Entrevista a Eduardo
Kozanlián: la reedición del libro "Subasta de Almas", sobre el
genocidio armenio
A los 14 años, Aurora
Mardiganián vio cómo asesinaban a gran parte de su familia. Fue vendida como
esclava sexual, pero logró escapar. Su relato se escribió en 1918 y fue filmada
en 1919. La búsqueda personal de Kozanlián sobre esa historia.
La historia de Aurora Mardiganián está
escrita en primera persona. Su testimonio hiela la piel y deja paralizado a
quien se sumerge en aquellas letras escritas muy poco tiempo después del suceso
y con el genocidio contra el pueblo armenio aún el marcha. Sin embargo, y pese
a la crudeza de la historia, resulta de necesaria lectura para comprender las
atrocidades perpetradas entre 1915 y 1923 por el Imperio turco-otomano, y su
continuador, el Estado turco actual, el cual aún no asume su responsabilidad
histórica.
Para 1918, Aurora llega a Estados Unidos adoptada por una familia armenia. Allí cuenta su historia, que llama poderosamente la atención y es redactada, en primer término, por el escritor estadounidense Henry Leyford Gates. El relato causó tanta conmoción que fue tomada por una productora de Hollywood y se convirtió en la primera película en la historia del cine que habla de un genocidio. Una de las tantas particularidades de aquel film, que durante 70 años estuvo totalmente “perdido”, es que la protagonista fue la misma Aurora Mardiganián.
Con un recorrido personal propio de
los pueblos diaspóricos que escapan y se desperdigan por propia protección,
Eduardo Kozanlián nació en Bucarest, Rumania, donde su familia se afincó tras
escapar del genocidio contra el pueblo armenio. Este origen lo acompaña en cada
uno de sus actos, para visibilizar la causa de su pueblo en todos los espacios
y momentos que puede hacerlo y con cada acción en la que se involucra. Sin
embargo, evita constantemente hablar de él, prefiere las conjugaciones en
plural y no las consideraciones en singular. “La historia que vale la pena
contar es la de Aurora”, remarca una y otra vez.
Con esta aclaración, Kozanlián
marca el pie indicado para comenzar a conversar sobre el libro Subasta
de Almas, del cual hubo diversas ediciones y traducciones en los más de 100
años desde su primera edición, pero que en este caso se impulsa desde la
Argentina, país que reconoció, a través de la Ley 26.199 promulgada durante el
gobierno de Nestor Kirchner, como delito de genocidio los sucesos cometidos
contra el pueblo armenio.
En este marco, Kozanlián trabajó
minuciosamente en la actualización del relato de Aurora (editada por Ediar y
auspiciada por la Asociación Cultural y Educativa Armenia Hamazkaín) desde hace
largos años, en una tarea silenciosa, minuciosa y titánica, que solo la
convicción por dar a conocer el genocidio sufrido por su pueblo y las luchas
por su reconocimiento puede empujarlo.
--¿Cómo era su mundo de conexión
con lo armenio en la infancia?
--Yo nací en Bucarest, Rumania en
1947. Allí mis abuelos se habían refugiado cuando salieron al exilio, desde la
patria armenia, por el genocidio turco contra el pueblo armenio. Allí viví mis
primeros cinco años y después nos trasladamos a Buenos Aires, y desde entonces
bueno, soy un porteño más. Nosotros siempre estuvimos ligados a los orígenes y
a la comunidad armenia de Buenos Aires. Estudié en un colegio armenio, siempre
estuve ligado. Después, trabajé comunitariamente en el Consejo Nacional Armenio
hasta hace unos años, y ahora en la Asociación Cultural y Educativa Armenia
Hamazkaín.
--A los 14 años se topa con una
edición de Subasta de Almas en una situación muy particular,
que terminó siendo bisagra en su vida, ¿cómo fue ese momento?
