Este jueves la sala Ramón y Cajal del Ateneo de Madrid acoge
un evento, cuanto menos, curioso. El tema central es la criopreservación, una
técnica que, según algunos, logrará revivir a los muertos, conservando los
cadáveres (o al menos los cerebros de los fallecidos) en nitrógeno líquido
hasta que, dentro de unas décadas, la tecnología haya avanzado lo suficiente
como para permitir devolverles la vida, curar sus enfermedades e incluso
rejuvenecerlos. Aquello que se decía de Walt Disney que luego resultó ser un
bulo, en definitiva.
Una de las voces más reconocidas dentro de este ámbito es la del hispanovenezolano José Luis Cordeiro, que se presenta como ingeniero, economista, futurista, experto en criónica y longevidad y autor del bestseller internacional La muerte de la muerte. Él mismo participa en el acto de este jueves junto a familiares de los cinco españoles que, después de fallecer, ya han sido criopreservados en distintos centros del mundo. Y es que, al menos por el momento, en nuestro país esta técnica es ilegal.
La primera persona española en ser criopreservada fue la
joven Cristina Comos, en 1996. En 2002 también se sometió a esta técnica su
abuela después de morir, y actualmente ambas están criopreservadas en la
Fundación Alcor, en Arizona (Estados Unidos). En 2016 les siguió el barcelonés
Javier Ruiz Álvarez, que había fallecido de un infarto en su casa en Aranjuez y
ahora reposa en un pequeño centro en Alemania. La cuarta fue un hombre
francés, aunque su hijo español se encargó de coordinarlo para transferirlo a
Rusia. Y la quinta acaba de ocurrir hace solo unos días en Asturias, desde
donde otro joven envió a su padre a un centro suizo.
Por supuesto, todo esto, como mínimo, es polémico. Muchos
expertos de diversos ámbitos van más allá y lo tachan, directamente, de puro
humo y charlatanería barata. Y es que a día de hoy la posibilidad de revivir a
los muertos sigue pareciendo más cosa de la ciencia ficción, aunque Cordeiro se
muestra convencido de que será posible hacerlo en los próximos 30 años. El
Independiente le ha entrevistado para que explique cómo.
Pregunta. ¿Por qué acabó un ingeniero con experiencia como
economista especializándose en criopreservación?
Respuesta. Bueno, yo trabajo en extensión de la vida. Y esto, como
explico en La muerte de la muerte, tiene dos partes. El plan A es
el rejuvenecimiento. Y el plan B es la criopreservación. Como muchas personas
no llegarán a vivir para lo primero, necesitan lo segundo. Y todo esto, en
realidad, es ingeniería, bioingeniería y biotecnología con grandes
implicaciones económicas. Así que yo creo que realmente está muy relacionado.
P. ¿En qué consiste exactamente la criopreservación? ¿El
proceso es el mismo en todos los casos o cada centro lo hace de una manera
distinta?
R. Es un tipo de medicina que se utiliza, por ejemplo, para la
fertilización in vitro o para la criopreservación de cordones
umbilicales. Comenzó a usarse hace 70 años, cuando se criopreservaban
espermatozoides para el ganado, y luego se descubrió que también funcionaba con
los óvulos, a través de otra técnica similar que se llamó vitrificación.
Actualmente se pueden criopreservar diferentes tipos de
tejidos y algunos pequeños órganos. Por ejemplo la córnea del ojo humano,
tejidos de los ovarios o de la piel y riñones de ratones o conejos. Pero la
tecnología seguirá avanzando, y dentro de poco podremos criopreservar órganos
más grandes como corazones y pulmones. Es una ciencia experimental, y se va
haciendo camino al andar.
A partir de ahí, cada compañía es distinta. Algunas son más
caras y otras más baratas, y aunque utilizan tipos de procedimientos distintos,
todos son más o menos similares. Del nuevo centro que ha abierto China no se
sabe mucho, pero aparentemente tiene similitudes con los de Estados Unidos,
Europa y Rusia.
P. ¿Qué diferencias hay entre criopreservar el cuerpo entero
y solo el cerebro? ¿Y qué se hará en el futuro con esos cerebros para lograr
reanimar a la persona?
R. Dependiendo
de las condiciones en las que la persona fallece a lo mejor solo es posible
criopreservar el cerebro, que en realidad consideramos que es la parte más importante.
Yo suelo decir que el 99% de lo que somos es el cerebro. Además, hacerlo solo
con este órgano es más rápido, efectivo, eficiente y barato. Y debería ser
suficiente. Pero hay personas que quieren el cuerpo entero, y está bien. Igual
que se pueden criopreservar otros órganos, se puede, efectivamente,
criopreservar el cuerpo entero.
Pero hoy en día sabemos que el cuerpo es clonable. Cualquier
parte se va a poder clonar en el futuro. Es complicado de explicar, y quizás no
se entienda ahora, pero ya se están haciendo clonaciones de animales sin
cerebro para poder transferir este órgano de uno a otro. Eso desde el punto de
vista biológico, pero en 10 o 20 años vamos a poder, básicamente, transmitir
todo lo que está en el cerebro, copiarlo y 'subirlo' a otro tipo de cerebro,
que no tiene por qué ser necesariamente biológico.
