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06 junio, 2024

MENSAJE A GARCÍA. EL DILEMA DE EDMUNDO: SER O NO SER

Gustavo Márquez Marín / Opinión

            “To be, or not to be, that is the question”

                    Hamlet, William Shakespeare                     

   Según los pronósticos de diversos sondeos de opinión, en las elecciones presidenciales del 28 de julio podría resultar triunfador el candidato Edmundo González Urrutia (EGU), quién entró en la escena electoral “en junta” con su tutora ad hoc, la lider de la derecha extremista libertaria par de Milei, María Corina Machado (MCM). Se trata de un “fenómeno electoral” nuevo en Venezuela que ha hecho posible lo que parecía imposible, que una persona desconocida para el común, que nunca había participado en las lides políticas ni ejercido u optado a cargos de elección popular alguno, en apenas pocas semanas ha subido como la espuma en preferencias de votos, posicionándose como favorito para desalojar del poder al régimen autoritario del partido-Estado presidido por Nicolás Maduro. Ésta metamorfosis kafkiana es producto de la “magia” del uso masivo de las redes sociales, alimentadas por el “Big Data” procesado por sistemas inteligentes, sutiles e intangibles, para ejecutar una costosa campaña de publicidad basada en la exacerbación de la emocionalidad destinada a moldear la opinión pública, como ocurrió con el “milagro electoral” de Obama ¿Recuerdan? Éste artificio, digno de un Houdini en el cenit de su carrera, ha desnudado las enormes grietas que tiene nuestra democracia en la era de la posverdad a la cual asistimos. Hubo un ensayo fugaz rutilante que probó la enorme eficacia de ésta “magia virtual” con la puesta en escena de Corina II. El trasfondo de éste juego de simulaciones que busca ilusionar a un pueblo que anhela un cambio político, es que el mango del sarten lo tiene el sector opositor liderado por MCM, identificado con la derecha extremista respaldada por el gobierno de EEUU y la internacional de la ultraderecha neoliberal que se expresa en el eje Milei-Vox-Trump-Natanyahu, caracterizada por tener un pensamiento supremacista, hegemónico y neoliberal.

La campaña electoral de EGU es atípica porque no es él, sino MCM quién realiza los recorridos y actos políticos solicitando el voto para él para que ella pueda ser “presidenta”. Ésta jerga contiene implícito el metamensaje de que ella es quién tiene los votos y la legitimidad, pero por haber sido inhabilitada injustamente por el gobierno, será EGU quién estará formalmente en el cargo ergo ella gobernará a través de él. Esto significa que el programa de gobierno que se aplicará es el que MCM presentó a sus aliados en Washington, “Venezuela tierra de Gracia”, construido desde una perspectiva neoliberal. Así mismo, la concepción de la transición dominante será la contenida en el inconstitucional “estatuto que rige la transición a la democracia”. que sirvió de “marco legal” y político al espurio gobierno interino del títere pitiyanky Juan Guaidó, que siguen considerando “vigente”. De hecho MCM no se ha pronunciado en contra y tampoco respecto a que la Asamblea Nacional de 2015 se mantiene activa a pesar de que su período venció en 2021 y su financiamiento se lo da el gobierno de EEUU echando mano a los activos que ilegalmente le quitó al pueblo venezolano. La campaña de la señora Machado tiene el propósito de promover un supuesto “endoso”, del “capital electoral”, que acumuló luego de ganar en las primarias de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), al novel candidato “emergente” asumido por ella como su “alter ego” o sea, como “su otro yo”. Así se ha puesto en escena la relación instrumental que mantiene EGU con la autodenominada “líder de la oposición”, reconocida así por él mismo en sus primeras apariciones en los medios de comunicación. Sin embargo, EGU ha venido exhibiendo últimamente un discurso moderado, pausado y dialogal, aunque sin deslindarse del discurso radical de su tutora, a la cual siempre se refiere como la “líder fundamental” que lleva las riendas del proceso. Ésta dualidad discursiva, llena de ambigüedades, no ha permitido despejar la sombra de dudas que cae sobre la autonomía de su liderazgo.