--Encontré ese libro que lo había
recibido mi padre como regalo, y el impacto fue después de haberlo leído,
porque uno encuentra un libro y digamos que son todos iguales: tiene una tapa,
tiene hojas, pero el contenido de ese libro me impactó de una forma muy
especial, o sea, por más que yo sabía que había existido este genocidio, que
mis abuelos fueron sobrevivientes de ese genocidio y algo me habían comentado,
los detalles eran los que me faltaban. Me impactó de tal forma que desde esa
edad temprana me interesé en la autora, en su vida, en su libro y en su
película. Ese libro después de su primera edición en 1918 llega a Hollywood.
Hay una gente que se interesa y filma la primera película mundial sobre un
genocidio. O sea, nadie sabía todavía la palabra genocidio, no la conocían,
pero fue la primera película sobre un genocidio. Desde luego era la época del
cine mudo, esa película se estrenó también en Buenos Aires en septiembre de
1920.
--Impacta que el relato
sucede, el libro se da a conocer y la película se rueda, mientras sigue
sucediendo el genocidio...
--Es buena la observación, ya que
todo se hizo mientras el genocidio seguía, porque terminó en 1923. O sea,
terminó es una forma de decir, lo que terminó es la forma más grosera del
genocidio, digamos que en 1923 se calmó un poco, porque luego siguieron las
persecuciones y el genocidio. Nosotros decimos que comenzó el 24 de abril de
1915 pero como fecha símbolo.
--¿Qué reflexión le merece la
valentía de Aurora al relatar y poner el cuerpo para contar su historia, siendo
que muchos sobrevivientes del genocidio se llamaron a silencio por una cuestión
tan simple como su preservación emocional?
--Es verdad que una parte de los
sobrevivientes callaron porque los horrores que vivieron fueron tan fuertes que
les producía un dolor psíquico emocional y también físico muy grande. Muchos
callaron porque no podían contarlo, incluso a veces se forzó a las personas
para que lo contaran y lo hicieron totalmente quebrados, llorando. Y muchas
mujeres sobrevivientes no querían contar porque fueron violadas, maltratadas y
les daba vergüenza contar todo eso. La violencia sexual del genocidio mancilló
a muchísimas mujeres. La mayoría lamentablemente falleció, pero las
sobrevivientes quedaron con un dolor enorme, y muchas callaron justamente
porque les producía un estrés sumamente grande que es difícil de imaginar.
--Desde los 14 años, cuando se
encuentra con esta primera edición del libro, regalo que le hicieron a su
padre, comienza a tener un vínculo con la historia de Aurora que se
convierte en algo así como una obsesión o una necesidad de búsqueda
incansable por recopilar más datos, ¿qué fibra íntima le tocó esta historia?
--Como descendientes de
sobrevivientes del genocidio, y de un genocidio casi silenciado, poco conocido
que no tuvo difusión entonces, quería conocer más, quería saber qué es lo que
le sucedió a mi familia y a mi pueblo, en lo personal y en lo colectivo para
poder después también transmitirlo. Todo lo que no se transmite se pierde y
entonces las nuevas generaciones se quedan en la ignorancia, el mundo no va a a
conocerlo y entonces el genocidio sería completo. O sea se mata físicamente a
las personas, se destruyen sus monumentos y después se silencia la historia.
--Hay un momento clave en su vida,
que es cuando descubre la pieza fílmica de la historia de Aurora que estaba
mundialmente perdida...
--En el año 1992 nos visitó un
profesor de historia de la República de Armenia que dio una serie de
conferencias a las que asistí. En esa época también buscaba películas reales
del genocidio. Algunas fotos tenemos, pero yo buscaba documentos fílmicos.
Entonces le pregunté si en Armenia había algo de eso y me dijo que era posible.
