Georgia, el pequeño país del Cáucaso, tiene una
larga relación con Rusia. Fue parte de la Unión Soviética y se independizó en
1991. Como ahora con Ucrania, el Ejército ruso invadió su territorio en 2008
y desde entonces controla las regiones de Abjasia y Osetia del Sur. Pero
desde el año pasado Georgia también es un Estado candidato a entrar en la
Unión Europea. La población georgiana es de mayoría europeísta, y por eso esta semana miles de personas protestaron contra la nueva "ley de agentes extranjeros". Esta ley obliga a registrarse así a las organizaciones que reciban de fuera más del 20% de su financiación. Como en Rusia, que fortalece así su influencia sobre el Gobierno frente a la UE, es una medida para controlar las críticas. Por su parte, Nueva Caledonia es un archipiélago francés en
el Pacífico Sur. Aunque su Gobierno tiene cada vez más competencias, aún
forma parte de la lista de la ONU de territorios pendientes de descolonizar.
La población se divide entre los partidarios y los contrarios a la
independencia, y hasta ahora los referéndums al respecto han mantenido al
territorio como parte de Francia. Sin embargo, esta semana
los independentistas han protestado y provocado disturbios contra una reforma
que aumentará los votantes partidarios de la permanencia. Francia ha
respondido declarando el estado de emergencia. No quiere perder el control
sobre un territorio que le da gran beneficio con el níquel, pero es una nueva
crisis con los territorios de ultramar y las excolonias. Fuente: EOM |