En éste escenario surge una duda razonable que nos interroga: ¿Será capaz EGU de saltar de “actor suplente” a “actor principal” de la obra para interpretar el guion original que llene las expectativas de todo el público y no solo de un sector del auditorio? El único que tiene esa respuesta es el propio EGU. Ese es su dilema shakesperiano, ser o no ser candidato “per se” con la conciencia y la voluntad de impulsar una estrategia que haga posible que pasemos el río sin ahogarnos en el intento y nadar aguas arriba hacia nuevos y mejores horizontes de soberanía plena, democracia real y bienestar social. La principal incertidumbre a despejar es si EGU tiene o no el talante, la visión de estadista y la autonomía para conducir, en un escenario polarizado, un proceso tan complejo de transición hacia el restablecimiento de la constitución y la democracia. Se despejará ésta incógnita en la medida en que él demuestre con gestos concretos, su disposición real a participar como “manager” y no como “coach”, lo cual implica deslindarse del discurso radical de la señora Machado. Alguien podría objetar que esa aspiración no tiene soporte real porque quién posee la confianza y el respaldo de la mayoría del pueblo opositor no es él sino ella. De hecho MCM le está diciendo a la gente que votando por Edmundo, su “alter ego”, están votando por ella como “candidata presidencial”/ legítima, lo cual supone una “identidad” entre ambos. Se infiere que quién tendrá la representación popular es ella y no él, lo cual es una contradicción en sí misma, porque la delegación de la soberanía popular se otorga intuitu personae a través del sufragio y es intransferible. Por lo tanto, si EGU resulta electo con el respaldo de los afectos a MCM y el resto de los electores independientes o de otras tendencias políticas, sería él quien tendría la facultad y la responsabilidad exclusiva e intransferible de gobernar atendiendo el mandato del pueblo y la Constitución.

Por cierto, el llamado “endoso” de los votos de MCM a EGU encierra un “paquete chileno”, porque tal como revelan las encuestas serias que han hecho seguimiento a la opinión pública desde 2023, se han identificado cuatro tendencia sostenidas: La tendencia a la despolarización que se manifestó en la reducción del sector donde se ubican los dos polos que se disputan el poder, el gobierno y la oposición, e igualmente al ensanchamiento del sector no alineado que se declara independiente. Ésta tendencia ha sido consistente con el incremento progresivo de la pérdida de credibilidad y de confianza en los partidos y en el liderazgo político de ambos polos, incluyendo el de MCM. La segunda tendencia es hacia el crecimiento del rechazo al gobierno de Nicolás Maduro hasta cifras del 80%, aunque ese rechazo no se había visto reflejado en el crecimiento de la oposición pero si en el crecimiento de la predisposición a la abstención. A partir del anuncio de adelanto de las elecciones presidenciales para el 28J, se identificó una tercera tendencia que mostró el incremento progresivo a la participación electoral. La cuarta tendencia que se detectó es a la concentración del voto opositor a partir de las primarias de la PUD donde resultó triunfadora MCM, la cual no solo exhibió su tradicional postura inmediatista y disruptiva enblematizada en el “Maduro vete ya” de las explosivas guarimbas de 2017, sino también, su deslinde radical con el liderazgo tradicional de los partidos opositores del G4, especialmente de sus líderes más conspicuos, los excandidatos presidenciales Henrique Capriles y Manuel Rosales, quienes fueron objeto de una intensa campaña en las redes sociales acusándolos de “alacranes” por haber negociado con el gobierno y los cuales finalmente optaron por retirarse de la contienda. Ésto último le permitió a MCM, a pesar de cargar con el estigma de haber estado en los últimos 20 año en la primera plana de esa élite política opositora fracasada, irrumpir “renovada” como la opción portadora de la “fuerza moral” para defenestrar del poder a Maduro y su gobierno autoritario. La alta participación en las primarias como antesala de las elecciones presidencias, fue consecuencia de la irrupción parcial de la presión popular latente provocada por el rechazo al gobierno autoritario de Maduro y la voluntad colectiva de cambiarlo a través del voto. Luego de asumir “por ahora” la ruta electoral y lograr sintonizarse con ese sentimiento del pueblo opositor, MCM fue legitimada cómo candidata presidencial de ese sector de la oposición, a pesar de que sobre ella pesaba una inhabilitación y la voluntad expresa del gobierno de impedir “a toda costa” su participación en la elecciones del 28J. Eso se sabía antes de las primarias y quizás por esa razón, tanto Capriles como Rosales se retiraron del proceso interno y propusieron la búsqueda de una candidatura de consenso, pero más pudo el deseo de MCM de imponer su liderazgo a troche y moche, que la búsqueda de un acuerdo en la oposición para garantizar el triunfo.