Dos años después fui a Armenia a buscar documentos fílmicos del genocidio,
hablé con muchos historiadores, profesores, directores, gente de museos y nadie
me pudo decir que en algún lugar haya algo de eso. Entonces el profesor e
historiador Hrand Avedisián, que en esa época era director de la parte de
historia de la Academia de Ciencias de Armenia, me dio un apoyo monumental, la
verdad que me atendió muy bien y me dijo, "mira, hay un archivo de la
época soviética fuera de Erevan y quizás allá encuentres algo de lo que estás
buscando". Tuvo la gentileza de hablar con el director de ese archivo y
fuimos juntos hasta ahí. Nos recibieron muy bien y me empezaron a mostrar
fotografías, le hablé de películas, pero primero me dice que no tenían nada,
pero cuando casi estábamos por terminar la reunión, me dijo, "tengo algo
relacionado con lo que decís". Entonces trajo dos rollos, de esos antiguos,
fuimos a un lugar con el mecanismo adecuado para ver esa película, y cuando
empezamos, las primeras imágenes eran documentales pero de la Primera Guerra
Mundial en Europa. Después de un minuto y medio empieza una película, con
actores, pero los títulos y los nombres no tenían nada que ver con el film de
Aurora. Entonces ni se me ocurrió que podría ser porque estaban totalmente
cambiados. La película de Aurora nunca la había visto, pero sí conocía una
serie de fotografías porque había 16 imágenes en la primera edición del libro
del año 1918. Entonces cuando empieza el film, me pareció algo familiar, como
algo que yo en algún momento había visto, y a los dos tres minutos dije,
"no, no puede ser... estoy soñando, casi me desmayo de emoción”, y ahí me
doy cuenta de que era la película de Aurora. Le digo al secretario del archivo
“¿quién lo trajo acá?", y me comenta que un señor que trabajó en la época
soviética durante muchos años, de nombre Iervant Setián, quien después se jubiló
y dejó parte de su archivo en aquel lugar. Inmediatamente me comuniqué con él y
combinamos para vernos el día siguiente.
--¿Pudo dormir esa noche?
--Le pedí prestado al director del
archivo las latas, me las llevé al hotel, puse los dos rollos abajo de mi
almohada y dormí respirando a Aurora... si alguien venía y quería robarse parte
de esas latas, primero me tenía que matar a mí.
--¿Y fue a ver a esta persona al
otro día?
--Al día siguiente, cuando lo fui a
ver, ya una cuadra antes este señor, anciano de 90 años, estaba en la vereda
oteando el horizonte a ver si yo llegaba. Y me estaba esperando realmente, la
conexión que tuve con con este señor fue tan grande que se puede decir que es
mi quinto abuelo. Él era de Armenia occidental, su familia se exilió en
Marsella, y él en Marsella, de muy jovencito, vio la película que la pasaban
completa, y se impactó de tal forma que se dedicó al cine y a la fotografía.
Luego se trasladaron a París y ahí se dedicaba a las filmaciones y a la
fotografía. Todos los años iba a ver nuevas maquinarias, tecnología, y un día
le ofrecen la película en venta, porque ya había desaparecido del mercado. Le
pidieron una suma de dinero bastante alta, pero Iervant se endeudó y la compró
completa. En 1947 se repatrió a Armenia y tuvo que mandar todo por vía marítima
a través de Georgia, incluido todos los rollos, y de ellos llegaron solo dos,
los otros no se sabe... y estos son los dos rollos que él después donó a este
archivo, y que son los únicos que hasta ahora pudimos recuperar.
--¿Cómo sigue la vida de Aurora
después del libro, de la película?
--Yo descubrí la película en el año
que ella fallecía, pero yo no sabía que ella estaba viva ni sabía dónde vivía,
o sea, sabía que en Estados Unidos, pero en el tiempo que yo descubrí esos 15
minutos ella se desprendía de su cuerpo y se iba al Ararat. Dos años después,
en 1996, hice un viaje de estudios exclusivamente sobre cuestiones armenias y
especialmente sobre Aurora, un estudio de investigación por Estados Unidos
durante 50 días, donde estuve en el oeste en Los Ángeles, y en el Este en
Boston, Nueva York y Washington buscando material. Estando en Los Ángeles me
enteré que ella había fallecido hacía muy poco, fui al geriátrico armenio donde
había vivido, me atendieron muy bien, pero no pude conseguir más cosas. Quien
me ayudó mucho fue el profesor Richard Hovannisian, que falleció hace pocos
días. Con el ya nos conocíamos, porque visitó Buenos Aires muchas veces por
todas sus conferencias. Entonces en Los Ángeles me invitó a su casa, y su
esposa, Vartiter Kotcholosián Hovannisián tuvo la gentileza de brindarme
desinteresadamente material sobre Aurora. Esta mujer fue una de las pocas
personas en las que Aurora había depositado confianza. Ella pudo fotocopiar una
cantidad de documentos, y me dio una copia de todo lo que tenía en forma
totalmente desinteresada, por eso le agradezco tanto.
