Por Enrique Ochoa Antich
Todas las encuestas reputadas informan de una ventaja, que supera los 10
puntos, a favor de la candidatura de Edmundo González Urrutia (el candidato por
el cual yo voy a sufragar). Entonces, ¿por qué ningún sesudo analista ni menos
aún los políticos con experticia electoral damos por hecho un resultado
semejante? ¿Por qué se ve tan difícil esa victoria? Es la pregunta que
trataremos de responder en estas líneas.
La aviesa mentira del
80-20
Algunos… tal vez los más por supina ignorancia, pero otros con la aviesa intención de legitimar por anticipado el desconocimiento de los resultados en caso de que éstos no los favorezcan… divulgan la alucinada hipótesis de un 80-20 contrario al presidente Maduro. Es decir, se miente a conciencia. Presa de un súbito delirio, así lo proclamó la que dice que es candidata aunque no lo es: https://awsbyt.com/destacado/maria-corina-cero-triunfalismo-podemos-estar-80-20-pero-aqui-hay-que-organizarnos. La desprestigiada empresa Mercanálisis, sin ningún acierto en sus predicciones pasadas, dice algo semejante.
La ecuación es fácil: si la
población compra esa peregrina ilusión, ningún cómputo favorable a Maduro
lucirá creíble, y los opositores no podrán explicárselo sino con un único
razonamiento: el fraude.
A mi modo de ver, los números son otros.
¿Y si Maduro gana?
Ya lo he escrito antes: Maduro puede ganar. Y tal vez la tarea más
urgente es que el liderazgo moderado de la PUD y en general de la oposición
internalice esta posibilidad para que, al momento de la verdad, no se deje
arrastrar al desbarrancadero extremista, como pasó en 2016.
Explico en qué baso mi percepción. El punto de partida de esta certeza
es que, a diferencia de muchos otros, trabajando más con cifras relativas y no
absolutas, sostengo que el
partido-Estado-PSUV-Maduro (voten cuantos voten, 10, 11, 12, 13 millones),
obtendrá alrededor de un lecho de roca de un 30% del registro electoral. Es
decir, ese 30% del registro electoral
(del registro electoral disponible,
es decir, deduciendo la cifra imponderable de los electores migrantes) puede
representar el 35 e incluso el 40% de los que voten. Eso depende en particular
de la abstención.
Mi teoría es política, no numérica. Nadie discute que en 2018
teníamos una Venezuela en shock: por
primera vez en 150 años de historia republicana (desde los tiempos de la guerra
federal), la nación conocía la devastadora conjunción de desabastecimiento e híperinflación.
Veníamos de las protestas sangrientas de 2017. Tanto fue así que la MUD de
entonces creyó que la abstención y luego el infame “interinato” y las mal
llamadas “sanciones” gringas podrían derrocar al gobierno. Maduro, además, no tenía
frente a sí un candidato desafiante con posibilidades de victoria, como tiene
hoy, lo que entonces no compactaba sus filas. Sin embargo, y a pesar de todo
este desquicio, Maduro ganó. Siendo minoría, sí. Pero ganó. Con el 30% del
registro electoral (y si dedujéramos los electores migrantes, que ya para
entonces eran más de 3 millones, tal vez podríamos hablar de un 36%).
Aquel shock emocional de 2018
ya no existe hoy. Hay abastecimiento. La inflación parece estar controlada (por
ahora). No hay protestas violentas en las calles. Pero hay hastío, hartazgo, y
un inconmensurable deseo de cambio que hasta la propaganda oficialista intenta
interpretar. Mi percepción actual es que EGU debe estar recibiendo una
intención de voto del 40 o 45% del registro electoral, pero es solo una percepción. Si ponemos eso en números,
tenemos lo siguiente:
●
Si
la candidatura de Maduro puede rondar, más o menos, un 30% (insisto, convicción
política más que estadística) y la abstención alcanza un
25% (el mínimo en 31 años y siete elecciones presidenciales es 20), tendríamos
que a TODA la oposición le va quedando un 45% disponible. Es rudo pero es real.
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La
pregunta es cuánto obtendrán los “otros”. En lo personal, me inclino a pensar
en una cifra que puede rondar el 7%, si no más. Si este fuese el caso,
tendríamos a EGU en 37 y a Maduro en 30%.
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¿Qué
pasa, a quién afecta si, como dicen muchas encuestadoras, la abstención no es
del 25 sino del 30%? Poniendo los pies en el piso, yo le quitaría esos 5 puntos
a EGU y no a Maduro, cuya votación es militante.
Así, tenemos a EGU en 32 frente al 30 de Maduro.
Pero no conviene olvidar que entre la “intención” de voto y el acto
comicial hay muchas mediaciones.
Destaco cinco: capacidad de movilización organizada (nadie discute que la del partido-Estado
es superior), el “voto asistido”, los 4 millones de votantes registrados en los
centro electorales con una sola mesa (algunos muy remotos), capacidad de boicot de la votación contraria,
instrumentalización de las peculiaridades del sistema electoral a favor de
quienes ejercen (sin escrúpulos) todo el poder.
Mañana la última parte de este artículo: La falla de origen, La “avalancha”, El día después.