El Dragón Chino era el más rudo de todos los rudos, el hombre
temido por todos, quien con un pedazo de hierro que se sacaba de las vendas
golpeaba a su contrincante y lo hacía sangrar de verdad… y luego con su
sustancia “tóxica” que untaba en los ojos de sus oponentes y los desesperaba
con el ardor, haciendo que se revolcaran por la lona con el dolor tan fuerte
que se les salían los ojos y se les ponían ojos como el fuego.
El Dragón Chino era en verdad Carlos Jorge Prussing, nacido en Chile en 1920. Antes de asentarse en Venezuela, según contó en una entrevista, se inició en la lucha en 1948. Luego fue contratado en Argentina. Trabajó para Eva Perón recorriendo Argentina en exhibiciones para la Fundación de Ayuda Social. A Venezuela llegó en 1958, después de estar en Brasil, Perú, Uruguay, Paraguay, Puerto Rico, Panamá, Santo Domingo. Prussing falleció pobre a los 82 años, en 2002, en una pensión de Barquisimeto.
El Dragón Chino, por su maldad, tal como dice Carlos Zerpa,
era de los más odiados, pero atraía mucha gente al espectáculo. Algunos
asistían con la esperanza de verlo perder.
En los años 70. Antonio del Nogal, fue el mejor comentarista
y narrador de la Lucha Libre. La Catch-As-Catch-Can se realizaba en los
estudios de la Cadena Venezolana de Televisión, CVTV, Canal 8, desde donde se
transmitía los días sábados este espectáculo que llegó a tener sintonía
de un 96% de la audiencia.
El presidente Raúl Leoni la prohibió con un decreto ejecutado
con mayor rigor por su sucesor, Luis Herrera Campíns, por considerar que
“producía muchas lesiones a niños y jóvenes que imitaban a los
luchadores”.
El artista plástico Carlos Zerpa rescata en un libro la
memoria de uno de los nombres más famosos de la Lucha Libre en Venezuela, o
Catch as Catch Can, desaparecida en los años 70 después de casi dos décadas
deleitando a su fanaticada: Y en esta esquina... ¡El Dragón Chino! Cuando la
lucha era de verdad, verdad...