El 7 de julio de 2024 quedará
grabado en la historia de la ornitología en Venezuela, como la fecha en la cual
se hizo el hallazgo del ave número 1.421 para el país megadiverso. Se trata de
la especie de ave
migratoria conocida como Rufo o Calidris pugnax, la cual se encontraba en la
planta de tratamiento de la laguna de Taiguaiguay, Cagua, municipio Sucre.
El
hallazgo lo hizo el biólogo Alfredo Correa, quien además es docente del
Instituto Universitario de Tecnología Pascal y miembro del grupo «Aves de
Venezuela». Ese domingo en la mañana será memorable para el hombre de ciencia,
ya que pudo distinguir aquel plumaje particular de una especie que veía por
primera vez; el Rufo se encontraba junto a Tegue Chico y Tegue Grande,
Playeritos Menudos, Playero Coleador, además de especies residentes como
Alcaravanes, Gallitos de laguna y Viudas Patilargas.
Luego de
una tomar una serie de fotografías y video, material que fue enviado a los
revisores de eBird para confirmación de la nueva especie para el país, lo cual
fue corroborado por los revisores del laboratorio de Ornitología de la
Universidad de Cornell, USA el cual tienen un proyecto mundial de Ciencia
Ciudadana sobre las Aves formado por más de 190 países en el mundo.
El Rufo,
es una especie migratoria que vive o se distribuye por Europa, Asia, África y
divagante en América y Australia, su nombre científico es Calidris pugnax. Su
área de apareamiento y cría lo realiza en el norte de Europa y Asia. La especie
en Venezuela había estado como hipotética desde la década de 1970, ya que había
un registro sin evidencia.
Biólogos de toda Venezuela han visitado a Aragua para la observación de esta ave.
Es
importante mencionar que hay una serie de aves migratorias que cada año, van
desde Norteamérica a Sudamérica debido al invierno boreal y llegan a la laguna
donde permanecen durante unos 4-5 meses alimentándose. Sin embargo, esta nunca
había sido registrada.
Se trata
de un ave que mide de 20 a 30 cm de alto, con una envergadura de 48-60 cm, pico
pequeño, cuello largo y cabeza pequeña.
Durante
el periodo reproductivo la coloración del plumaje cambia a marrón oscuro, pecho
rufo (rojizo) y es esta característica la que le otorgó su nombre.
Cabe
destacar que con el descubrimiento de esta nueva especie para Venezuela, el
país suma hasta ahora 1.421 especies, de las cuales 1.265 son residentes, unas
134 migratorias formadas por 116 migratorias Boreales es decir provienen del
hemisferio norte y 18 migratorias Australes que provienen del hemisferio sur.
Un día
después del importante hallazgo y durante 7 días continuos el biólogo Alfredo
Correa fue el guía de varios grupos de observadores de aves de diferentes
partes de Venezuela, pertenecientes a diversas organizaciones e instituciones,
vinieron hasta el estado Aragua para conocer, ver, fotografiar y filmar la
nueva especie.
¡Tenemos
nuevas aves para Venezuela, Aragua y la laguna de Taiguaiguay!
El
biólogo Alfredo Correa ha dedicado gran parte de su carrera al seguimiento de
una cantidad de especies de aves que se encuentran en el municipio Sucre del
estado Aragua, así como las presentes en todo el territorio nacional, siendo
Venezuela un país megadiverso con más de 1.420 especies de aves, lo que la
ubica como uno de los 16 países con mayor biodiversidad de aves del mundo.
Sin
embargo, el ave conocida coloquialmente como «Rufo», no fue la única en ser
avistada durante esta temporada, ya que el día 13 de julio, el profesor Correa,
junto a un grupo de observadores de aves del cual era guía, lograron captar una
nueva especie para el estado Aragua, denominada «Alcaravancito». «Es un ave pequeña
parecida al alcaraván normal que se encuentra en Venezuela», detalló Correa.
Esto no
fue todo, la primera semana de agosto también se descubrió una nueva especie
para la laguna de Taiguaiguay, que se trata de otro migratorio boreal de nombre
coloquial Playerito semipalmeado, de nombre científico Calidris pusilla.
«Un dato
importante de esta ave es que se reproducen en la zona ártica y migra de 8.000
a 10.000 km todos los años de ida y vuelta, es decir, el esfuerzo físico y
energético que gastan estas aves desde su lugar de reproducción hasta el
trópico es bastante alto», comentó el biólogo.
Asimismo,
el experto aseguró que estas especies migratorias están en Sudamérica durante
seis meses porque durante el invierno boreal hay mucho hielo y temperaturas muy
bajas que no les permite encontrar sitios para comer, así que se trasladan al
trópico distribuyéndose en Colombia, Ecuador, Perú Venezuela y parte del norte
de Brasil. Una vez recuperada su energía y que las temperaturas suben un poco
en el norte, migran otra vez al final de abril-mayo.
Asimismo,
detalló que Venezuela cuenta con dos entradas principales de aves migratorias,
una en la cordillera de la costa que es el paso de Portachuelo en el estado
Aragua, por donde entran desde el norte la mayoría de las especies a Venezuela.
En el caso del Rufo, la nueva especie para Venezuela, Correa asume que entró
por esta vía. «Una de las hipótesis que se tiene de por qué esta ave está aquí,
porque antes había sido reportada en Estados Unidos, las islas del Caribe como
Curazao y Bonaire, pero nunca para Venezuela, se debe a la condición climática.
«Hace un mes atrás la cola de un huracán pasaba por estas zonas y debido a esta
condición, pudo haber sido arrastrada y llegó hasta aquí», precisó.