Ante la inhabilitación inconstitucional de MCM y el bloqueo por el CNE de su sustituta Corina Yoris, ese sector de la oposición, en el que participa la organización política “Vente Venezuela” en la que ella milita, la PUD decidió postular por unanimidad a EGU como su candidato presidencial. Pero como señalamos antes, es MCM quien viene actuando como “candidata presidencial de facto” bajo la premisa de que ella es quien tiene la “legitimidad” y la capacidad de “endosar” su respaldo electoral a su “alter ego”, cómo quien otorga un poder a otro para que lo represente. El uso de la figura del “endoso” encierra el ácido de un profundo desprecio elitista de la capacidad de discernimiento de nuestro pueblo. Pero si EGU es electo el 28J será él quien recibirá la delegación del pueblo, a través del sufragio, del poder para ejercer la jefatura del Estado, sin más limitaciones que las establecidas en la Constitución y la ley, y él está obligado a su estricto cumplimiento.

Artículo 5: “La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente a través de las formas previstas en esta Constitución y en la ley, indirectamente mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”

Para que EGU se convierta en una opción “per se” con capacidad real, no solo de canalizar el rechazo de más de 80% del pueblo venezolano al régimen autoritario de Nicolás Maduro y su disposición al cambio político, sino también, de convertirse en el conductor y facilitador de la transición hacia la reunificación del país y la restitución del régimen constitucional para salvar la república e iniciar el proceso de superación de la crisis, debe aprovechar ésta posición inédita en la que lo colocó la historia, sin esguinces ni disimulos y sin ínfulas de nuevo mesías o caudillo de ocasión, para asumir el liderazgo que reclama la Nación con el propósito de impulsar la reconstrucción del país sobre nuevas bases sostenibles, priorizando la atención de la emergencia social compleja, y el restablecimiento de la institucionalidad democrática, del estado de derecho y de justicia. Ser percibido como el “alter ego de MCM lo convierte en el instrumento para la aplicación del proyecto libertario neoliberal extremista y como intermediario de los grandes intereses económico y políticos foráneos que ella encarna. Cuando EGU adhiere incondicionalmente el liderazgo de MCM, está compartiendo el llamado que en distintos momentos hizo ella a la intervención militar extranjera y a la aplicación de sanciones económica muy duras contra el pueblo, por los gobiernos de EEUU, Europa y de otros países. También está asumiendo su falta de sentido de pertenencia y apego a la soberanía y autodeterminación de la Nación. No es precisamente ella quién expresa la voluntad colectiva del soberano pueblo Venezuela ni los intereses de la Nación, más allá de su popularidad pasajera con su ropaje de “mesías salvadora”.

Si EGU opta por no ser el alter ego de MCM y ser el candidato presidencial que impulse un gobierno de unidad nacional y no solo de un sector de la oposición, debe mostrar su disposición de ponerse al frente de una transición pacífica hacia la restitución de la constitución y el restablecimiento de la democracia, a través de un acuerdo de gobernabilidad negociado de coexistencia pacífica con el gobierno, en el cual se den garantías satisfactorias para ambas partes en el marco de la constitución. Debe ganarse la confianza de la Nación manifestando su voluntad de trabajar para que cesen las confrontaciones estériles que nos empobrecen e impiden salir de la crisis. Ese es el dilema de Edmundo. Ser o no ser el líder de la transición pacífica hacia la democracia o aquel que actuó como un instrumento de la ultraderecha neoliberal, para imponer su agenda extremista, profundizando con ello la polarización y la crisis para truncar una vez más las esperanzas del pueblo venezolano. El pueblo espera sus señales y gestos que den la pauta de su compromiso.