“He logrado cumplir todas mis metas. El próximo paso es irme en
plenitud”, expuso el luchador al anunciar una gira de despedida que comenzará
en septiembre en la Arena Ciudad de México. Su periplo incluirá estados y otros
países, como Japón.
Alberto
Aceves
Ciudad de
México. Un ring de lucha libre es un lugar donde
tradicionalmente existen personajes que espantan desde el nombre. Payasos
asesinos, brujas histéricas, monjes y enfermeros dementes que usan traje de
pantalones cortos. Muchos ocultan bajo el disfraz su verdadera identidad. El
Hijo del Santo utilizó siempre la misma máscara plateada que acompañó
a su padre, Rodolfo Guzmán Huerta, hasta el día de su muerte en 1984. Después
de 42 años de abarrotar las arenas, la voz del luchador que se convirtió en un
ícono de la cultura popular en México se ve alcanzada por los recuerdos de la
leyenda.
“He logrado
cumplir todas mis metas. Quizás el próximo paso es irme en plenitud, darle una
última lucha a la gente que me vio crecer junto a El Santo”, afirma
en la presentación de su gira de despedida, recorrido que comienza el 22 de
septiembre en la Arena Ciudad de México, para luego seguir por otras partes del
país y del mundo. Todo tiene su ciclo. Físicamente me encuentro bien, no
me duele nada y sigo ágil, pero no me gustaría extender el adiós. Quiero ir a
Japón y abarcar la mayor cantidad de arenas posibles. La lucha libre me lo dio
todo, es momento de despedirme.
Nunca del montón
Y así
como El Santo decidió alguna vez quién le siguiera en el
cuadrilátero, su hijo cree que un tercer enmascarado de plata no puede ser un
luchador del montón, aunque existan vínculos familiares. “No sé qué pasará
todavía con El Santo Jr. Puede haber sorpresas. Como muchos de
ustedes saben, él hizo su debut en 2015, pero tiene otras cosas en mente”,
señala sin mencionar siquiera a su sobrino Axel, con quien sostuvo una lucha
legal por usar el apelativo de El Nieto del Santo y otros
relacionados con el ídolo popular (El Plateado, Sangre de Plata, Silverman,
Guerrero de Plata y Caballero de Plata).
“Si alguien
tiene el derecho a ser el tercer Santo –declaraba en
septiembre de 2004– tiene que ser un hijo mío.”
El dolor de
un luchador se manifiesta de distintas formas. El Hijo del Santo lo
sabe desde que era pequeño. Si su padre era capaz de enfrentarse no sólo a
otros personajes en el cuadrilátero, sino también a momias y mujeres vampiro en
las 54 películas que realizó, él quería continuar con ese legado. A ese
niño le daría las gracias por ser tan necio, a pesar de tanto dolor,
reflexiona.
Rivalidad
inconclusa
Detrás de la
tapa más conocida en las plazas de la lucha libre, Jorge Ernesto Guzmán dice
tener súper poderes. En más de 60 funciones de campeonato, coleccionó 33
máscaras y la misma cantidad de cabelleras de rivales que lo desafiaron; entre
ellos, el legendario Pierroth, Scorpio Jr, La Momia y Silver
King. Pero una rivalidad queda todavía inconclusa, ese todo por el todo
contra El Hijo del Solitario. El enmascarado de plata está
dispuesto a exponer su tapa, pero no con el descendiente de otra leyenda.
Hasta este
momento no se dio. Tal vez ambos sabíamos que perdíamos mucho con esa lucha.
Arriba del ring uno puede estar de hablador, pero cuando bajas, lo piensas
mejor, explica. “No sé si apueste directamente mi máscara, pero tenemos la idea
de hacer torneos donde no exista tanto riesgo. Algunos preguntan por Blue
Demon Jr, pero no hay ninguna relación. No sé qué pueda pasar en el
futuro”.
Además de la
Arena Ciudad de México, el periplo del adiós seguirá por diferentes estados del
país, además de otras fechas en Londres y Japón, si su condición física se lo
permite. Subir al ring siempre va a ser un riesgo, pero le pido a Dios que
todo nos salga bien, menciona el hombre de 61 años, vestido de traje y corbata
como solía hacerlo El Santo fuera de las arenas.
“Mi cabeza
siempre ha estado activa. Quiero hacer cosas nuevas para el público. El
Hijo del San-to se va a ir de los cuadriláteros, pero no de la vida
pública. Este personaje lo voy a seguir llevando fuera de la lucha.”
El gladiador,
quien empezó con otros nombres, como El Hombre Rojo y Korak,
concluye la ceremonia de despedida con una historia en memoria de su
padre. Cuando gané mi primer sueldo, fui a comprarle una videocasetera
nueva y le puse mis primeras luchas en el Toreo de Cuatro Caminos. Se
sorprendió. Ahora no creo que haya quedado algo pendiente, más que despedirme
del público que nos acompañó durante tantos años.
Tomado
de La Jornada / México. Foto: José
Antonio López