La ginecóloga y sexóloga Sandra
Magirena habla sobre las dudas que le llevan sus "consultantes" y las
recetas que promueve
La falta
de deseo sexual suele ser una de las consultas más frecuentes que recibe la
médica ginecóloga y sexóloga Sandra Magirena de parte de mujeres que se acercan
a la menopausia. ¿Es una consecuencia de la disminución de la producción de
estrógeno? ¿O hay otros factores en juego?. “¿Te calienta o no te calienta el
señor o la señora con la que estás?”, es la pregunta que trata de que sus
“consultantes” –como prefiere nombrar a sus pacientes--, se puedan responder.
Para todas tiene la misma recomendación: mantenerse eróticas, sin importar la
edad y no abandonar la actividad sexual. Y para eso, tiene receta.
Magirena integra en su abordaje la medicina tradicional de Occidente con la medicina china, la ayurvédica, la homeopática y saberes ancestrales de pueblos originarios. Es autora del libro Regreso a mí. Vivir una menopausia consciente (Editorial El Ateneo) que gestó durante la pandemia y en Instagram (@magirenaconsultorio) hace vivos para responder sobre sexualidad, menopausia y climaterio.
“¿Qué?”
“¿Cómo?” “¿Ya?” “¡No puede ser tan rápido!”. Con estas exclamaciones, mujeres
que rondan 49 o 50 años y llegan a su consultorio con alguna alteración del ciclo
menstrual se enteran, con perplejidad, de que están acercándose a la
menopausia. No se representaban esa posibilidad, me cuenta Magirena: tiene
cuarenta años de ejercicio de la profesión de médica ginecóloga y sexóloga, en
la Ciudad de Buenos Aires, durante los cuales viene acompañando a cientos de
mujeres desde la adolescencia hasta el climaterio. Esos comentarios le dieron
la pauta de la poca información que tienen sobre la llegada a la menopausia.
“No saben cuáles son los cambios que les van a ocurrir. Y cómo en cualquier
otra situación, el conocimiento es poder, y en este caso, saber te va a
permitir que esas transformaciones que vienen con la menopausia no sean tan
fuertes”, advierte.
Lo
personal es político: hablar de la menopausia también
Ante la
avalancha de comentarios que recibí luego de la publicación, a comienzos de
febrero, del artículo Menopausia:
un proceso natural que no hay por qué padecer en silencio, decidí seguir
con el tema. Muchos de los mensajes –que me llegaron a través de mi perfil de
Instagram y también por WhatsApp—fueron de agradecimiento: por poner la gran M
en la conversación. Así que aquí estamos, --esta vez con la palabra de otra
especialista-- para sacar entre todxs a la menopausia del closet.
Magirena
decidió escribir su libro Regreso a mí… a partir de su
vivencia personal de menopausia y climaterio y de escuchar a tantas mujeres
pasar por su consultorio, llegar a esa etapa con tan poca información sobre lo
que les iba a ocurrir. Aborda el tema desde cuatro pilares fundamentales, para
buscar el bienestar: la alimentación, la actividad física, la sexualidad y la
espiritualidad.
“Convengamos
que las modificaciones que produce la menopausia no son solo en el cuerpo
físico. El impacto de la caída de los estrógenos es bastante abrupto a
diferencia de lo que le pasa a los cuerpos de los varones que la testosterona
desciende muy lentamente. Por lo tanto se siente mucho en el cuerpo físico. Hay
modificaciones a nivel de la piel, en el humor, en el sueño; el aparato
emocional y mental también sufre cambios”, explica.
Magirena
es partidaria de las terapias de reemplazo hormonal (TRH), para atravesar la
menopausia, pero –aclara—aquellas validadas científicamente. También ofrece a
sus “consultantes” alternativas que provienen de las medicina ayurvédica,
homeopática, la acupuntura y de saberes ancestrales de pueblos originarios.
Recomienda el yoga y la meditación.
En lo
personal, precisa, no indica el uso del llamado “chip sexual” porque no está ni
aprobado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología
Médica (ANMAT) ni por la FDA (la agencia gubernamental de Estados Unidos
responsable de la regulación de alimentos y medicamentos y vacunas).
Aclara
que habla de la población que pasa por su consultorio, mayormente mujeres
heterosexuales, cisgénero, y de sectores medios y altos. Una pregunta muy
frecuente que recibe entre las que rondan los 50 años es sobre la pérdida del
deseo sexual: muchas le echan la culpa a la menopausia. Llegan a la consulta
con la preocupación de que no tienen ganas de tener sexo, cuentan que la están
pasando mal en ese aspecto y piensan que es responsabilidad de la caída
hormonal. “No miran el contexto y la situación de pareja que están atravesando.
Dicen: “No, soy yo”. Este es el motivo de consulta que más atrapa a Magirena
porque permite abrir una puerta muy interesante –dice—para empezar a
deshilvanar la historia de esa mujer, cómo aprendió el amor cuando era niña,
cómo fue su sexualidad en la adolescencia, cómo la vivió en la etapa
reproductiva, si ha tenido hijos o no, cómo es su relación con ese vínculo y
cómo está parada hoy en este momento de la vida.
