Por Orlando Arciniegas*
Baruch Spinoza vino al mundo en
Ámsterdam en 1632. Su padre era un judío portugués, originario, al parecer, de
España, cuya familia había emigrado a Holanda huyendo de la Inquisición.
Pertenecía a los llamados judíos «marranos» ―judíos conversos al cristianismo,
que seguían en su religión secretamente―. Fue educado en la religión
judía y desde muy joven frecuentó la sinagoga; allí aprendió hebreo y se inició
en la Sagrada Escritura. Luego estudiaría matemáticas, latín y griego en la
escuela de Franciscus Van den Enden [1602-1674], exjesuita, médico y
librepensador, más conocido por su influencia sobre Spinoza; y entra en
contacto con la filosofía cartesiana.
Poco a poco fue alejándose de la enseñanza rabínica y, tras la muerte de su padre, en 1654, abandona la sinagoga, ganándose así una injusta fama de ateo. A sus 24 años, se dictó contra él un ‘cherem’, un castigo religioso, una excomunión que le maldecía y expulsaba de la comunidad judía de Ámsterdam. Esto lo privaba incluso de estar al frente del negocio familiar. Y dado que Spinoza afirmaba que la interpretación de los rabinos de la Biblia era falaz e interesada, y que las profecías, para su real entendimiento, debían ser puestas en un contexto histórico, nuestro filósofo pronto se encontró en un ambiente hostil y una terrible soledad. A poco, se vería sin el negocio, sin sus amigos y perjudicado en su entorno social.
En este trance, se retira en 1660
a Rijnsburg, «Burgo del Rin», en holandés, y aprendió a pulir lentes para poder
subsistir. Hoy, dicha comunidad tiene para sus visitantes, entre otras bellas
cosas, sus cultivos de flores, su Museo histórico, el recuerdo de Baruch
Spinoza y la casa donde vivió entre 1661 y 1663. Ya en este último año se
traslada a las proximidades de La Haya y entabla relación con el ambiente
filosófico y político, refugiándose cada vez más en el oceánico y remansado
tiempo de los libros.
En 1664 se publican los
*Principios de la Filosofía de R. Descartes, demostrados geométricamente*, obra
a la que acompaña un apéndice titulado *Pensamientos metafísicos*; única obra
que publica con su propio nombre. Unos años antes había escrito un *Tratado
breve sobre Dios, el hombre y su felicidad*, inédito hasta 1862, y emprende
también la redacción de su *Tratado de la reforma del entendimiento*, que dejó
inconcluso, en el que se propone exponer el método capaz de conducir al
verdadero conocimiento de las cosas. Fruto de sus preocupaciones políticas de
entonces es el *Tratado teológico-político* que apareció en 1670 sin nombre de
autor, y en el que aboga por la subordinación de la autoridad religiosa al
poder civil y reivindica la libertad de pensamiento. La tesis de Spinoza es muy
sencilla: _no existe ninguna razón religiosa ni política para limitar la
libertad de las personas de pensar como quieran_.
Esta obra suscitó una crispada
polémica, por lo que Spinoza estimó conveniente refugiarse en La Haya, junto a
su protector, el estadista holandés, Jan de Witt [1625-1672], quien le concedió
una pensión. También escribió un *Tratado político*, inacabado, donde expone
los principios fundamentales para la organización del Estado. Tras el
linchamiento de los hermanos de Witt, Jan y Cornelis, en 1672, Spinoza recibe
el ofrecimiento de ocupar, en 1673, la Cátedra de filosofía, pero decide
rechazarlo para conservar su independencia y poder seguir trabajando en la que
sería su obra fundamental, la de mayor envergadura, la *Ética demostrada según
el orden geométrico*. En ella se expone, mediante definiciones, axiomas y
postulados que imitan los tratados de geometría, su propio sistema
filosófico.
Spinoza no pudo publicar en vida
su Ética. Se dice que debido en gran medida a los insistentes rumores que
habían circulado y que contenían la temida acusación de ateísmo por parte de un
grupo de teólogos calvinistas y católicos, así como por algunos pensadores.
Apareció, sí, con carácter póstumo, en noviembre de 1677, junto a sus restantes
obras, hasta entonces inéditas. Ese mismo año, en el mes de febrero, había
fallecido el filósofo en La Haya. ¿Qué mató a Spinoza? La tuberculosis. Tenía
44 años.
Además de sus obras filosóficas
se conserva un epistolario no muy amplio, pero de enorme interés, en el que se
precisa algunos aspectos de su doctrina a petición de sus corresponsales. Este
conjunto de cartas constituye, sin duda alguna, un precioso complemento a sus
tratados, especialmente el de su obra toral, la _Ética_.
*Historiador. Profesor titular
(J) de la Universidad de Carabobo.