Por Orlando Arciniegas*
Un día de abril, el miércoles 12 de 1961, la otrora URSS
(1922-1991), en tiempos de Nikita Khrushchev, lanzaba al ingrávido espacio el
primer ser humano en una misión conocida como Vostok I. Este histórico viaje
marca el inicio de la era espacial de la humanidad, que significa, a su vez,
una colosal evidencia del avance tecnológico alcanzado por una especie, la del
género homo, de simios superiores, cuyo dominio del mundo físico había
comenzado con la construcción de herramientas líticas. Hace al menos 500.000
años en su lugar de origen, África.
El héroe de esta misión fue Yuri Gagarin (1934-1968), militar soviético, de 27 años, piloto y cosmonauta. Yuri, “Yura”, para la familia y, en especial, para su dilecta hermana mayor, Zoya Gagarina, quien lo cuidó en su infancia. Gagarin supo imprimirle a su celebridad, de la que disfrutó a montones, una sonrisa carismática, que lucía mejor cuando no portaba la detestable gorra del Ejército Rojo. En su viaje completó una órbita alrededor de la Tierra el 12 de abril de 1961, que duró 108 minutos y aterrizó en Kazajistán. Al lograr este grandioso éxito para la Unión Soviética en medio de la competencia espacial, recibió toda clase de condecoraciones, medallas y títulos, incluida la distinción más alta de su país: _Héroe de la Unión Soviética_, distinción que poco antes había sido conferida por el KGB al espía comunista Ramón Mercader, ya liberado, por haber matado alevosamente a Trotsky, en México en 1940.
Yuri Gagarin, un niño soñador nacido en la pobreza, nació
cerca de Gzhatsk (localidad hoy renombrada con su nombre). Sus padres
trabajaron en un Koljós, una propiedad colectiva estatal, donde su padre era
carpintero y su madre se ocupaba de la granja lechera. Fue el tercero de cuatro
hermanos. Y se cuenta que, desde niño, lo atraían los aviones. Tanto como en su
edad adulta lo harían los aviones y mujeres. Durante la ocupación nazi de la
URSS, su familia sufriría los tormentos de la guerra. Sus hermanos mayores
fueron a parar a centros de trabajo esclavo en Polonia y solo regresaron a casa
después de 1945. Un oficial nazi ocupó la vivienda familiar debiendo la familia
vivir, durante veintidós meses, en una cabaña de barro, de poca superficie, en
el terreno trasero de la casa. Un año después, la familia se mudó a Gzhatsky
donde Yuri estudiaría su secundaria.
En 1955, veinteañero, comenzaron a cumplirse sus sueños. Fue
admitido en la Primera Escuela Superior de Pilotos de la Fuerza Aérea
Chkálovski, una escuela de aviación en Oremburgo. Y comenzó su formación para
pilotar el Yak-18, que ya le era familiar y, en febrero de 1956, se graduó en
el entrenamiento de MiG-15. En 1957 comenzaría a volar solo. En noviembre de
1957, ya había acumulado 166 horas y 47 minutos de tiempo de vuelo, por lo que
fue ascendido a teniente en la Fuerza Aérea Soviética. En julio de 1959 fue
nombrado Piloto Militar de 3ª clase. Después de interesarse en la exploración
espacial tras el lanzamiento de la sonda espacial _Luna 3_, en octubre de 1959,
recibió el respaldo de sus superiores y le fue dada su recomendación para el
Programa Espacial de la Unión Soviética. Para entonces, había acumulado 265
horas de tiempo de vuelo. A fines de noviembre de ese mismo año fue
entrevistado por una comisión médica que dio se aceptación para el programa
espacial.
