Su temprano fallecimiento lo convirtió en icono, justo cuando tenía todo
para convertirse en estrella de Hollywood. Entre los datos reales y las
leyendas alrededor de su figura, el creador del Jeet Kune Do que revolucionó
las artes marciales dejó un aura enigmática.
Por Tom Fordy
Bruce Lee quería ser la más grande estrella de cine del mundo. Se
lo dijo a su amigo y estudiante de artes marciales Stirling Silliphant: le
anunció que un día sería una
estrella más grande que Steve McQueen y James Coburn juntos, actores
de la "Lista A" que también eran discípulos de Lee. Silliphant, un
guionista ganador del Oscar, respondió negativamente: "Sos un chino en un mundo de hombres
blancos. No hay manera."
Las palabras de Silliphant, que tenían que ver con el amor y no con un racismo galopante, resumen la batalla que Lee enfrentó en Hollywood. Los ejecutivos estadounidenses no creyeron que un actor asiático pudiera ser un protagonista masculino rendidor. El comentario "más grande que McQueen y Coburn" (que no fue la única vez que expresó aspiraciones tan contundentes) llegó entre las frustraciones por un proyecto que lo apasionaba, The Silent Flute ("La flauta silenciosa") que no llegó a hacerse. Uno de numerosos proyectos que no se materializaron, no se terminaron o fracasaron a mitad de camino.
Al volver a
Hong Kong, Lee revolucionó el cine
de artes marciales con una serie de películas hechas por el estudio Golden Harvest. La
lista incluyó El gran jefe, Puños de furia, El camino del Dragón y El
juego de la muerte, que volvieron a las pantallas europeas para
exhibirse durante junio y julio, y como conmemoración por los 50 años transcurridos desde su muerte. También
serán lanzadas en un boxset
restaurado en 4K, con una pila de extras del tamaño de una pagoda
de cinco plantas.
Tal como se
lo describe en la biografía A Life de Matthew Polly, Lee era en
Asia "más grande que The
Beatles" cuando murió -15 mil personas se presentaron en su
funeral- pero era aún "un oscuro actor" en Estados Unidos. Fue el
lanzamiento póstumo de su última película, Operación Dragón -primera
coproducción entre Hollywood y Hong Kong- lo que lo convirtió en una estrella
en Occidente. Pero fue aún más allá: Lee trascendió para convertirse en un icono del siglo XX. "Por
aquello que pudo ser", dice Frank
Djeng, experto en artes marciales y habitual comentarista de DVDs.
"Porque murió tan temprano. Se convirtió en un mito."
El estrellato
estaba predestinado. Lee fue un "nepo
baby", dice Polly. Su padre fue un cantante de ópera y actor,
mientras que "Little" Bruce -nacido en San Francisco en 1940 mientras su padre estaba de gira- fue
una estrella infantil. De pequeño actuó en 20 películas, generalmente
melodramas lacrimógenos. Polly dice que Bruce era "el Macaulay
Culkin de Hong Kong". Pero el Bruce adolescente era un problema, una
combinación de mal estudiante y peleador callejero, y fue enviado de nuevo a
Estados Unidos. "Pasó de ser
un muchacho de clase alta en el tercer mundo de Hong Kong a un inmigrante pobre
bajado del barco en el primero", agrega.
Para ganar
dinero, Lee enseñó kung fu. Como discípulo del legendario Ip Man, el acercamiento de Lee
fue progresivo. "El fue realmente uno de los primeros artistas marciales
chinos que habló inglés", dice Polly. "Llegó con esta actitud
abierta, fresca, moderna. Su
primer estudiante era negro, algo nunca visto en ese momento."
En vez de pegarse a la tradición de lo que había sido transmitido por maestros
de kung fu durante mil años, buscó
crear el arte marcial perfecto, al que llamó Jeet Kune Do ("El
camino del puño interceptor"), un híbrido adaptable y eficiente que
podía anticipar los ataques y
exponer la debilidad de los sistemas más rígidos. Los artistas marciales eran
en buena medida la comida del momento en Hollywood. Lee atrajo una mezcla de
alumnos, de celebridades con
grandes nombres a duros poseedores de cinturón negro.
En 1966, Lee
consiguió un papel secundario,
pero con mucha acción, como Kato en el show televisivo El avispón verde, que
fue rápidamente cancelado. Hubo otros roles para cine y televisión, pero muy
espaciados, mientras colapsaban proyectos y desarrollos. Casado y con dos hijos, Lee necesitaba
dinero. Volvió a Hong Kong para hacer películas con Golden Harvest,
un nuevo y pujante estudio dirigido por Raymond Chow. Chow estaba desafiando a su rival Shaw Brothers
Studio, que tenía un virtual monopolio en
la industria del cine de Hong Kong.
La primera
película de Lee para Golden Harvest, El gran jefe, fue lanzada
en Hong Kong en octubre de 1971y rompió
todos los records de taquilla. La siguiente, Puño de furia -estrenada
en marzo de 1972- también rompió records. El éxito de Lee pegó fuerte en una
oleada de nacionalismo entre los hongkoneses de la época. En El gran
jefe, Lee interpreta a un trabajador de una fábrica que viaja a
Tailandia y se enfrenta a una banda de gangsters. En la abiertamente nacionalista Puño
de furia, batalla contra agresores de un dojo rival japonés.
