Por Alfredo
Jalife-Rahme *
Más que el
intercambio de ataques mutuos transfronterizos en el norte de Israel con el sur
del Líbano, asiento de Hizbulá, la escalada de Israel ha sido ominosa, con
algunos de sus miembros llegando a sentenciar que el Líbano será reducido a la
'Edad de Piedra' y que su capital, Beirut, será golpeada en sus puntos
neurálgicos.
Llama la
atención que el "mediador" estadunidense Amos Hochstein,
quien maneja la agenda energética de la Administración Biden, después de su más
reciente visita a Beirut no haya conseguido nada y, al contrario, haya
incendiado los ánimos en la transfrontera.
El polémico
Hochstein, de 51 años y miembro del Partido Demócrata, había negociado
exitosamente la repartición de las pletóricas reservas de gas en la frontera
marítima entre la parte sureña del Líbano y el norte de Israel.
Llama más la atención que Hochstein sirva de "mediador" cuando
también ostenta la
nacionalidad israelí y haya incluso servido en los rangos de su Ejército como
tripulante de tanques, según el diario
israelí Haaretz.
Hochstein fue miembro del Consejo de Supervisión (sic) de la empresa ucraniana Naftogaz, que destila fuerte olor a azufre. Es curioso que dos países abundantes en gas hoy sean el asiento de guerras paralelas (Ucrania y Líbano sur).
El frente
libanés contra Israel forma parte de los "siete frentes
de guerra" del ministro de defensa Yoav Gallant y
que, en la óptica de la guerrilla chiíta Hizbulá, pertrechada por
Irán y que cuenta con 150.000 misiles, según el exdiplomático británico Alastair
Crooke, es mucho más poderosa que el mismo Ejército libanés, que es más
simbólico que nada.
El Gobierno
británico advirtió al Líbano —no se especifica a quién de sus 17 sectas, o si
fue a su Gobierno, o a su Parlamento que aún no consigue, después de más de un
año, elegir a su nuevo presidente— de una inminente
invasión de Israel a mediados de junio.
En medio de
la intensificación de bombardeos en la transfrontera del Líbano sur e Israel
norte, el jefe del Estado Mayor del Ejército israelí, Herzi Halevi, comentó "encontrarse
listo a pasar a la ofensiva en el Frente Norte con Líbano y estar a punto de
tomar una decisión".
Noto más
tranquilos a los multimedia libaneses en su amplio espectro. La prensa proiraní
y pro-Hizbulá tipo Al Mayadeen solo reporta los daños
recientes que ha provocado la andanada de cohetes y drones de Hizbulá sin
mayores interpretaciones y dándose el lujo de citar a los propios medios
israelíes que critican la incompetencia militar frente a
los operativos de Hizbulá
que, según fuentes libanesas, aún no usan su exclusiva panoplia moderna
que puede causar grandes sorpresas y estragos.
El segundo
dirigente de Hizbulá (detrás de Hassan Nasrala, cuya madre
acaba de fallecer), Naim Qasem, acaba de declarar que Hizbulá no busca ampliar
la guerra.
Los
reporteros de la agencia británica Reuters comentan que "Israel ha
librado varias guerras contra el Líbano" y citan al portavoz del
Departamento de Estado de EEUU, Mathew Miller, quien especificó que Washington
"no apoya una guerra total con Hizbulá" y que Israel tiene el derecho
de defenderse de sus ataques. Nótese que, a diferencia de las filtraciones
británicas, EEUU no apoya una "guerra total", pero tampoco se inmuta de
los intercambios bélicos transfronterizos.
El amplio
espectro de la prensa israelí prácticamente se encuentra en pie de guerra en
medio de las declaraciones volcánicas
de los zelotes, el ministro de Seguridad Itamar Ben-Gvir, y el
ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, de las que se distancia el mismo
"gabinete de guerra" que parece consentir el reciente plan de
paz Biden en Gaza de conseguir la liberación de los rehenes en manos
de Hamás a cambio de un extenso cese al fuego.
La activación
del frente libanés está vinculada al devenir de Gaza cuando el presidente Biden
acaba de proclamar su plan de paz muy etéreo en tres fases y que parece avanzar
con el apoyo de Egipto, Catar y, en forma asombrosa, hasta de la misma
guerrilla sunita palestina de Hamás, mientras el primer Netanyahu opera buscar
ganancias políticas que tanto necesita mediante su clásica estrategia de
maniobrabilidad dentro de su nada homogéneo gabinete, y de cara a la severa
opinión pública internacional que cada día le es más adversa. Pareciera
que Netanyahu juega a la reelección de Trump y
busca torpedear los planes de Biden, quien también pretende reelegirse
con su plan de paz muy elusivo para Gaza.
Al menos que
se trate de un montaje más de Israel —cuyos montajes hace mucho no asustan a ninguna
de sus fronteras hostiles—, no hay que subestimar el poder de daño de
Netanyahu, quien acaba de ser invitado a procurar un discurso en el Congreso de
EEUU, lo cual pondría en aprietos simbólicos y fácticos al presidente
Biden.
Desde el
punto de vista regional, sería altamente contradictorio que, mientras Biden
opera la desactivación militar en Gaza con la guerrilla palestina sunita de
Hamás, Israel se lance a una aventura bélica en el sur del Líbano para empujar
a Hizbulá allende el rio
Litani, y así crear una zona de amortiguamiento de seguridad, lo cual, tampoco
sería un paseo dominical.
*Analista
mexicano
Tomado de
Sputnik / Rusia. Imagen: AFP
2023 / Anwar Amor.