“Estoy
en un intento –y el libro habla mucho de eso— de despatologizar la falta de
deseo sexual. Suelo decir que hay que investigar el contexto porque es
altamente probable que esa mujer esté aburrida, desmotivada. Que lo que venía
haciendo hasta ahora ya no lo quiere más y que el sacarse el peso de encima de
la reproducción y entrar en una etapa de la vida en la que los hijos ya son más
grandes, --si los tuvo-- puede dedicarse plenamente a la actividad creativa.
Pero sí es un momento de cambio, de inflexión, donde hay que buscar nuevas
horizontes y nuevas motivaciones”, señala.
También
dice que difundir estos temas, ponerle palabras, hará que cada vez más mujeres
puedan investigar qué les pasa en el cuerpo y animarse a preguntar qué cosas le
gustan y cuáles no. Y fundamentalmente, qué cosas están dispuestas a cambiar.
La
sequedad vaginal, advierte, afectará a entre el 75 u 80 por ciento de las
mujeres después del décimo año de la menopausia. Es una condición que aumenta
progresivamente desde que se tiene la última regla hasta que se llega a los 70
años. “Entre aquellas que tienen sequedad vaginal, un alto porcentaje, además,
puede tener el llamado síndrome genitourinario, que es una condición de salud
muy molesta, que produce cistitis a repetición, ardor, infecciones urinarias, y
eso es lo que hay que prevenir. Entonces, toda mujer que entra en la
menopausia, que sabe que tiene altas probabilidades de tener sequedad vaginal
tiene que hacer tres cosas: masajearse su vagina, con un masajeador, con los
dedos o con un señor o señora si tiene actividad sexual. Usar humectantes e
hidratantes vaginales de base acuosa que pueden tener aloe vera o ácido
hialurónico, también el aceite de coco sirve, y en tercer lugar, aplicarse un
derivado estrogénico que es promestiene, que prácticamente se puede usar en
todas las mujeres (alguna restricción puede haber en aquellas que tienen o
hayan tenido cáncer de mama), y vienen en forma de óvulos o crema. Hay también
otro producto, que es un precursor de la testosterona, que es la
dehidroepiandrosterona (DHEA). Con eso te garantizas vida sexual saludable”,
explica la médica ginecóloga y sexóloga. Por supuesto, lo indicado es hacer una
consulta.
Hay que
tener en cuenta, subraya Magirena, que si una mujer no tiene en condiciones su
vagina y empieza a tener sequedad, eso trae como primer síntoma el dolor.
Entonces, cuando va a tener relaciones pierde el deseo sexual.
Pero
sobre todo, cuando hay baja del deseo sexual, Magirena le plantea a sus
“consultantes” que piensen en el contexto. En primer lugar, les pregunta:
--¿Te
calienta o no te calienta el señor o la señora con la que estás ahora?
Porque
puede pasar que se dejó de excitar con su pareja.
Hay que
saber, explica didácticamente, que el proceso de la excitación lleva un tiempo
y a las mujeres más que a los varones --porque llenar de sangre el tejido
eréctil de la vulva no es un proceso tan rápido como llenar el del pene.
“Además, la vulva no tiene válvulas de contención, que contengan la sangre,
entonces toda la fase de excitación es más lenta, y si la mujer tiene una
introducción de dedos o de pene y no está completamente humectada le va a doler
y si le duele se le van las ganas”.
--¿Y por
qué puede bajar el deseo si el señor o la señora la sigue calentando? –le
pregunté.
--El
deseo puede bajar. Suelo usar la analogía con el deporte. Juego también al
tenis. Una cosa es jugar con otras mujeres de 40 años y otra, con las de 60.
Por supuesto, a mi edad –63 años-- me siento más cómoda con las de 60 y el
ritmo que tenemos en la cancha es mucho menor que el que tienen las de 40.
Entonces hay cambios en el cuerpo que van a ocurrir, el deseo y la actividad
sexual van disminuyendo a medida que va pasando el tiempo. Pero si las
condiciones en las que se da el encuentro son satisfactorias, la mujer la pasa
bien, se divierte, tiene tiempo, disfruta, tenga o no tenga orgasmos se siente
satisfecha, placentera, va a tener ganas de volver a repetirlo.
La
recomendación siempre, dice, es no abandonar la actividad sexual. Con pareja,
con juguetes sexuales, con un masajeador, masturbándose. “Otra analogía: lo
mismo que pasa con el celular, cuando no usas una aplicación la tenés que
volver a cargar. Si te masturbas con cierta periodicidad el cerebro no va a
tener que ir a buscar la aplicación orgasmo para que aparezca. Entonces,
masturbarse, erotizarse. El erotismo no pasa solamente por lo sexual. El
erotismo es tomarse un buen vino con las amigas, salir a disfrutar de un
paisaje en la naturaleza, pintar, escuchar música, ir a bailar. Es decir,
mantenerse erótica. Así cuando aparece el encuentro, o una quiere estar con
alguien o sola, la cosa sea más fluida y placentera. Y no pensar que esto es el
final del mundo”.
Hablar del
tema permite ir sacando capas al estigma que todavía rodea a la gran M. Sigamos
generando conversación y derribando prejuicios.
Tomado de Página 12 / Argentina.