Por Rafael Narbona* / Opinión.
Sumidos en una “era de vileza”, según la expresión de Antonio
Muñoz Molina, un nuevo fascismo se propaga por España, pero bajo la máscara del
ultraliberalismo y el tradicionalismo. La derecha se ha hecho fuerte en los
ayuntamientos y las autonomías. PP y VOX acaban de firmar un acuerdo para
gobernar en Aragón. Una de sus primeras medidas será derogar la ley de memoria
histórica, lo cual corrobora lo que siempre he sospechado: el PP, fundado
por antiguos ministros de la dictadura, nunca ha sido un partido democrático.
Solo es nostalgia del franquismo
VOX no podría llevar adelante su programa involucionista sin el PP, que le ha abierto la puerta de las instituciones. A diferencia de la CDU de Angela Merkel, que siempre se ha negado a pactar con Alternativa por Alemania, el PP se ha aliado con VOX, lo cual no es sorprendente, pues cuenta entre sus filas con antiguos falangistas, como el expresidente Aznar, lector de José Antonio desde su juventud, y Díaz Ayuso, que mantuvo un estrecho contacto con Eduardo García Serrano y al que solicitó asesoramiento para conocer mejor la doctrina de Ledesma Ramos.
Isabel Díaz Ayuso
es una mujer hueca. Detrás de ella, se encuentra el periodista Miguel Ángel
Rodríguez, condenado por injurias contra el doctor Luis Montes, al que
acusó de causar la muerte de centenares de ancianos en el Hospital Severo Ochoa
de Leganés por una praxis abusiva de las sedaciones terminales. Los tribunales
absolvieron a Montes de todos los cargos e impusieron a Miguel Ángel Rodríguez
una multa de 30.000 euros por un "delito continuado de injuria grave
realizado con publicidad". Rodríguez también fue condenado por conducir en
estado de embriaguez y chocar con varios coches aparcados. Su tasa de
alcoholemia cuadriplicaba el nivel permitido.
Miguel Ángel
Rodríguez fue nombrado director de gabinete de la Comunidad de Madrid durante
la crisis del coronavirus, lo cual le sitúa en el centro de la política
adoptada de dejar morir a 7.291 ancianos en las residencias y no
medicalizarlas, tal como solicitó la justicia en seis ocasiones. ¿Cuál es la
ideología del tándem Ayuso-Rodríguez? En España no hay pobreza, sino personas que
no quieren trabajar y a las cuales no conviene ayudar, pues las “paguitas” solo
desincentivan la búsqueda activa de empleo. Los salarios no deben ser demasiado
altos, pues eso solo contribuye a dificultar la creación de empresas. Los
costes de los despidos deberían ser casi anecdóticos y la jubilación debería
retrasarse a los 70 años. El mercado se regula por sí mismo y el Estado no debe
inmiscuirse en su funcionamiento. Ligar la revalorización de las pensiones al
IPC solo pone en peligro el sistema de pensiones. La sanidad debe privatizarse
progresivamente y hay rebajar los impuestos, especialmente a los más ricos,
pues son el sector más dinámico y emprendedor y una excesiva presión fiscal
frustra sus actividades, una fuente de riqueza colectiva. Hay que promocionar
la enseñanza privada y concertada, aunque practique la segregación por sexos.
Combatir la ideología de género y al lobby LGTBI es una prioridad para revertir
el invierno demográfico. La eutanasia atenta contra el derecho a la vida. Debe
ser derogada o neutralizada. El aborto no es un derecho, sino una desgracia. No
hay que limitar el precio de los alquileres, pues eso atenta contra el derecho
a la propiedad. La ley del bienestar animal pone en peligro la naturaleza y los
centros de acogida de refugiados solo sirven de reclamo a la inmigración
ilegal. Las políticas de igualdad son esencialmente machistas, pues presuponen
que la mujer es débil y menos capaz que los hombres. Son innecesarias y
alimentan la violencia machista. Esta es la ideología de Díaz Ayuso y Miguel
Ángel Rodríguez. Una ideología ultraliberal en lo económico y abiertamente
involucionista en el terreno de los derechos y libertades. Es el nuevo rostro
del fascismo.
Primo Levi, superviviente de Auschwitz, ya advirtió que el
fascismo mutaría. Su esencia no son los correajes, las botas altas y las
banderas, sino el odio al diferente. Cada época tienen un estilo distinto y el expansionismo
bélico ya no es una opción razonable. Ahora el objetivo del fascismo es
preservar sociedades homogéneas, es decir, blancas, heterosexuales y cristianas.
El enemigo ya no es el judío, sino el inmigrante, el pobre, las feministas, las
personas LGTBI, los sindicalistas, los intelectuales de izquierdas y los
defensores de los derechos de los animales. El método para reducir su
influencia es acosarlos en todos los terrenos (redes sociales incluidas),
derogando leyes y derechos, y aplicando una censura cultural cada vez más
agresiva.
La España vil y beoda de Miguel Ángel Rodríguez trabaja para
asaltar el Estado. No sé si algún día lo conseguirá, pero ya controla
ayuntamientos y autonomías. No es cierto que Churchill afirmara que los
fascistas del futuro se llamarían a sí mismo antifascistas. Churchill no dijo
nada semejante y los fascistas del siglo XXI no alardean de antifascistas.
Simplemente presumen de saber gobernar y cancelan a los poetas antifascistas,
como hizo Almeida, alcalde de Madrid, ordenando retirar los versos de Miguel
Hernández que homenajeaban en el cementerio de la Almudena a las víctimas del
bando franquista. Los fascistas ya están aquí, pero no llevan camisas pardas
o azules, sino una hombrera de torero o una sonrisa estúpida y beoda.
* Profesor de filosofía, escritor
y crítico literario.