«Los partidos políticos han perdido la oportunidad de organizarse de cara a las elecciones, corregir e instaurar una transición democrática bien planteada. Vamos hacia un régimen dictatorial», explica a MUNDO NEGRO Ahlem Hammami, miembro del comité director del Observatorio de juristas CHAHED, desde la capital tunecina. Preocupada y consciente de la deriva del país magrebí, Hammami no muestra sorpresa ante la participación registrada en las legislativas, 11,22 %, la tasa más baja registrada en el mundo: «La gente está cansada, ya no les interesa acudir a las urnas, algunos ni siquiera saben que hay elecciones. La crisis económica, la inflación y los problemas sociales y de salud son sus verdaderos problemas».
El punto de inflexión tuvo lugar el pasado 25 de julio,
cuando se votó en referéndum la reforma de la Constitución de 2014 –una de las
más avanzadas del mundo árabe–, con una bajísima tasa de participación. «Es
irrelevante lo que pase en estas elecciones [el 29 de enero se celebró la
segunda vuelta] para todo el mundo, incluido el presidente Kaïs Said, porque
sus partidarios saben que es un proyecto individualista. La desafección es
absoluta. Ni el resultado ni los parlamentarios que salgan, a los que nadie
conoce, harán nada interesante porque el Parlamento está vacío de contenido y
de poder. No son unos comicios relevantes para la continuidad o el fin de Said,
pero sí respecto al aumento del control de los mecanismos de coerción, desde el
estado de excepción y las medidas que se han constitucionalizado hasta la
permanencia en el poder de Said. No hay un sistema de destitución del
presidente, ni por enfermedad, ni aunque se vuelva loco y fusile a los
tunecinos en la avenida Burguiba. Él puede cambiar cualquier precepto de la
Constitución», apunta Bosco Govantes, profesor de Políticas en la Universidad
Pablo de Olavide y experto en Túnez.
«Una participación de un nueve o un 12 % es mejor que el 99 %
de las elecciones anteriores –en referencia a los resultados que solía obtener
el expresidente Ben Ali–, que eran bienvenidos por los países extranjeros a
pesar de que sabían que estaban manipulados», declaró Said a su gabinete
después de señalar como los culpables de la baja participación a los que le
critican por estar llevando a Túnez hacia una dictadura, los mismos que «han
ahogado al país en la corrupción y la traición, conspirando contra la seguridad
del Estado».
La nueva ley electoral reduce el número de diputados de 217 a 161. Elegidos de forma individual y no bajo el paraguas de un partido, pueden ser relevados si el 10 % de la Cámara Baja lo decide. El resultado será un hemiciclo con menos mujeres (en la primera vuelta apenas salió un 5 %) y jóvenes, desaparecen las personas con alguna discapacidad y, en caso de abrirse un diálogo nacional, será dirigido por un presidente que ostenta todos los poderes. Para Hammami «no hay que perder la esperanza mientras sigan luchando para rechazar medidas lejanas de la especificidad tunecina como el artículo 55 que limita los derechos y libertades de los ciudadanos».
En la imagen superior, el presidente de la Autoridad Electoral Independiente, Farouk Bouasker, anuncia los resultados provisionales de la primera vuelta de las legislativas tunecinas. Fotografía: Yassine Mahjoub/GETTY
Tomado de Mundo Negro / España.