Alberto Torres Blandina, profesor en
el instituto Campanar de Valencia (España), ha escrito un libro titulado El
arte de educar a estúpidos. Una crítica sociológica para recuperar la confianza
en la educación, en el que describe esta cuestión
Por María Curiel
El
término generación de cristal ha sido acuñado popularmente para
definir a todos aquellos niños nacidos después del año 2000, cuya
característica principal es la fragilidad, muchas veces causada por la
sobreprotección a la que han estado sometidos desde niños por parte de sus
padres.
Alberto Torres Blandina, profesor en el instituto Campanar de Valencia (España), ha escrito un libro titulado El arte de educar a estúpidos. Una crítica sociológica para recuperar la confianza en la educación, en el que describe las consecuencias que tienen en las aulas este tipo de protección excesiva de los progenitores hacia sus hijos.
«Si los padres pueden sobreproteger es
porque también la legislación permite que puedan hacerlo, porque si a un niño
le pasa algo en una excursión o en clase de Tecnología, donde se trabaja con
herramientas, los padres pueden demandarnos», aclara, en primer lugar,
este docente.
Torres
lamenta que este tipo de conducta genera un clima «antieducativo», ya que
«no se puede ahondar en ciertos temas porque los padres pueden demandarnos por
fomentar ideologías contrarias a su criterio». «Quieren que los profesores
eduquemos como ellos lo harían, porque no tienen tiempo de educar a sus hijos»,
expresa.
Además,
este profesor explica que hay una especie de «sobreactuación» del papel de
padres o madres que no están presentes en la educación de sus hijos y
delegan todo en el colegio: «Llegan al instituto y empiezan a insultar al
profesor, a quejarse, y de pronto sienten que ya están haciendo algo por la
educación de su hijo. Tiene que ver con cierta culpabilidad, obviamente
inconsciente. Esto es muy perverso», señala.
Si en el
colegio los alumnos no pueden argumentar, hablar y crear una conciencia de
sentido crítico, ¿dónde lo van a hacer?
Los
docentes, ante estas situaciones «no quieren problemas». «La mayoría de
profesores se está moderando. Ya no se generan en clase debates polémicos
y no se habla de ciertas cosas por si algún alumno se ofende. Si en el colegio
los alumnos no pueden argumentar, hablar y crear una conciencia de sentido
crítico, ¿dónde lo van a hacer?», se pregunta el autor de El arte de
educar a estúpidos.
En su día a
día, los docentes se encuentran con ciertas situaciones en las que los padres
les cargan responsabilidades que no les corresponden: «Un alumno de unos
16 años saltó una valla y vino la madre a recriminar que no le estábamos
vigilando, como si el chico no tuviera responsabilidad. Él piensa: 'Si mi madre
no me culpa a mí y culpa al instituto es que yo no tengo la culpa'», espeta
Torres.
«Otra madre
me dijo una vez que aprobase a su hijo para que el alumno no se
traumatizase. A los alumnos tú les pones un examen a tercera hora y a
primera y a segunda no vienen. Y son los padres quienes empiezan a decir que el
alumno está enfermo. Te das cuenta de que los padres están mintiendo», relata
este docente valenciano.
Tomado de El Debate / España. En la imagen,
el profesor Alberto Torres.