David Alandete (Tomado de su
X)
La marcha atrás de Trump con los
aranceles no fue un gesto diplomático ni una señal de apertura, sino una
reacción directa al desplome del mercado de deuda estadounidense.
Cuando los inversores comenzaron a vender masivamente bonos del Tesoro —el activo más seguro del mundo—, el pánico se instaló en la Casa Blanca. Ese movimiento fue mucho más alarmante que la caída de la Bolsa: significaba que incluso la estabilidad financiera de EE.UU. estaba en duda.
El propio Trump lo admitió: «La
gente [en el mercado de bonos] se estaba poniendo nerviosa». La presión de los
mercados, de las grandes empresas y de su propio partido fue tan intensa que el
presidente se vio obligado a rebajar sus aranceles al 10% para todos los
países, salvo China, a la que elevó el castigo al 125%.
Fue un volantazo forzado por el
riesgo de que estallara una crisis económica global.