La imagen del lago de Maracaibo tomada por Copernicus Sentinel-2 revela colores sorprendentes que esconden una realidad sombría.
Felipe Espinosa Wang
La fotografía del 3 de noviembre de la Agencia Espacial Europea (ESA) captura el lago de Maracaibo, una
vasta bahía salobre en Venezuela, revelando
colores impresionantes que inicialmente podrían engañar con su belleza natural.
Sin embargo, estos hermosos matices esconden una verdad turbia.
Este lago, ubicado en el norte de Venezuela, es la mayor masa
de agua natural de Sudamérica, con una superficie de aproximadamente 13,500
kilómetros cuadrados. Aunque se le confunde a menudo con un lago, en realidad
es un estuario que se conecta directamente con el Golfo de Venezuela y,
finalmente, con el Mar Caribe.
La parte septentrional, que recibe agua salada del Mar
Caribe, contrasta fuertemente con las aguas más frescas del sur, alimentadas
por más de cien afluentes pluviales. La imagen tomada por Copernicus Sentinel-2
revela el río Catatumbo, que lleva consigo sedimentos de tono amarillo parduzco
y agua dulce, teñiendo una parte del lago, según informa la ESA.
Contaminación afecta lago de Maracaibo
La belleza superficial de los colores del lago esconde una
realidad alarmante. La proliferación de remolinos de color verde esmeralda en
el agua es el resultado de la contaminación provocada por las fugas constantes
de petróleo, la sobreexplotación de los recursos petrolíferos, el mantenimiento
inadecuado de infraestructuras anticuadas y la ausencia de instalaciones de
tratamiento de residuos.
Además, según informa AP, el lago también se ha convertido en
un receptáculo de aguas residuales, incluyendo fertilizantes, provenientes de
los estados occidentales de Zulia, Mérida y Trujillo, donde viven 5,3 millones
de personas, así como de los residuos del departamento colombiano de Norte de
Santander.
En concreto, el color de estos remolinos es causado por la
floración de cianobacterias tóxicas, que se desarrollan debido a las elevadas
concentraciones de nitrógeno y fósforo en el ambiente. De acuerdo con la ESA,
estas toxinas representan una grave amenaza para el ecosistema circundante y la
salud de las personas.
La ESA destaca que las frecuentes observaciones de Copernicus
Sentinel-2 en la misma área, con su alta resolución y capacidad para detectar
la proliferación de algas nocivas y medir la claridad del agua, ofrecen valiosos
datos sobre la salud del lago y los niveles de contaminación.
Sin embargo, a pesar de la detección desde el espacio, la
contaminación del lago de Maracaibo, que se ha arrastrado durante décadas,
sigue aumentando, con impactos notables en sus costas, incluyendo malos olores,
derrames de petróleo y proliferación de microalgas.
La solución, como siempre, pasa por medidas en muchos casos
difíciles pero sencillas. Por ejemplo, como dijo a AP Beltrán Briceño, profesor
de la Universidad del Zulia y jefe del laboratorio de microbiología del
Instituto de Investigaciones Agropecuarias de Maracaibo: no hay "fórmula
mágica" para rescatar el lago si se sigue usando como "pozo
séptico".
Tomado de D.W /
Alemania. Imagen: gemeinfrei