--Se emparenta mucho la vida
de Aurora con la de Ana Frank, ¿qué puntos de encuentro halla entre
las historias?
--A Aurora se la ha comparado con
Ana Frank porque ambas sufrieron un genocidio, ambos genocidios fueron en una
guerra mundial, ambas tenían edades bastante afines, pero la diferencia es que
Anita no pudo sobrevivir a la barbarie nazi y Aurora pudo escaparse, pero claro
que después de ver a su familia asesinada, ella fue la única de la familia que
se salvó. Esa la gran diferencia.
--¿Cuál es la potencia del
testimonio oral en un genocidio negado, una forma que muchas veces no
se la toma como verdad histórica y se la soslaya como si esos
testimonios no fueran fuente fidedigna, algo que sucede inclusive desde la
academia?
--Justamente para que los lectores
del libro, para que el mundo no piense que es una historia novelada, hemos
agregado una serie de notas que prueban que lo que Aurora cuenta es cierto. Esa
parte histórica me tocó a hacerla a mí, y por eso tardamos bastante tiempo.
Entonces cuando ella habla de lugares y de nombres propios, hacemos la
aclaración en un pie de página sobre a quién se está refiriendo y quién es esa
persona. Todos esos pies de página le dan veracidad científica a su relato. En
el film también participó en forma personal el que fuera embajador de los
Estados Unidos en Turquía entre 1913 y 1916, Henry Morgenthau. Este señor dejó
sus memorias escritas y es una de las fuentes más importantes para que la
gente, los historiadores y el mundo, sepan que eso sí ocurrió. Hay infinidad de
testimonios, pero él fue un embajador, y de Estados Unidos en Turquía, que dejó
su memorias. No es algo más, tiene un peso importante.
--¿Qué significa este libro en su
vida?, porque pareciera ser el cierre de una etapa de mucha búsqueda,
se puede decir que desde sus 14 años...
--Llegó un momento en que la
investigación sobre Aurora era el leitmotiv casi de mi vida. Trabajé bastante
sobre ella, por eso también últimamente viajé mucho. Al principio fue nada más
que juntar algunos datos, pero después de a poco fui encontrando otras cosas, y
cuando tuve la oportunidad de hacer dos viajes importantes, las pruebas se
acumularon, el material se acumuló y dije "es el momento de poner estas
cosas en orden", y cumplir con el mandato que me dio Aurora, la casualidad
o quizás las buenas ondas del Monte Ararat... Tenía que hacerlo y por suerte
también me ayudaron personas excelentes como mi amigo Vartán Mateossian, quien
hizo la nueva traducción, y Pablo Ali, quien es un corrector excelente.
Pandemia de por medio pudimos terminarlo y esto fue un cierre, no definitivo,
sino un cierre de esta investigación sobre Aurora.
--¿Qué significa este libro para
los armenios y las armenias, pero sobre todo por qué es importante para la
humanidad en general?
--En primer lugar es importante
para las nuevas generaciones armenias especialmente, las generaciones que viven
en el exilio. Porque los armenios no emigraron de su patria, los armenios
tuvieron que huir, los armenios no emigramos, los armenios tuvimos que salir
forzosamente al exilio, una emigración forzosa no es una emigración, es salir
al exilio, entonces seguimos siendo gente exiliada y estamos tratando, y el
libro es un aporte en este sentido, de que el mundo comprenda que hubo un
genocidio. Que aún está impune.
Tomado de Página 12 /
Argentina. Imagen: Jorge Larrosa.