Por RAFAEL A. BLANCO
Abogado y político
La sola circunstancia que se comente de forma abierta y plausible, tanto a lo
interno como a lo externo, la posibilidad de que el Presidente Nicolas
Maduro sea reelecto en el 2024, ante la convicción de muchos que este gobierno
ha reversado la crisis, que vamos camino de una recuperación económica, que las
secuelas de la pandemia del Covid 19, la guerra de Ucrania, los giros a la
izquierda que representan los nuevos mandatarios electos en Latinoamérica, etc.
favorecen un reposicionamiento político del gobierno, y además el cuento
de que solamente con un único candidato opositor es posible ganarle un proceso
electoral al gobierno, son muestras más que evidentes del poder y la influencia
que sobre todos nosotros ejerce el algoritmo informático que nos llega vía
online, colocándonos sin excepción bajo la opinión de quienes pagan influencers
y cadenas mediáticas digitales, obnubilando nuestros razonamientos y
sentidos, cercenando las posibilidades de vislumbrar salidas políticas
confiables para el interés general.
Suena retórico señalar el 80 % de rechazo que los venezolanos que aquí vivimos sentimos hacia este fracasado gobierno y a sus nefastas políticas, cifra que indudablemente involucra a una inmensa cantidad de personas que aún se sienten o consideran chavistas, pero que no comparten las hambreadoras ejecutorias del gobierno madurista.
También es caliche destacar que los aspirantes opositores que se han presentado hasta ahora, asoman tan bajos porcentajes de aceptación popular que sus oportunidades de éxito son nulas. De allí, que un inmenso 60 % de los electores que advierten estar 100 % seguros de ir a votar en el 2024, también expresan que aún no tienen un elegido para apoyar en esas elecciones, lo que a motivado a los encuestadores e investigadores políticos y sociales a señalar que el pueblo lo que desea es un outsider puro.
Y seguro es asi. Es la respuesta social a que todo gira en torno al interés de los partidos políticos sean partidarios del gobierno o de la oposición, obviando que los partidos no son más que meros intermediarios entre la sociedad y el estado, para alcanzar una mejor forma de vida del pueblo, para lograr un estado eficiente y sin embargo lo que han hecho es aprovecharse de tal intermediación para lograr sus fines particulares.
La sociedad antes llamada intermedia y ahora civil, por medio de sus voceros y representantes legítimos, debe asimilar el hecho real que los partidos sean estos del gobierno o de la oposición dejaron de trabajar para ellos y ahora tan sólo lo hacen para sus propios intereses y caudillos.
Aquí todos se creen ungidos y ninguno cede espacio en favor del otro por el sencillo detalle que representan es visiones particulares y sectarias, ajenas al interés de Venezuela como país de todos.
Todos los venezolanos hemos caído dentro de un remolino juntos con los partidos políticos, sus líderes, movimientos, cámaras, gremios, universidades, sindicatos, medios de comunicación, vecinos y particulares en el que sólo abogamos es por lo que me acomode a mi o a nuestro exclusivo mundo particular o sectorial, olvidándonos del todo, que es el país y quienes en el vivimos.
Así no hay, ni habrá salida. Si pensáramos en Venezuela como la casa de todos, en no desaprovechar la oportunidad de cambio político que nos ofrece el año electoral 2024, otro gallo cantaría.
Es el momento de alzar la vista y afinar el oído más allá de los discursos oficiales y opositores, de ponerse la mano en el corazón y darnos la oportunidad de soñar en grande, en abrirnos a un gran dialogo que nos conduzca al gran cónclave nacional que nos abarque a todos y nos conduzca a materializar el cambio de gobierno esperado y así superar esta tragedia económica que a todos acogota.
*Tw: @rnegroblanco
It: @rafaelnegroblanco