Inder Bugarin, corresponsal*
BRUSELAS, Bélgica. África es un
continente que arrastra múltiples problemas y desafíos, pero al mismo tiempo
transita por grandes cambios y por un contexto que ofrece múltiples oportunidades
al haberse convertido en un nuevo escenario de competencia entre grandes
potencias.
La aparición de múltiples actores
internacionales ha diversificado el abanico de socios entre los que pueden
elegir los países africanos. Reino Unido y la Unión Europea (UE) siguen siendo
socios importantes, pero no necesariamente los únicos ni los preferidos.
En las dos últimas décadas, China se ha convertido en un actor económico importante en África, mientras que Rusia tiene una presencia cada vez mayor en ámbitos militares y de seguridad, ha suscrito 36 acuerdos de cooperación bélica en la región. También ha crecido la influencia económica y política de los Estados del Golfo, Turquía, India y Japón, estos dos últimos, junto con China, son los destinos asiáticos con mayor número de representaciones extranjeras africanas.
África es aproximadamente tres
veces el tamaño del continente europeo, los desiertos y las tierras áridas
cubren casi dos tercios de su superficie y es hogar de alrededor de mil 400
millones de personas, es decir, 17% de la población mundial. Comúnmente se le
conoce como el continente olvidado, se dice que fue abandonado a su suerte
frente a los múltiples desafíos endémicos que arrastra, aunque en el fondo, la
corrupción, el mal gobierno, la fragmentación política, la manipulación
electoral, los conflictos armados y las divisiones étnicas han sido los mayores
obstáculos para el crecimiento, el desarrollo y la estabilidad.
De acuerdo con el "Atlas sobre
África" elaborado por Giovanni Faleg, Marleen de Haan y Christian
Dietrich, expertos del Institute for Security Studies de la Unión Europea
(EUISS, por sus siglas en inglés), la democracia ha retrocedido desde 2019 como
consecuencia de una serie de golpes de Estado, como es el caso de Malí, Burkina
Faso, Niger, Gabón y Guinea; la fallida transición en Sudán y la perpetuidad de
líderes totalitarios.
Por ejemplo, Guinea Ecuatorial está
en manos de Teodoro Obiang desde 1982 y Eritrea sólo ha conocido un presidente
desde su independencia en 1993, Isaías Afewerki.
De manera paralela, los conflictos
armados internos continúan deteriorándose y las tendencias dificultan las
perspectivas de estabilidad y crecimiento.
"En la última década, los
conflictos estatales y no estatales, las guerras civiles, el extremismo
violento y, por último, los golpes militares han aumentado en comparación con
otros continentes".
Los acontecimientos violentos
perpetrados por milicias se triplicaron de 2012 a 2022, mientras que el número
de víctimas mortales creció de 8 mil 918 a 21 mil 419.
La criminalidad en África ha
crecido sin freno desde 2019, aprovechando los desafíos geopolíticos,
económicos y sociales, sostiene el último informe en la materia elaborado por
Interpol y el Institute for Security Studies (ISS), con sede en Pretoria,
Sudáfrica. El mercado delictivo más extendido en África es la trata de seres
humanos, seguido por los delitos financieros, el contrabando de armas, los
crímenes relacionados con la biodiversidad y el cannabis.
Aunque en comparación con otros
mercados de la droga, la cocaína es el de mayor crecimiento desde hace cinco
años. Guinea-Bisáu desempeña un papel prominente en el tráfico de cocaína,
aunque los puertos de África oriental y meridional son cada vez más populares,
concretamente Sudáfrica, Mozambique, Tanzania y Kenia. "La intensidad del
extremismo violento ha aumentado en la última década. Los grupos extremistas,
que en un principio se localizaban principalmente en el Sahel y el Cuerno de
África, han ampliado su radio de acción a la costa de África occidental y al
África meridional. Esto plantea amenazas existenciales a las estructuras
políticas y la seguridad de los ciudadanos", alerta el EUISS.
A estas dinámicas se añaden
fenómenos meteorológicos extremos que provocan escasez de alimentos y agua, así
como los retos asociados a la educación, la salud, la expansión descontrolada
de la mancha urbana y el endeudamiento del Estado. La deuda pública de África
se duplicó entre 2010 y 2022 de 32.7% a 65%.
