Lula, Bolsonaro y los otros cinco candidatos se enfrentaron
fuera del horario central
“Tuve el placer de gobernar el país
y hacer la mayor política de inclusión socialde la historia”, dijo el
expresidente cuando le preguntaron por los gobiernos del PT.
El debate de este jueves a la
noche entre los siete candidatos a la presidencia, con la corrupción y la
economía en el centro de la discusión, arrancó tenso y mano a mano
entre Ciro Gomes y Lula.
El primero le preguntó sobre los catorce años de gobierno del PT y una
consecuencia que le atribuyó, la profundización de la desigualdad. El
expresidente le respondió decidido y sin rodeos: “Tuve el placer de
gobernar el país y hacer la mayor política de inclusión social de la historia”.
Bolsonaro recibió un par de centros cuando le tocó contestar las demandas del Padre Kelmon, un sacerdote cristiano ortodoxo, cercano al oficialismo y que le permitió al militar arrancar distendido, casi sin despeinarse: “Lo que está en juego es el futuro de la nación. No podemos volver a una cleptocracia”, dijo el ultraderechista que subió el voltaje de sus intervenciones cuando se topó con Lula. De esa primera confrontación entre los dos adversarios con mayor intención de voto en las encuestas, “Lula venció por puntos en el primer bloque”, según publicó en su portada el diario paulista Folha.
Los participantes del encuentro
fueron Bolsonaro (PL), Lula da Silva (PT), Gomes (PDT), Luiz Felipe
D'Ávila (NOVO), Simone Tebet (MDB), Soraya Thronicke (União Brasil) y el Padre
Kelmon (PTB). Dispusieron de 30 segundos para hacer las preguntas y un
minuto para contestar. Se cruzaron todos en los cuatro bloques del debate que
se acaloró sobre todo en la primera parte.
Ritual inamovible
El debate de anoche que le permitió
a Globo duplicar sus niveles de audiencia en la primera hora, empezó a las
22.30 porque en Brasil es un ritual inamovible la novela que se emite por Globo
de lunes a sábado. "Pantanal" —según los niveles de
audiencia de mayo—, fue seguida por 77 millones de personas. Se
estrenó en 1990 en la desaparecida TV Manchete y es considerada un hito del
género de ficción televisiva.
La remake que se emite ahora de
Benedito Ruy Barbosa transita temas como la preservación del medioambiente, las
disputas por la tierra en este gigante regional y la remanida cuestión del
poder. Reivindicada incluso en ambientes académicos, las
conclusiones de un Congreso Brasileño de Ciencias de la Comunicación de 2008
arrojaron que parecía “querer practicar una intervención ecológica”, según Beatriz
Becker y Arlindo Machado, dos investigadores que le atribuyeron la
anticipación de “un debate sobre el tema en el país, estimulando acciones
políticas y movimientos sociales”.
No en vano son vitales los aspectos
que toca la tira diaria más vista del país. El pantanal real, no el de ficción,
el que se ubica en los estados de Mato Grosso do Sul y Matto Grosso,
uno de los mayores biomas del mundo, desde 1988 ha perdido el 30 por ciento de
su superficie de agua. Un tema que —como el de la Amazonia— no ha sido
prioritario para las políticas del actual presidente. Más bien, todo lo
contrario. Estimuló la desforestación de los agronegocios.
Quiénes costean el camino hacia ese Dorado transgénico
y a sus instrumentadores en el terreno son las grandes corporaciones
estadounidenses Cargill y Bunge, más la brasileña Amaggi.
Una industria multimillonaria que destruye el medioambiente. Justamente, uno de
los principales escenarios que sugiere la novela Pantanal.
Uno de los personajes principales
del programa con más rating de Globo, el ganadero José Leôncio, explica que los
nidos de pájaros han desaparecido. Las aves del pantanal se extinguen como su
entorno amigable. Una realidad llevada a la ficción que hasta podría
acercarle muchos votos a la candidatura de Lula entre el ciudadano urbano
promedio. Aquel que tiene conciencia del problema medioambiental, la
misma que al militar ultraderechista le importa un rábano.
Otro día agitado
La pedagogía del miedo,
un concepto que ayer mencionó en su columna de este diario el profesor
argentino Pablo Gentili, de la Universidad del estado de
Rio de Janeiro, campea sin ataduras dentro de la maquinaria electoral
oficialista. El miércoles se conoció que desde el teléfono de una oficina del
gobierno del estado de Paraná, fueron enviados 324 mil mensajes
divulgando la convocatoria a un golpe con amenazas al Supremo Tribunal Federal
(TSF) y al Congreso Nacional.
El medio Carta
Capital informó que la empresa encargada de controlar el tráfico de
datos comprobó que “hubo acceso indebido y no autorizado a la
plataforma y que, desde la confirmación del hecho, lo registró ante las
autoridades competentes, incluyendo a las policiales para su investigación” de
las fake news. Una marea contaminante en Brasil que no se detuvo un solo día,
como la mancha de petróleo de un barco en altamar.
Al menos ayer hubo una buena
noticia para las sociedades civilizadas y que no dirimen sus diferencias a los
tiros. El TSF les prohibió a quienes portan armas circular con ellas
antes, durante y después de los comicios.
La medida alcanza a los llamados
CAC (Cazadores, tiradores y recolectores) hasta 24 horas después del cierre de
la votación en los colegios electorales. Quienes infrinjan el fallo pueden ser
detenidos en flagrante delito por tenencia ilícita. El ministro de la
Corte, Alexandre de Moraes, a quien Bolsonaro trató de
“sinvergüenza” en las últimas horas, comentó que la medida “busca garantizar el
libre ejercicio de su derecho al voto, eliminando cualquier posibilidad de
coacción en el transcurso de la elección”.
Una encuesta de la consultora Quaest señaló que el 90 por
ciento de los brasileños quiere que el nuevo presidente se decida en la primera
vuelta. El argumento que dieron es que “no pueden soportar más” el tema
omnipresente de la votación crucial que será un parteaguas en la historia del
país. Un indicio claro del estrés que causa la situación de tensión a que es
sometida esta nación de algo más de 212 millones de habitantes y que llevó a su
pico máximo un presidente que machaca
desde hace meses con la idea del posible fraude y un autogolpe
para evitarlo. ¿Ficción como la novela "Pantanal" o realidad
aumentada por las fake news de las que Bolsonaro hizo un culto?
Imagen: AFP / Texto tomado de Página 12 – Argentina.