P. ¿Cuánto vale criopresevar a alguien?
R. En Europa lo más económico es KrioRus, que queda al norte de Moscú, donde
criopreservar el cerebro cuesta 12.000 euros y el cuerpo entero son unos
36.000. El más caro es el nuevo centro de Suiza, donde esto cuesta 75.000 y
200.000 euros, respectivamente. En Estados Unidos hay otros institutos. Por
ejemplo uno que queda en Michigan y se llama Cryonics, que ha mantenido un
precio de 28.000 por el cuerpo entero desde que se fundó hace medio siglo, lo
cual es bastante barato. O Alcor, que está en Arizona, donde son 80.000 el
cerebro y 200.000 el cuerpo.
De cualquier manera estos precios realmente no se suelen
utilizar, porque la criopreservación se hace pagando un seguro de vida.
Únicamente en los casos de emergencia, como ha ocurrido en el caso del quinto
español que se ha criopreservado, se hace un pago final. La técnica no requiere
electricidad, son como termostatos llenos de nitrógeno líquido, que es
baratísimo.
P. ¿Hay un límite de tiempo en el que una persona pueda estar
criopreservada?
R. Realmente no hay límite. Las células, los tejidos, los órganos y los
organismos enteros criopreservados generalmente se conservan en nitrógeno líquido,
que tiene una temperatura de menos 196 grados centígrados, a la que no hay
ninguna actividad biológica. Lo que esté criopreservado a esa temperatura se
queda así indefinidamente hasta que vuelva a ser reanimado. Esto lo vemos un
poco cuando ponemos carne o comida en el refrigerador, como la temperatura es
más baja no hay tanto movimiento biológico como a una temperatura natural. Se
puede conservar cualquier célula y tejido durante décadas y siglos.
P. ¿Qué evidencias científicas le hacen pensar que esto será
posible algún día?
R. La evidencia existe. A través de la fertilidad in vitro han
nacido ya 12 millones de seres humanos que han estado congelados de pequeños a
nivel de óvulo o de embrión. Y bueno, ni hablar del ganado, donde hay millones
y millones y millones de vacas y de otros animales que han nacido a través de
la fertilización in vitro. La evidencia es clarísima: hay millones
de seres vivos que han nacido así. Como he dicho antes, también se pueden
criopreservar tejidos y pequeños órganos. Y se espera que pronto se puedan
criopreservar y reanimar en buena condición otros órganos.
P. ¿Por qué cree que en 30 años podremos empezar a verlo?
R. La ciencia va avanzando a pasos acelerados. Esto comenzó hace unos 70
años, y probablemente al cumplir 100 podamos ver la reanimación de órganos más
grandes e incluso del cerebro. Otros expertos dicen lo mismo que yo, como los
que trabajan en la Fundación Alcor, que hablan de la década del 2050, o mi
amigo Ray Kurzweil, que es director de ingeniería de Google.
Otra cosa importante es el trasplante de órganos. Ahora
tienen que ser trasplantados muy rápido, porque no se han podido criopreservar
corazones, pulmones, hígados o riñones humanos. Así que hay muy pocas horas
para coordinar una logística que es impresionante y carísima, porque los
órganos están vivos solo durante un tiempo cuando la persona fallece. Por eso
la industria de trasplante de órganos está trabajando activamente en la
criopreservación para crear bancos de órganos que duren tiempo, para que podamos
tener corazones o pulmones almacenados para cuando sea necesario.
P. ¿Qué impide, a día de hoy, poder revivir humanos?
R. Lo
que lo impide en algunos países son las leyes viejas o no actualizadas. Pero
científicamente la tecnología sigue avanzando, y por eso el sistema legal
también tiene que ir acomodándose a los avances. En España, por ejemplo, hay un
sistema que no es amigable. Un punto importantísimo es que aquí la cremación no
se permitió hasta 1978, y desde esa apertura legal hemos visto un cambio impresionante,
porque ahora en las grandes ciudades el 60% o 70% de personas que fallecen son
cremadas.
P. Ese humano que se reanime después de la criopreservación,
¿será exactamente igual que antes de morir o cambiará en algo?
R. Cuando se reanime a las personas en 30 años vamos a estar en otro mundo,
que estará mucho más avanzado. Las cosas van a cambiar e incluso los humanos
vamos a cambiar, porque vamos a vivir más y vamos a ir modificando nuestro
cuerpo. Quizás tendremos cuerpos biónicos o mecatrónicos, medio cyborgs.
Es parte de la evolución humana, como usar ropa, gafas, marcapasos, aviones u
ordenadores. El mundo cambia y los seres humanos cambiamos. En 30 años vamos a
estar también en la Luna y en Marte, y eso nos va a dar una perspectiva
totalmente distinta de la vida. A mí me gusta decir que los próximos 20 años
vamos a ver más avances tecnológicos que en los últimos dos milenios.