Luego de
una vida entera dedicado al estudio y la observación de aves, de haber sido
formado desde su infancia en el amor y respeto por la naturaleza, Correa hizo
aquella importante fotografía que envió a distintas plataformas para asegurarse
de que no estuviera registrada para Venezuela.
«Me
comuniqué con el supervisor de una reconocida organización en Estados Unidos,
el venezolano Luis Alberto Mateo y luego de una espera que resultó
interminable, me respondió: Alfredo felicitaciones, tienes una nueva especie
para Venezuela», relató.
LA
LAGUNA DE TAIGUAIGUAY
Es importante destacar que la laguna de Taiguaiguay es una localidad hostpost,
es decir, un sitio de alta observación de aves reconocido mundialmente; se
trata del humedal de mayor biodiversidad de aves acuáticas y asociadas a
ambientes acuáticos del estado Aragua.
Su conservación y protección son vitales para la supervivencia de las especies
de aves residentes como las migratorias, ya que proporciona refugio y alimento
a muchas especies de aves playeras, migratorias y residentes.
Esta
laguna se encuentra entre los municipios Sucre, José Ángel Lamas y parte del
municipio Zamora y es una de las áreas más ricas en biodiversidad de aves
acuáticas de la región central y en estos momentos se encuentra en proceso de
tratamiento, razón por la cual existe una planta de recuperación que está en
proceso de adaptación. Al parecer, el avistamiento de estas aves es un buen
pronóstico para este lugar.
«La
planta de tratamiento es de tipo mecánico, es decir, no utiliza ningún tipo de
químico para remover las aguas residuales», comentó el biólogo, quien además
aclaró que no es la fuente idónea para proporcionar detalles del trabajo que se
ha venido realizando allí.
«Desde
diciembre del año pasado comenzó el proceso de rehabilitación y adecuación de
la planta de tratamiento, pues es necesario conservar la laguna debido a la
cantidad de aves acuáticas, reptiles y otras especies que existen en esta zona
que es antrópica, es decir que el hombre ha puesto su mano de obra en ella.
Actualmente, también existe un proyecto en la entrada de Bella Vista, de un
parador agroturístico, el cual la gobernadora del estado Aragua informó que
será un sitio de observación de aves.
Laguna
de encuentros entre cantos de aves
«Ese
pelirrojo engreído», pensaba el alcaravancito, cuando en los días lluviosos de
julio se aparecía aquella ave extraña de continentes lejanos, «Rufo», así le
decía el Playerito, otro forastero que en esta oportunidad, también inició su
aventura en la laguna de Taiguaiguay.
Rufo, con su plumaje reluciente, era el ave más engreída de su bandada;
Playerito, un extraño viajero con un canto melodioso, había llegado buscando un
hogar temporal y Alcaravancito, con su corazón noble y su risa contagiosa, era
el amigo fiel de ambos.
Los tres
volaban distraídos, disfrutando del cálido sol, cuando una fuerte ráfaga de
viento los arrastró hacia un lugar desconocido: la laguna de Taiguaiguay.
Al
principio se sintieron perdidos y asustados. Las aves locales, con sus cantos
extraños y sus costumbres diferentes, los miraban con curiosidad. Pero poco a
poco, gracias a la amabilidad de Alcaravancito, fueron rompiendo el hielo y
forjando nuevas amistades.
Sin
embargo, su tranquilidad se vio interrumpida cuando un misterioso humano
comenzó a acecharlos. Las aves se asustaron, creyendo que era un cazador. Rufo,
aterrorizado, se escondió entre los juncos. Playerito, con su astucia, ideó un
plan para despistar al intruso, pero Alcaravancito, con su valor se enfrentó al
humano, tratando de hacerle entender que no querían ser atacadas.
Un día,
escucharon un sonido extraño: «chic, chic, chic» y todas las aves se quedaron
inmóviles, el corazón latiéndoles a mil por hora. Pero pronto se dieron cuenta
de que no era un disparo, sino el sonido de una cámara- ¡Qué artefacto tan
extraño!- exclamaban.
El
humano, con una sonrisa amable, les explicó que llevaba años esperando poder
capturar su belleza, que por favor, le dieran su mejor ángulo, para que en el
mundo entero vieran lo maravillosas que eran.
Sorprendidas
y conmovidas, las aves decidieron confiar en él. Durante los siguientes días
compartieron momentos inolvidables con el humano y otros amigos suyos.
Descubrieron que no todos los humanos eran peligrosos y que al contrario podían
ser grandes aliados.
Las aves
y los humanos han forjado lazos de amistad para la conservación
Cuando llegó el momento de partir, las aves se sentían tristes por dejar su
nuevo hogar, pero también emocionadas por compartir sus aventuras con sus
compañeros. Antes de despedirse, Rufo, con voz temblorosa, agradeció a todos
por su amistad, Playerito, con su canto melodioso, les prometió volver y
Alcaravancito, con una sonrisa radiante, les dijo que siempre llevarían a
Taiguaiguay en sus corazones.
Así, las
tres aves emprendieron su viaje de regreso, llevando consigo la esperanza de un
futuro mejor y la certeza de que en algún lugar del mundo, siempre habrá
alguien dispuesto a ofrecerles una mano amiga.
Es por
eso que ahora, en la laguna de Taiguaiguay, las aves locales continúan
esperando su regreso, con la ilusión de volver a escuchar los cantos de Rufo,
Playerito y Alcaravancito. Esperan que los humanos sigan siendo aliados y que
aquel humedal que les da la bienvenida cuando el frío ataca, lo consigan cada
vez más limpio.
CHIQUINQUIRÁ
RIVERO -Tomado de El Siglo / Maracay.