos me confesó que no quería terminar su reinado
sin haber visitado las ciudades autónomas de Ceuta y
Melilla. Y ese deseo se cumplió. Es bien conocida la sólida relación de
amistad entre el Emérito y Mohamed VI, que, sin duda, el rey Felipe VI sabrá
preservar. Si sobrevolamos Melilla y el Estrecho —y todo español debería vivir
esa experiencia—, entenderemos cuán importante debe ser la relación entre dos
países con tal ubicación geográfica, ya no solo en temas de seguridad o alta
política, sino en aquellos más constitutivos que apelan a la interrelación
sociocultural”, esboza.
Sobre el monarca alauí, Rodríguez
Zapatero subraya su labor de supuesto reformismo del régimen, un análisis que
cuestionan intelectuales y opositores marroquíes y la represión denunciada por
organizaciones de derechos humanos. “De los quince países cuyas sociedades se
levantaron entre 2010 y 2012, el único que sobrevivió a su particular
revolución, con sus fortalezas y sus debilidades, fue Marruecos, cuya primavera
árabe —digamos, moderada— se incorporó en buena medida a la propia evolución de
su sistema”, señala sin un conocimiento amplio ni preciso de las revueltas
de 2011 ni su repercusión posterior. “Mohamed VI anunció que establecería una
comisión consultiva con el fin de modificar la Constitución, y que dicha
modificación se sometería a la votación del pueblo marroquí. Consiguió con ello
calmar los ánimos de la sociedad civil. En la mayoría de los otros casos,
desgraciadamente, el final fue dramático”, arguye. La disidencia marroquí suele
denunciar a menudo que aquellos cambios fueron estéticos y que el monarca y el
majzén -su círculo de consejeros más cercano- siguen controlando el país.
“A España le interesa la
seguridad, y a Marruecos, el progreso. No en vano es el país de todo el mundo
árabe con mayor pluralismo y, probablemente, donde conviven todavía más luchas
y avances; donde se encuentran mejor asentadas la evolución en el desarrollo y
la defensa de los derechos humanos, aunque, en ocasiones, algunos procesos de
afirmación de identidad se hayan percibido como antieuropeos”, alega Rodríguez
Zapatero obviando países árabes con mayor pluralismo y avances reales como
Túnez, el Líbano o Jordania.
"El país árabe más
avanzado"
“Y es que los seres humanos somos
seres en búsqueda permanente de nuestras identidades, intentando encontrar una
ideología política acorde con la historia de nuestros países. En Marruecos las
reformas participativas se están afianzando. Vive avances en el ámbito de las
libertades públicas, y la Unión Europea se lo ha reconocido. Han iniciado el
diálogo hacia la laicidad, hacia la igualdad entre sexos y la abolición de la
pena de muerte. De facto, ya se le considera un país abolicionista, puesto que
no ha materializado ninguna pena capital desde 1993”, prodiga Zapatero sobre el
país vecino.
El socialista cree que “con
Marruecos existe una afinidad real”. “Muchos españoles así la sienten. Una
aproximación objetiva a la Historia debería servir para desmentir los tópicos
identitarios, laicistas y de incompatibilidades culturales. Es posible lograr
una integración adecuada, más aún cuando hablamos de un país que quiere tanto a
España”, indica. “La importancia de nuestras relaciones, por descontado, no se
reduce al ámbito de las influencias y concomitancias culturales, pero estoy
convencido de que, sin estos elementos de unión, lo demás sería mucho más
complicado. La dimensión económica de nuestros intercambios comerciales en el
sector de las telecomunicaciones, la prospección petrolífera, la promoción
inmobiliaria, la banca y la industria textil y el incremento del turismo no han
hecho más que aumentar en los últimos años”, concluye.
Tomado de El Independiente /
España. Imagen: archivo de EFE.