La primera ministra de Italia,
Giorgia Meloni, ha pasado de asustar a Europa a ser uno de sus rostros más
poderosos. Tanto, que hoy día es agasajada por la derecha y la ultraderecha
europea.
Las
metamorfosis de la italiana Giorgia
Meloni han empezado desde lejos para llegar hasta aquí. Pero puede que
aún no se haya completado.
La
primera ministra de Italia, en su juventud una ultraderechista de retórica
encendida y militante del (difunto y entonces minoritario) partido posfascista
Movimiento Social Italiano, se ha transformado en un rostro imposible de evitar
de cara a la Europa que surgirá de las elecciones del bloque, entre este 6
y 9 de junio.
Meloni es una protagonista de la política europea, tanto para aquellos que intentan obstaculizarla, como para quienes buscan atraerla a su orilla, que actualmente son varios.
Agasajada
por la derecha y por la ultraderecha en el continente, Meloni parece estar en
un buen momento, con la mira puesta en lo que ya sugiere el eslogan de su
campaña electoral: el objetivo primero es que “Italia cambie a Europa”. Es
decir: ser protagonista, ganar o estar con quien gana, jugándose
hasta el final todo cartucho para ser parte del poder que cuente en las futuras
instituciones europeas. Todo mientras, incluso dentro de su espectro político,
se consuman guerras intestinas.
Sus
decisiones en política exterior han sido clave en este camino. Fiel atlantista,
Meloni se ha alejado -desde que es mandataria- de la retórica antieuropea de
sus años en la oposición y ha respaldado gran parte de las decisiones más
importantes del bloque, entre ellas el apoyo a Ucrania ante la guerra que
Rusia mantiene en el país.
También
ha sido el rostro más razonable del bloque ultraderechista europeo, integrado
también por personajes más disruptivos, como el primer ministro de
Hungría, Viktor Orban.
Fiel
atlantista
Resultado
de ello ha sido también su acercamiento a la presidenta de la Comisión Europea
(CE), Ursula von der Leyen, durante cuyo mandato firmó la
reforma del Pacto de Estabilidad y el Acuerdo Migratorio, así como implemento el
PNRR, el plan Nacional de Recuperación y Resiliencia, ligado a los fondos
europeos para la pospandemia.
Con la
alemana, también se ha consumado el acercamiento al centroderechista Partido
Popular Europeo (PPE). Esto pese a ser Meloni, la líder del grupo europeo
de los Conservadores y Reformistas, y Von der Leyen, pertenecer al PPE. Tanto
es así que también otros líderes que integran este grupo -como el italiano
Antonio Tajani, y el jefe del Partido Popular español, Alberto Núñez Feijóo- la han elogiado
abiertamente.
Al mismo
tiempo, ya en campaña electoral, Meloni también ha recibido una invitación a
unir fuerzas con Marine Le Pen, la incendiaria líder del Reagrupamiento
Nacional francés, perteneciente al ultraderechista Identidad y Democracia (ID),
el otro gran grupo -junto a ECR- del espectro ultraderechista en Europa.
Esto
último ha ocurrido después de que fueran expulsados del grupo ultra europeo los
alemanes de Alternativa para Alemania (AfD) por defender a las SS
alemanas, casualmente en una entrevista en un medio italiano.
Situación
que ha fragilizado considerablemente a ID en términos de número de
parlamentarios. Lo que supuso una doble ventaja para Meloni: en su casa, ya que
a ID pertenece uno de sus aliados gubernamentales más molestos, Matteo
Salvini, el líder de la Liga; y en Europa, ya ID desde siempre ha sido un
contrincante interno. Finalmente, uno de los principales candidatos de la Liga
fue incluso criticado por el partido de Le Pen.
Malabarismos
Consciente
de la difícil ecuación para formar una mayoría estable y compatible con ella en
Europa, no ha cerrado (aún) la puerta a nadie. Lo que le ha permitido mantener
una postura de gran equilibrismo entre las distintas facciones derechistas, y
despuntar aún más. Lo que se refleja en España, donde, pese a los agasajos
del PPE y del PP, es oficialmente aliada de Vox, el partido
ultra de ese país.
Meloni
incluso se ha mantenido ambigua con respecto a una alianza con el sector
progresista.
El último
fin de semana de mayo, en una entrevista, descartó un pacto con los socialistas
europeos. El 29 de mayo, sin embargo, sus tonos ya eran distintos. “Me
preguntan: ¿estás con ese o con el otro? Yo estoy con Italia, todo lo demás me
interesa poco”, afirmó Meloni.
“Tengo mis ideas, pero no parto del
candidato, parto de la mayoría, la política la hace la mayoría [...] No se
puede decidir quién hará qué antes de que los ciudadanos hayan votado, nunca ha
sido mi modelo”, agregó.
En la
misma línea, ha mantenido una campaña de tonos moderados y sin estridencias, en
la que se ha presentado a menudo como una figura tranquilizadora y de mensajes
positivos de cara al futuro: esto, en lugar de adoptar los tonos más aguerridos
de, por ejemplo, Matteo Salvini.
A
finales de abril, el escenario principal del anuncio de Meloni de su decisión
de presentarse como candidata y cabeza de lista en "todas las
circunscripciones" en Italia, no fue en un edificio romano o una sala de
congresos. El anuncio se realizó con las albinas arenas del mar Adriático de
fondo, en la marítima ciudad de Pescara. Detrás, incluso se veían bañistas
paseando junto a la orilla con sus perros.
Mano
dura en la política interior
Pero
incluso así, Meloni no ha renunciado a su cara más dura, que ha reservado
principalmente para la política interna. Prueba de ello ha sido el
enfrentamiento con el colectivo de los periodistas del país, que la han acusado
de "injerencia” en la elaboración de las noticias que diariamente recibe
la ciudadanía italiana.
De igual
manera, ha mantenido un choque con el poder judicial, que también se ha quejado
públicamente de diversas críticas por parte de miembros de su Administración y
de que su Gobierno quiere someter a una reforma que los juristas no ven con
buenos ojos.
Otros
colectivos con los que se ha enfrentado han sido las feministas y las personas
de la comunidad LGBTQ+. Con las primeras, sobre todo, por el derecho al aborto,
que de momento no ha modificado. Sin embargo, desde que está en el poder, ha
suscitado diversas polémicas ante denuncias de presiones y hostigamiento contra
las mujeres que deciden tomar esa decisión.
Con los
segundos, en particular por la maternidad subrogada, que apoya una parte de la
comunidad y de las feministas, lo que ha lacerado a estas últimas.
Algunos
de sus más atentos observadores lo consideran parte de las tácticas de Meloni,
a la que tildan de "animal político", extremadamente inteligente y
capaz de adaptarse al entorno. Y con mucha, mucha ambición.
Tomado de El Independiente /
España. Imagen: Reuters /
Guglielmo Mangiapane.