"Fuimos injustamente detenidos, asesinados y duramente
golpeados con barras de hierro y sujetos a todo tipo de torturas", afirma Muazzaz
Abayat.
Los padres de Muazzaz Abayat apenas
reconocen a su hijo tendido en la cama de un hospital donde se recupera de
nueve meses de detención en una cárcel israelí. Su cuerpo fornido ha perdido la
mitad de su peso, sus mejillas quedaron hundidas y su pelo enmarañado.
"Volví de entre los
muertos", dice el palestino de 37 años a la AFP desde el hospital en
Belén, en Cisjordania ocupada.
Abayat, carnicero de profesión, fue
arrestado sin explicación el 26 de octubre, unas dos semanas después del ataque
sin precedentes de Hamás contra el sur de Israel que desencadenó la guerra de
Gaza.
Estuvo preso en una cárcel en el desierto del Néguev, oficialmente bajo detención administrativa, lo que significa que podía ser retenido sin cargos ni juicio por un largo periodo.
"Me arrestaron en casa, no
rodeado de combatientes, sino de mis hijos y mi mujer embarazada", dice
Abayat, cuyo sexto hijo nació en su ausencia.
Los arrestos de palestinos de
Cisjordania se han disparado desde el inicio de la guerra del 7 de octubre, a
menudo mediante detenciones administrativas.
Según el Club de Prisioneros, una
oenegé palestina, unos 9.700 palestinos se encuentran actualmente en prisiones
israelíes, entre ellos cientos bajo detención administrativa.
La organización estima que los
arrestos se han duplicado desde el 7 de octubre en comparación con el mismo
periodo de un año antes.
La violencia también ha arreciado
en este territorio ocupado, donde al menos 572 palestinos han muerto a manos de
tropas y colonos israelíes desde el estallido de la guerra en Gaza, según las
autoridades de Cisjordania.
Al menos 16 israelíes han muerto
por ataques palestinos, según los datos de Israel.
En un video que se hizo viral en
redes sociales de la liberación de Abayat, el hombre aparece cojeando y
apoyándose en otro hombre para caminar, con su mano derecha con aspecto de
estar paralizada.
- "No era el mismo
Muazzaz" -
"Ningún humano en la faz de la
tierra puede imaginarse cómo ha sido la vida", dice el hombre palestino,
definiendo su cárcel como el "Guantánamo del Néguev" en referencia a
la prisión estadounidense en Cuba donde recluyeron a presos después de los
ataques del 11 de septiembre de 2001.
"Fuimos injustamente
detenidos, asesinados y duramente golpeados con barras de hierro y sujetos a
todo tipo de torturas", afirma Abayat.
La administración penitenciaria de
Israel dijo a la AFP "no estar al tanto" de las alegaciones de este
exrecluso.
"Todos los prisioneros están
detenidos de acuerdo con la ley. Todos los derechos básicos están completamente
implementados por guardias de prisión profesionalmente formados", dijo un
portavoz del Servicio de Prisiones de Israel (IPS) a la AFP.
"El prisionero fue examinado y
tratado médicamente por los mejores doctores del IPS durante su
encarcelamiento", agregó este vocero, señalando que Abayat podría haber
presentado una queja si quería.
Enseñando sus piernas escuálidas y
magulladas, Abayat relata que le golpearon con barras y cadenas y asegura que
todavía le duele todo el cuerpo.
"Nos daban 10 o 12 frijoles
con un poco de col y teníamos que sobrevivir con eso desde las 7 de la mañana
hasta la cena", recuerda para explicar su drástica pérdida de peso.
Un fotomontaje del antes y el
después de la detención publicado en línea muestra a un hombre musculoso con la
cabeza rapada y la barba recortada, completamente distinto al cuerpo raquítico
con un pelo desmelenado y barba desaliñada que se recupera en el hospital de
Belén.
"Esto basta para decirte lo
que me ha pasado", dice sobre las fotos.
Su padre Khalil Abayat explica a la
AFP que su hijo "era un hombre que pesaba unos 100, 110 kilos y estaba
musculado".
Cuando Muazzaz se puso sobre la
báscula del hospital el miércoles, esta señaló un peso de solo 54 kilos.
"Cuando vi a Muazzaz, no era
el mismo Muazzaz que era mi hijo antes de su arresto", afirma el padre,
impactado también por su estado de confusión. "No me reconoce, está
desorientado y su salud está muy débil", lamenta.
Sin embargo, Khalil explica que los
doctores se muestran confiados en que la condición de su hijo iba a mejorar. De
momento ya come más.
Desde la cama hospitalaria, Muazzaz
admite que ha "olvidado cosas".
Pero también puntualiza que su
libertad todavía no es completa.
"He dejado una prisión pequeña
por una prisión grande", afirma en referencia a la ocupación israelí de
Cisjordania.
AFP / Tomado de yahoo noticias en español. Imagen: MOSAB
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