En el rubro sanitario, si bien
lograron superar las pandemias de ébola y el Covid-19, los países africanos
continúan batallando a distintos niveles. Cada año, cientos de miles de
personas mueren de enfermedades curables y prevenibles como la malaria,
causante de 594 mil muertes en 2021. Pero el rompecabezas africano no sólo está
compuesto por desafíos, también por oportunidades. Está experimentando una
profunda transformación social, económica y demográfica, al tiempo que adquiere
un protagonismo cada vez mayor en la geopolítica mundial. Si bien su participación
en la economía global es de sólo 3%, hospeda algunas de las economías de más
rápido crecimiento a escala planetaria; 12 de las 20 economías que más crecerán
este año, según el Fondo Monetario Internacional, son africanas, entre ellas,
Níger, que proyecta una expansión de 11.1%, y Senegal, con 8.8%.
Además, es el continente más joven,
según algunas proyecciones, uno de cada cuatro habitantes en el mundo será
africano en 2050; y dispone de enormes recursos naturales y minerales. El FMI
calcula que África subsahariana alberga cerca de 30% de las reservas minerales
críticas probadas. La forma cómo los africanos se ven en el contexto
internacional también ha ido evolucionando, ya no depositan sus esperanzas en
el asistencialismo, ni culpan de todos los males a las antiguas naciones
colonizadoras. "Los datos del Afrobarómetro muestran que quieren
satisfacer sus necesidades físicas y económicas básicas, pero sus aspiraciones
van mucho más allá. La autosuficiencia y la autonomía, así como una gobernanza
democrática, responsable y receptiva, forman parte de la agenda popular",
indica un reporte del EUISS sobre el futuro que los africanos.
"Los africanos no buscan
limosnas; quieren alcanzar el desarrollo económico y político con sus propios
recursos y en sus propios términos. Esto no significa que los africanos
rechacen la ayuda internacional, sino que prefieren mantener el control",
señala el documento en el que participa Gyimah Boadi, presidente del Consejo
del Afrobarómetro.
El tercer continente más extenso
también ha sabido posicionarse en el reajuste del orden internacional en curso.
"África se ha reposicionado en este cambiante contexto mundial. Este
reposicionamiento es positivo para África porque el continente ha sido capaz de
diversificar sus socios y labrarse un nuevo papel en este mundo multipolar
teniendo mayor representación", sostienen Lidet Tadesse Shiferaw y
Mariella Di Ciommo, en un reporte publicado el año pasado por el European
Centre for Development Policy Management (ECDPM), con sede en Maastricht, Holanda.
Entre los actores externos que se
disputan la plaza está China, que se ha convertido en los últimos años en el
mayor socio comercial, así como en el principal acreedor. La base de datos de
la Universidad de Boston calcula que los prestamistas chinos proporcionaron 170
mil millones de dólares entre 2000 y 2022. Las ambiciones globales de Rusia
tras la anexión unilateral de la península ucraniana de Crimea en 2014
renovaron el interés de Moscú por el continente, indican documentos del
Servicio de Investigación del Parlamento Europeo. Más allá del suministro de
armas, Rusia está implicada militarmente a través de instructores, firmas
bélicas como el grupo Wagner, y operaciones navales y aéreas.
La principal motivación de Turquía,
como potencia media emergente, para estrechar sus relaciones con los países
africanos es económica. África posee recursos naturales que Turquía necesita
para la industria y el sector manufacturero.
De acuerdo con el EUISS, "dada
la creciente multipolaridad del mundo y ante la proliferación de amenazas,
África se verá en el epicentro de las guerras de poder entre diferentes
jugadores que buscan expandir su presencia en el continente o intentar
debilitar a sus adversarios".
La Unión Europea, como actor que
exige respeto al Estado de derecho y las garantías individuales, "debería
contribuir a reforzar la responsabilidad, el liderazgo y los procesos
democráticos. Más allá del valor normativo de este enfoque, resulta estratégicamente
importante, puesto que las elecciones y los procesos de transición son
primordiales para que la región avance y mitigue la injerencia".
*Fuente del texto: El Universal / México.