David Brooks y Jim Cason,
corresponsales
Nueva York y Washington. Cuando
el maestro del terror expresa pánico y recomienda que huyas, las cosas van de
mal en peor con Joe Biden, quien rechaza (¿demasiado?) tajantemente que no
abandonará su candidatura presidencial, pese al creciente e incesante coro en
su Partido Demócrata y sus aliados que lo insta a hacerse a un lado para salvar
al país de un triunfo de su contrincante.
Stephen King, el más reconocido autor de literatura de terror en Estados Unidos, se sumó ayer a una larga lista de personalidades y donantes, incluyendo el famoso director de cine Rob Reiner, el cofundador de Netflix, Reed Hastings, otros millonarios que habían donado anteriormente, la junta editorial de The New York Times, así como reconocidos comentaristas, que recomiendan que Biden ya suelte las riendas como aspirante a la relección.
Desde su desastroso debate con
Trump hace poco más de 10 días, Biden se ha visto obligado a rechazar la
opinión de la mayoría de los votantes encuestados y de diversos sectores de la
coalición demócrata, que no desean que siga buscando quedarse en la Casa
Blanca, mientras analistas señalan que está perdiendo contra Trump y que no ha
despejado las serias dudas de que es capaz de repetir como líder de la potencia
que es Estados Unidos.
Biden avisó a sus principales
patrocinadores que se mantendrá en la contienda y también envió una carta ayer
a los legisladores federales, correligionarios suyos, declarando que estoy
plenamente comprometido en permanecer en esa contienda, de hacerlo hasta el
final, y en derrotar a Donald Trump.
Insistió en que no estaría en la
contienda si no creyera absolutamente que soy la mejor persona para
derrotar a Trump. Todo como parte de un intento de frenar la hemorragia de
apoyo de las filas de su propio partido.
Pero otro diputado federal
demócrata más –y esta vez un veterano de la fuerza política que lo abandera y
entre los más influyentes en política exterior–, Adam Smith, llamó públicamente
a que Biden se retire tan pronto sea posible, sumándose a un grupo cada
vez más grande de sus colegas, incluyendo Raul Grijalva y por lo menos otros
seis legisladores –muchos de alto nivel– que públicamente han expresado lo
mismo; se sabe que muchos más han manifestado en círculos privados sus dudas
sobre la viabilidad de extender su gobierno.
Más aún, como reporta The
Washington Post, aparentemente hay un consenso entre senadores
demócratas de que Biden necesita hacerse a un lado, y que algunos de sus
aliados en el sector financiero y otros grandes donantes siguen debatiendo si
el actual mandatario debería de continuar.
Biden atacó ayer a
las élites de su partido, declarando en una entrevista telefónica con
MSNBC: “me están frustrando las élites… si estos tipos piensan que no debería
estar en la contienda, que hagan campaña contra mí, anuncien que buscan (la
candidatura de presidente), que me reten en la convención (nacional del Partido
Demócrata en agosto)”, dijo, argumentando que las bases quieren que él sea el
candidato.
Sin embargo, la demoscopía no lo
confirma, pues tres de cada cuatro votantes consideran que Biden es demasiado
viejo para repetir como jefe de la Casa Blanca, de acuerdo con una encuesta
de The New York Times/Siena, mientras el sondeo de CBS News
registra que 72 por ciento de los ciudadanos empadronados opinan que no debería
contender.
Los suplentes
Y lejos de lograr imponer su
versión sobre la narrativa, la especulación sigue minando su viabilidad con el
nuevo deporte entre comentaristas: adivinar quién será su sustituto, con
evaluación de las movidas de cada uno de quienes podrían tomar su lugar –desde
su vicepresidenta Kamala Harris, a un par de gobernadores y senadores, entre
otros–.
Todos los días también surgen
nuevas versiones sobre la condición del presidente. Ayer, medios como USA
Today y The New York Times revelaron que un experto
en la en-fermedad Parkinson del Centro Médico Militar Walter Reed había
visitado la Casa Blanca ocho veces entre julio de 2023 y marzo de este año, una
de ellas para verse con el doctor del presidente. No se sabe con precisión qué
hacia el especialista ahí, ni con quién más se vio (aunque el Times publicó
una foto del médico caminando con Biden en la Casa Blanca el año pasado). El
doctor y la Casa Blanca han rehusado comentar sobre el asunto.
La noche de ayer, la Casa Blanca
difundió una carta de Kevin O’ Connor, el médico del presidente, en la que
explica que el galeno experto que visitó la Casa Blanca es un neurólogo que
participa como parte del equipo médico que evalúa anualmente la salud del
mandatario y cuyos resultados se hacen públicos –en el más reciente se afirma
que Biden no padece ningún problema neurológico–.
Todo esto ha logrado minar la
estrategia central de los demócratas de enfocar la campaña electoral
exclusivamente sobre Trump y la amenaza que representa a la democracia.
Para Trump y sus aliados, todo esto
es un regalo inesperado. Joe Biden está por salirse de la contienda. Tú lo
sabes. Yo lo sé. Todos los saben. Puede ocurrir en cualquier momento, fue uno
de los mensajes de campaña de Trump ayer.
Por su parte, el senador Bernie
Sanders –aun entre los políticos más populares del país– buscó cambiar el
enfoque sobre los individuos a uno sobre políticas, declarando que los
demócratas pueden ganar esta elección si abordan las necesidades de la
clase trabajadora. Tienen que enfrentar la avaricia del empresariado estadunidense
y la desigualdad masiva de ingreso y riqueza; elevar el salario mínimo y
ampliar programas de salud, re-ducir la pobreza infantil, cancelar deudas
médicas, construir vivienda para personas de pocos ingresos y hacer que
los muy ricos paguen lo debido en impuestos para finan-ciar programas
sociales.
Enfatizo que el pueblo
estadunidense quiere el cambio. Será o el cambio de las políticas reaccionarias
y xenofóbicas de Trump o el cambio que beneficie a las familias trabajadoras.
Tomado de La Jornada / México.