"Hay un
elemento de él en presentar a un héroe chino, masculino, fuerte y dominante que
está orgulloso de su herencia", dice Djeng. "Toma venganza de los prejuicios raciales. Sus películas
podían tener una relevancia social, no solamente para los chinos en Hogn Kong
sino también para los asiáticos que vivían en los Estados Unidos."
Las películas
de Lee pegan fuerte por otra razón: el kung fu estaba cambiando el juego. Hasta entonces,
el cine de Hong Kong estaba dominado por los films producidos por los hermanos
Shaw, realizados en la tradición del cine de espadachines wuxia, con
rutinas de acción casi bailadas, intrincadamente coreografiadas. Por
contraste, las peleas de Lee eran
reales -aunque con un "realismo
exagerado", según dice Polly-, a velocidad y con un impacto
creíble. "A menudo se trata de Bruce Lee golpeando y venciendo a alguien
en solo unos pocos movimientos", señala Djeng, quien también apunta
a las tácticas psicológicas, como
el muy imitado grito felino.
Lee
también chocó con Lo Wei, el
director de El gran jefe y Puño de furia. El
actor quería traer valores de Hollywood al cine de la región, comparativamente
andrajoso. Y quería tener control
sobre todos los aspectos de sus películas. "Aprendió de Steve
McQueen que la estrella debía ser siempre el jefe", explica Polly.
Para la
siguiente película, El camino del dragón, Lee tomó los roles de guionista, director,
productor y protagonista. Allí interpreta a Tang Lung, quien viaja
a Roma para proteger a un restaurant chino de un jefe criminal local. Para los
no aficionados al kung fu, El camino del dragón es una
película loca, que comienza como una comedia tonta -incluyendo un gag visual sobre Lee necesitado
de un baño- y que eventualmente va desarrollándose hasta su más icónico enfrentamiento. Allí
se lo ve pelear contra su amigo de la vida real y duro campeón de karate Chuck Norris.
"Creo que eso nunca ha sido superado", dice
Polly sobre la pelea entre Lee y Norris. "Lo interesante es que él está
introduciendo su propia filosofía del Jeet Kune Do en esa pelea. Empieza
perdiendo porque es muy rígido, demasiado atado a la tradición, y luego se
va adaptando, se lo ve más
suelto y más fluido, y así es como logra vencer a Chuck Norris. En la escena
hay una pedagogía subyacente, lo
cual es raro para una película de kung fu."
El camino del
dragón superó a El gran jefe y Puño
de furia en su recaudación en boleterías. Lee no estaba completamente satisfecho con ella y no quiso que se
estrenara en Occidente; tuvo una fuerte discusión con Chow cuando
se enteró que éste estaba negociando un acuerdo de distribución en los Estados
Unidos (la película no se lanzó hasta después de su muerte). Pero para Djeng es
también una película que habla del verdadero Lee. "El camino del
dragón es mi película favorita de Bruce Lee", dice. "Ves
la transformación de
este hombre que empieza como un don nadie, un patán cualquiera, que va a una
tierra donde ni siquiera conoce el lenguaje. Es la representación de alguien que deja su marca a través del
océano. Creo que ese es el tema principal del film."
La filosofía
Jeet Kune Do tal como se la demuestra en la pelea con Norris continuaría en lo
que iba a ser la obra maestra de
Lee pero quedó incompleta, El juego de la muerte. En
la historia original, el personaje de Lee iba a ascender por una pagoda de
cinco pisos venciendo a diferentes enemigos, en cada nivel con un estilo de
pelea diferente. El oponente final
era el basquetbolista de 2 metros 18 Kareem Abdul-Jabbar, uno de
los muchos alumnos de alto perfil de Lee. La elección era significativa.
"En cierto modo, Kareem también estaba usando el Jeet Kune Do", dice
Djeng. "Era casi como si
Bruce Lee estuviera luchando contra sí mismo, lo que podría
explicar que Kareem fuera el último oponente."
La producción quedó en pausa cuando Warner Bros. le
ofreció a Lee la oportunidad de protagonizar la primera película de kung fu
de Hollywood: Operación dragón. El juego de la muerte nunca fue terminada. Se dice que
se filmaron 100 minutos de metraje, de los cuales había alrededor de 40 con material utilizable. Buena
parte de eso se perdió en los archivos de Golden Harvest, y años después
reapareció algo del material. Persisten los rumores sobre qué partes existen o
no. En la nueva caja 4K se incluye una escena de "pelea con troncos"
de la cual se habló mucho pero nunca
antes pudo verse. Aunque incompleta, El juego de la
muerte sigue siendo influyente.
"Esta
idea de ascender por una torre mientras se derrota a enemigos en cada nivel
es precursora de los
videojuegos", señala Djeng. "Inspiró a muchísimas
películas de acción, Duro de matar solo para empezar."
También está el mono amarillo que
Lee viste allí, la inspiración del
vestuario similar de Uma Thurman en Kill Bill.
