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28 marzo, 2025

Baruch Spinoza [1632-1677]

Por Orlando Arciniegas*

Baruch Spinoza vino al mundo en Ámsterdam en 1632. Su padre era un judío portugués, originario, al parecer, de España, cuya familia había emigrado a Holanda huyendo de la Inquisición. Pertenecía a los llamados judíos «marranos» ―judíos conversos al cristianismo, que seguían en su religión secretamente―.  Fue educado en la religión judía y desde muy joven frecuentó la sinagoga; allí aprendió hebreo y se inició en la Sagrada Escritura. Luego estudiaría matemáticas, latín y griego en la escuela de Franciscus Van den Enden [1602-1674], exjesuita, médico y librepensador, más conocido por su influencia sobre Spinoza; y entra en contacto con la filosofía cartesiana. 

Poco a poco fue alejándose de la enseñanza rabínica y, tras la muerte de su padre, en 1654, abandona la sinagoga, ganándose así una injusta fama de ateo. A sus 24 años, se dictó contra él un ‘cherem’, un castigo religioso, una excomunión que le maldecía y expulsaba de la comunidad judía de Ámsterdam. Esto lo privaba incluso de estar al frente del negocio familiar. Y dado que Spinoza afirmaba que la interpretación de los rabinos de la Biblia era falaz e interesada, y que las profecías, para su real entendimiento, debían ser puestas en un contexto histórico, nuestro filósofo pronto se encontró en un ambiente hostil y una terrible soledad. A poco, se vería sin el negocio, sin sus amigos y perjudicado en su entorno social.  

En este trance, se retira en 1660 a Rijnsburg, «Burgo del Rin», en holandés, y aprendió a pulir lentes para poder subsistir. Hoy, dicha comunidad tiene para sus visitantes, entre otras bellas cosas, sus cultivos de flores, su Museo histórico, el recuerdo de Baruch Spinoza y la casa donde vivió entre 1661 y 1663. Ya en este último año se traslada a las proximidades de La Haya y entabla relación con el ambiente filosófico y político, refugiándose cada vez más en el oceánico y remansado tiempo de los libros. 

En 1664 se publican los *Principios de la Filosofía de R. Descartes, demostrados geométricamente*, obra a la que acompaña un apéndice titulado *Pensamientos metafísicos*; única obra que publica con su propio nombre. Unos años antes había escrito un *Tratado breve sobre Dios, el hombre y su felicidad*, inédito hasta 1862, y emprende también la redacción de su *Tratado de la reforma del entendimiento*, que dejó inconcluso, en el que se propone exponer el método capaz de conducir al verdadero conocimiento de las cosas. Fruto de sus preocupaciones políticas de entonces es el *Tratado teológico-político* que apareció en 1670 sin nombre de autor, y en el que aboga por la subordinación de la autoridad religiosa al poder civil y reivindica la libertad de pensamiento. La tesis de Spinoza es muy sencilla: _no existe ninguna razón religiosa ni política para limitar la libertad de las personas de pensar como quieran_. 

Esta obra suscitó una crispada polémica, por lo que Spinoza estimó conveniente refugiarse en La Haya, junto a su protector, el estadista holandés, Jan de Witt [1625-1672], quien le concedió una pensión. También escribió un *Tratado político*, inacabado, donde expone los principios fundamentales para la organización del Estado. Tras el linchamiento de los hermanos de Witt, Jan y Cornelis, en 1672, Spinoza recibe el ofrecimiento de ocupar, en 1673, la Cátedra de filosofía, pero decide rechazarlo para conservar su independencia y poder seguir trabajando en la que sería su obra fundamental, la de mayor envergadura, la *Ética demostrada según el orden geométrico*. En ella se expone, mediante definiciones, axiomas y postulados que imitan los tratados de geometría, su propio sistema filosófico. 

Spinoza no pudo publicar en vida su Ética. Se dice que debido en gran medida a los insistentes rumores que habían circulado y que contenían la temida acusación de ateísmo por parte de un grupo de teólogos calvinistas y católicos, así como por algunos pensadores. Apareció, sí, con carácter póstumo, en noviembre de 1677, junto a sus restantes obras, hasta entonces inéditas. Ese mismo año, en el mes de febrero, había fallecido el filósofo en La Haya. ¿Qué mató a Spinoza? La tuberculosis. Tenía 44 años.

Además de sus obras filosóficas se conserva un epistolario no muy amplio, pero de enorme interés, en el que se precisa algunos aspectos de su doctrina a petición de sus corresponsales. Este conjunto de cartas constituye, sin duda alguna, un precioso complemento a sus tratados, especialmente el de su obra toral, la _Ética_.

*Historiador. Profesor titular (J) de la Universidad de Carabobo.