P. Si conseguimos reanimar a alguien, ¿esa persona será
inmortal?
R. En 30 años es probable que ya hayamos curado el envejecimiento, que hoy
consideramos como una enfermedad, e incluso podremos rejuvenecer. Esto no
significa que seremos inmortales, pero lo que sí vamos a ser es amortales. La
muerte siempre existirá por los accidentes, homicidios o suicidios, pero será
opcional en la mayoría de los casos. No vamos a tener que morir. Aunque el
objetivo va más allá, porque además queremos vivir jóvenes.
P. ¿Siempre tiene que ser el propio fallecido quien debe
haber decidido previamente que quiere criopreservarse? ¿O puede ser una
decisión que tome la familia una vez está persona haya muerto?
R. Como en otra cualquier otra decisión generalmente la persona decide a
través de un testamento, pero si no lo hace, efectivamente, los familiares
toman decisiones, también basados en lo que la persona quería. Lo ideal es que
se le informe, pero a menos que sea una muerte súbita ya existe ese estándar.
P. ¿Abre la puerta a que se pueda criopresevar a personas
antes de que mueran?
R. Esto es importante en caso de enfermedades neurodegenerativas en los que
la persona deja de ser ella misma. Todos hemos visto casos de alzhéimer en los
que, aunque sigues vivo, ya no eres el mismo porque el cerebro ha perdido
muchísimos de sus recuerdos y memorias. En esos casos claro que es posible
considerar una criopreservación antes de que de la enfermedad mate a la
persona, pierda su cerebro y no pueda ni siquiera tomar esa decisión. Por eso
es recomendable que se pueda permitir una eutanasia que criopreserve
inmediatamente a la persona. Es algo que ya es posible en Suiza, donde hay un
nuevo centro de criopreservación que es el más avanzado del mundo.
P. ¿Crees que en nuestro país habrá mucha gente interesada en
criopreservarse?
R.
A la gente no le gusta morir, le gusta vivir. Sobre todo sabiendo que vamos a
poder estar en buena condición, saludable, e incluso vamos a poder rejuvenecer.
Las personas no van a querer morir nunca, pero menos ahora que sabemos que
estamos tan cerca de curar el envejecimiento. A medida que se den cuenta de que
esto es real y que ya existen cientos de personas criopreservadas en el mundo,
incluyendo cinco españoles, y que hay miles y miles de personas esperando, esto
se va a ir popularizando. Pasará como con la cremación.
La criopreservación todavía está prohibida en España, pero
otros países permiten conservar tu cuerpo. O por lo menos tu cerebro, que es,
básicamente, lo que es una persona: tus recuerdos, tus memorias, tu
conocimiento, tus amores... Pienso que esto va a ir en crecimiento, por eso se
están creando más centros de criopreservación. Antes sólo existían en los
Estados Unidos, luego se creó uno en Rusia, otro en Alemania y ahora
recientemente en China, Australia y Suiza.
P. ¿No plantea esto plantea muchos retos morales y éticos?
R. Cualquier cosa plantea preguntas morales y éticas, y más en la medicina.
Cuando se hicieron los primeros trasplantes de corazón había una cantidad de
preguntas increíbles. ¿Qué haces si te trasplantan el corazón de un muerto y
los recuerdos y los amores de esa persona vienen con él? ¿Qué pasa con las
transfusiones de sangre? Los Testigos de Jehová no las admiten. Hay muchas
implicaciones, incluso religiosas, sobre todo este tipo de cosas. Pero al final
la ciencia avanza.
Los trasplantes de corazón no existían, luego mucha gente no
los quería y hoy son una técnica relativamente estándar. En caso de necesidad
es mejor tener un corazón trasplantado que no tener corazón. Esto de poder
tener una oportunidad para seguir viviendo creo que es algo maravilloso, es la
continuación del avance de la medicina. Y, como con todo, la gente al final
comprenderá que estas cosas son para bien.
Cuando hablamos de criopreservación decimos que es una
ambulancia en el tiempo. No una ambulancia en el espacio, que te lleva de tu
casa al hospital, sino una que puede llevarte del presente al futuro. La
medicina de hoy no es capaz de curar todos los problemas actuales, pero la
medicina del futuro probablemente sí.
P. ¿Cree que en España se legalizará algún día?
R. Claro que sí. Es básicamente inevitable, el mundo va cambiando y las
leyes van cambiando. La fertilización in vitro incluso fue
atacada religiosamente, porque decían que esto de concebir a un ser humano
fuera del vientre materno era diabólico. Lo dijo nada más y nada menos que el
papa Benedicto XVI, pero gracias a ella han nacido millones de humanos que han
sido una gran felicidad para los padres. La criopreservación es una oportunidad
real para que la gente pueda seguir viviendo, a diferencia de la cremación o
del entierro. Vivimos en un tiempo fascinante. A mí me gusta decir que estamos
entre la última generación humana mortal y la primera generación humana
amortal.
Tomado de El Independiente / España.