El resonante
éxito de Lee tuvo un efecto intenso en Hong Kong. El actor
tenía una tortuosa relación con
los tabloides, que le dieron el típico tratamiento de "primero
lo alabamos y después lo tiramos abajo" y explotaron la tensión entre lo
chino y lo estadounidense (no solo porque él había nacido en los Estados
Unidos: su madre era euroasiática). ¿Pero qué impulsó a Lee a convertirse en una megaestrella? ¿El
dinero, la fama, el orgullo? El documental de 2000 A Warrior’s Journey ("El
viaje de un guerrero") sugiere que el cine fue una plataforma para compartir y
difundir su filosofía de las artes marciales.
"Mi
teoría es que él estaba en una
especie de competencia constante, freudiana, con su padre", alega
Polly. "Claramente estaba decidido. Una vez que le tomó el gusto quiso una
mansión más grande, quiso ser más famoso. Si se le agrega el racismo que debió
soportar en Hollywood... no cruel pero sí desdeñoso. La injusticia de todo eso también lo impulsó."
Alrededor de
la misma época, Lee perdió el
papel para protagonizar la serie televisiva Kung Fu. Los
ejecutivos pensaron que su acento era demasiado marcado, y el personaje quedó en manos del actor blanco David
Carradine. Como también apunta Polly, Lee había intentado abarcar
tanto Oriente como Occidente. Para el público del Hollywood mainstream, Operación
Dragón es por lejos la película más fácil de ver. Dirigida por Robert
Clouse, es un robo deliberado a
James Bond: el personaje de Lee es enrolado por un jefe de espías
británico para infiltrarse en un torneo de maestros del kung fu que se
desarrolla en una isla secreta gobernada por un jefe criminal con una garra en
un brazo. "Es la única
filmada en inglés, con valores de una producción de Hollywood", detalla
Polly. "Y con una trama que resultaba comprensible para una audiencia
occidental. Se puede imaginar lo que Bruce Lee podría haber sido como estrella
de Hollywood. Tenés que ser un auténtico fanático del kung fu para disfrutar
sus otras películas."
Lee murió el 20 de julio de 1973, con solo 32 años. Murió
en la cama de su amante, algo que Raymond Chow al principio intentó ocultar. El
veredicto del forense fue que había muerto a causa de un edema cerebral, pero la causa de
ello nunca fue determinada. Polly teoriza convencido que se trató de un golpe
de calor. "Pero al día de hoy no
hay consenso sobre cómo murió", admite.
Los elementos
más escandalosos de la
muerte de Bruce Lee -la amante, la decepción, los rastros de cannabis
encontrados en su sistema- causaron un frenesí en los tabloides. También hubo teorías salvajes: Lee había sido
envenenado; lo asesinaron las Tríadas; se había excedido en el sexo; estaba
maldito. "La gente hacía apuestas sobre si se trataba de un truco publicitario para El
juego de la muerte", señala Polly. Nada transmite más la
sensación de "icono del siglo XX" que morirse joven y dejar un rastro de teorías conspirativas
sobre una falsa muerte.
Operación
Dragón fue lanzada al mes siguiente. Recaudó 90 millones de dólares en los Estados
Unidos e inició una fiebre mundial. En Hong Kong, sin
embargo, no le fue tan bien. Djeng
piensa que Operación Dragón margina demasiado a Lee,
enfocándose en cambio en sus coprotagonistas estadounidenses John Saxon y Jim Kelly y
presentando una estereotipación negativamente
amalgamada. "Para mí, la ofensa más atroz es tener a todos los luchadores
en una isla... ¡y todos visten
túnicas de karate!", dice. "Se supone que eso es una cosa del
kung fu chino. Es como si en la película hubieran puesto todo lo que es
'oriental'. Creo que la audiencia
de Hong Kong se sintió ofendida."
Luego llegó
un ciclo de películas póstumas de
explotación, Bruceploitation, protagonizadas por símiles como Bruce Li, Bruce Le y Dragon Lee, que
imitaban su estilo de lucha (Djeng coprodujo un documental aún no estrenado
sobre el fenómeno llamado Enter the Clones of Bruce). En 1978,
Raymond Chow lanzó la expresión más acabada de esa explotación: una remezcla
de El juego de la muerte que usa 11 minutos del metraje original de Lee y llena el resto con
émulos de Lee, una historia mal emparchada y -de modo aún más siniestro- imágenes de su funeral. Le siguió
en 1981 El juego de la muerte II, usando trozos de
metraje de Operación Dragón.
Una cosa
fascinante sobre Bruce Lee es que muchas
de las historias legendarias son verdaderas: el golpe de una
pulgada, las flexiones con solo dos dedos, sus peleas con otros artistas
marciales, los desafíos que le lanzaban sus dobles, haberse extraído las glándulas sudoríparas de
las axilas. Pero el estado inacabado de El juego de la
muerte es lo que mejor encapsula el estatus de icono de Lee. "Su vida quedó incompleta", dice
Polly. "Solo podemos imaginar lo que podría haber sido."
* De The
Independent de Gran Bretaña. Tomado de Página 12 – Argentina.