Los trabajadores y voluntarios siguen encontrando con vida a
menores en Turquía y Siria
El tiempo juega en contra de miles y miles de personas que se
encuentran bajo los escombros de centenares de edificios
derruidos como consecuencia de los terremotos que sacudieron
Turquía y Siria el pasado lunes. La inmensa mayoría no
sobrevivirá. Sin embargo, entre tanto horror a veces surgen historias
extraordinarias que ofrecen un resquicio de esperanza a los familiares que aún
confían en encontrar aquel ser querido desaparecido con vida.
Dos días después de los terribles temblores todavía hay supervivientes, entre ellos niños, a priori los más vulnerables en una situación así. Más aún con temperaturas bajo cero. Por eso cuando alguno de los menores es rescatado la alegría efervescente se desata entre los presentes. "¡Allahu akbar! ¡Allahu akbar!", exclaman algunos para mostrar gratitud a su dios. Acto seguido, toca seguir con la búsqueda.
Uno de los casos más estremecedores de las últimas horas se
ha producido en la ciudad turca de Kahramanmaras, cerca de la frontera con
Siria. Los equipos de emergencia lograron rescatar la madrugada del miércoles a
una madre y a su hija de dos años, atrapadas entre las ruinas desde hacía 44
horas.
Los trabajadores y voluntarios escucharon gritos de auxilio
en los restos de uno de los edificios derrumbados en una calle del distrito
de Mustafá Kemal, informó la agencia estatal de noticias del país,
Anatolia. Se retiraron de manera meticulosa los escombros hasta poder sacar a
Imed Sabha, una madre siria de 33 años, y a su hija Vafe, de tan solo dos.
Ambas fueron trasladas a un hospital cercano para ser atendidas.
Una madre y su hija de dos años estuvieron 44 horas atrapas
entre las ruinas
Horas antes, bomberos provenientes de la ciudad turca de
Kayseri -a 400 kilómetros al norte de Siria- desplazados hasta Kahramanmaras
lograron sacar en buen estado a Emin, un niño de seis años. Se desconoce si sus
padres están vivos. Sí lo hizo una madre y su bebé de seis meses tras cerca de
29 horas sepultados en un edificio derrumbado en la provincia de Hatay. Los
trabajadores oyeron gritos desesperados pidiendo auxilio de la madre, Hulya
Yilmaz, en una calle de Odabasi.
No pudo hacer lo propio la madre de una recién nacida, hallada
entre los escombros en una localidad fronteriza entre Turquía y Siria.
Todavía estaba unida por el cordón umbilical a su progenitora, ya fallecida. El
padre y sus cinco hermanos tampoco sobrevivieron. Se calcula que nació durante
alguno de los terremotos. La pequeña se recupera en una incubadora.
Cruzando la frontera, los llamados Cascos Blancos, un grupo
de rescatadores no profesionales que ayuda a la población civil en los
bombardeos desde el inicio de la guerra en Siria, comparten imágenes positivas,
como lo son ver a dos menores y al resto de su familia al completo salir con
vida de un edificio de Besanya, en el noroeste del país, la zona más golpeada
al estar cerca del epicentro del seísmo principal que ha causado miles de muertos
entre los dos principales países afectados.
"Un verdadero milagro, resuenan las voces de alegría
alcanzando el cielo, una familia completa es rescatada de debajo de los
escombros de su casa en el pueblo de Besanya, en el oeste de Idlib",
indicaron los Cascos Blancos en un vídeo de dos minutos difundido la noche del
martes en Twitter. A través de las redes sociales explican las pocas buenas
noticias que hay en medio de la tragedia.
Una familia al completo con dos menores, a salvo
Más de 60.000 miembros de los equipos de búsqueda y rescate,
entre los cuales se encuentran equipos internacionales y ONGs trabajan en las
zonas afectadas de Turquía. Más difícil es acceder a las áreas sirias de Idlib
y la vecina Alepo. La única vía directa de entrada de suministros, el paso
fronterizo de Bab al Hawa, ha sufrido graves daños. Las carreteras que unen a
los dos países se encuentran en muy malas condiciones, lo que limita la ayuda
humanitaria.
La Vanguardia / España.