Un poco de pan y carne casi hace
estallar la misión Gemini III
Desde
que se fundó la NASA, en 1958, fueron múltiples y variadas las anécdotas que se
sucedieron en torno a los viajes y misiones puestas en marcha por la agencia
espacial más importante del mundo entero. Sin embargo, hay una que quedó para
la historia, por lo insólito de su contenido, y será recordada como la vez
que un sándwich casi hizo saltar por los aires la misión Gemini III.
Transcurría
el año 1965, los astronautas John Young y Virgil Ivan
"Gus" Grissom estaban listos para partir al espacio con la misión
Gemini III, la primera en llevar dos personas a la órbita terrestre. Uno de los
objetivos era hacer investigaciones médicas sobre la alimentación durante el
vuelo.
Sin embargo, todo se arruinaría por "un antojo". Sucede que, poco antes de subir a la nave, el astronauta Young decidió romper las reglas y guardó en el bolsillo de su traje espacial un sándwich de carne curada que había sido comprado hace dos días atrás por el astronauta Wally Schirra, en una tienda en Florida.
Young
sabía que en el viaje lo esperaba un menú bastante limitado para alimentarse:
por protocolo, los astronautas solo tenían a disponibilidad bocaditos en forma
de cubo y alimentos en polvo liofilizados y semilíquidos que debían se
exprimidos de tubos de aluminio como los del dentífrico. Estas opciones, al
parecer, resultaban poco apetecibles.
Unas dos
horas después del despegue, Young sorprendió a Grissom con el inesperado
obsequio, que había ingresado de contrabando. El compañero de misión aceptó una
porción del sandwich y guardaron el resto en el bolsillo del traje, para evitar
que las migas quedaran flotando por la condición de microgravedad.
Sin
embargo, la "travesura" de los tripulantes complicaría las
cosas. El equipo de control de misión de NASA se enteró de lo ocurrido y
se encendieron las alarmas, puesto que los astronautas habían puesto en
riesgo Gemini III por varios motivos: uno eran las migas, que podían meterse
detrás de los paneles de instrumentos y generar problemas eléctricos; además,
por la falta de gravedad, estas también podían impactar en ojos de los
astronautas y causarles daños.
Otro
problema, aún más importante, era que uno de los objetivos de la misión
era realizar investigaciones de "biología espacial", que
incluían evaluar la alimentación de los tripulantes en el vuelo. Como
parte de estos estudios, Young debía alimentarse con comida espacial
específicamente autorizada por la NASA y Grimson no debía comer nada, porque de
lo contrario se alterarían los resultados finales del experimento. Ambos
incumplieron con esa norma al degustar el sándwich.
Por
fuera de la propia misión, algunos congresistas mostraron su indignación ante
tal hecho, dado los costes millonarios de las misiones espaciales. En una
revisión por parte del Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes,
en la que se llamó a testificar al administrador de aquel entonces, James
Webb, se estimó pérdidas por más de 30 millones de dólares.
En un
intento de justificar su accionar, y lejos de mostrarse arrepentido, Young dijo
más tarde que se había prestado demasiada atención al episodio y que se había
dejado de lado el éxito del principal objetivo de la misión, que era probar las
capacidades de maniobrabilidad de la nave y un sistema que había sido diseñado
para la misión cancelada Mercury-Atlas 10, en el que se inyectaba agua en la
cubierta de plasma que rodeaba la cápsula durante el reingreso.
Casi 60
años después, el sándwich gate es recordado por especialistas y aficionados,
mientras que en el Grissom Memorial Museum, en Indiana, se exhibe un sándwich
de carne curada en "honor" a ese momento.
Tomado de Página 12 / Argentina.