Recordemos que el mayor desarrollo de este programa tuvo
lugar durante la denominada Guerra Fría, en abierta competencia con los Estados
Unidos, en lo que sería llamado la carrera espacial. Y su principal promotor
fue el académico Serguéi Koroliov hasta su fallecimiento en 1966. Dos personajes,
Dimitri Ustínov y el ingeniero Koroliov se beneficiaron de la captura de los
planos de los misiles V-2 alemanes y de la ayuda del científico alemán Helmut
Gröttrup para lograr una réplica del V-2 que llamaron Cohete R-1. Clave
tecnológica para el lanzamiento de satélites militares orbitales terrestres
(Sputnik) y luego de la nave Vostok I. El mayor logro de este programa sería
sin duda la estación espacial MIR en 1986. Los indudables éxitos soviéticos
provocaron por envidia, pero más por temor, la creación por parte del
presidente Dwight Eisenhower en 1958 de la Agencia NASA para desarrollar
aceleradamente el programa espacial estadounidense.
Volvamos con Yuri Gagarin. En agosto de 1960, como
parte de los exámenes médicos a que fue sometido, un médico de la Fuerza Aérea
Soviética evaluó su personalidad de la siguiente manera:
Modesto; se avergüenza cuando su humor es demasiado ácido;
alto grado de desarrollo intelectual evidente en Yuri; memoria fantástica, se
distingue de sus colegas por su agudo y amplio sentido de atención a su
entorno; una imaginación bien desarrollada; reacciones rápidas, perseverante,
se prepara minuciosamente para sus actividades y ejercicios de entrenamiento,
domina la mecánica celeste y las fórmulas matemáticas con facilidad, además de
sobresalir en matemáticas avanzadas; no se autolimita cuando tiene que defender
su punto de vista si lo considera correcto. Parece que entiende la vida mejor
que muchos de sus amigos.
Yuri de conformidad con esto no era ningún zombie. Y así lo
demostró durante su corta vida. Por su simpatía y empatía fue escogido por sus
compañeros cuando a ellos se les pidió que votaran anónimamente por un
candidato que, además de cada quien, les gustaría que fuera de los primeros en
volar. Todos menos tres lo eligieron. Lo que hizo que el 30 de mayo fuera
seleccionado para un grupo de entrenamiento acelerado. _Los Seis de
Vanguardia_ recibieron el título de piloto-cosmonauta en enero de 1961 y
participaron en un examen de dos días realizado por una comisión
interdepartamental especial dirigida por el teniente general Nikolái Kamanin el
supervisor del programa Vostok.
El historiador Asif Siddiqi, tiempo después, escribió sobre
la selección final: Al final, en la reunión de la Comisión de Estado el 8 de
abril, Kamanin se puso de pie y nominó formalmente a Gagarin como piloto
principal y a Titov como suplementario. Sin mucha discusión, la comisión aprobó
la propuesta y pasó a otras cuestiones logísticas de última hora. Se asumió que
en caso de que Gagarin sufriera problemas de salud antes del despegue, Titov
ocuparía su lugar y Neliúbov pasaría a ser suplementario.*
Yuri Gagarin, a guisa de los héroes clásicos no llegó a
viejo. Murió a los 34 años en un accidente en un vuelo de entrenamiento de un
MiG─15UTI, junto a su instructor, cerca de la ciudad de Kirzhach. Un vuelo, en
el que según investigaciones, no se observaron las normas de rigor, mucho menos
el cuidado especial que se merecía por ser el primer astronauta, en la empresa
de mayor atrevimiento de esta especie: explorar mundos más allá de la Tierra,
su lugar de origen. Entre las señales de su paso por este mundo, debía
conservar no sin orgullo, una cicatriz encima de su ceja izquierda, que se
había ganado en una apurada escapatoria por una ventana, al ser sorprendido por
su esposa con una enfermera que, lo había cuidado en algún momento, y que quizá
por esas razones lo revisaba cada cierto tiempo, en un centro turístico del Mar
Negro. Sus restos reposan en la Necrópolis de la Muralla del Kremlin. Su
memoria anda junto a otros que, como él, nos han hecho conocer mundos
inexplorados: Marco Polo, Colón, Vasco da Gama, Darwin, Iban Battuta, Jeanne
Baret…
*Historiador. Profesor
Titular (J) de la Universidad de Carabobo.