Por Carlos Ñáñez*
“La pobreza no la crea la gente pobre. Esta es el producto
del sistema que hemos creado, por ende, hay que cambiar los modelos y conceptos
rígidos de nuestra sociedad.”
Muhammad Yunus
Distintos organismos multilaterales, así como especialistas en materia económica coinciden en la recuperación de Venezuela, país que presencio y sufrió de una horrida contracción del 80% de tamaño de su economía, las predicciones van desde un absoluto y errado ratio de 20% de recuperación estimado sin solvencia correlativa y coordinada por Credit Suisse, hasta un racional y prudente 5%, sin embargo lo importante no es el guarismo la cifra, o el método la técnica para su procura lo importante es la sostenibilidad, pues de hecho somos un país absolutamente diferente ya que nos hemos hecho indefectiblemente más pequeños.
La recuperación que experimenta Venezuela es preocupante y
tiene relación con lo que los economistas llamamos recuperación en forma de
“K”, cuya diferencia con la recuperación en forma de “V”, que traza una caída y
una emergente recuperación o aquellas en tendencia paraboloide de “U”, en las
cuales la recuperación es más lenta esta recuperación en forma de “K” embrida
desigualdad, podrían compararse con las fauces de un cocodrilo, es decir hay un
sector que se recupera en detrimento de otro sector que sencillamente se
mantiene condenado al foso, no lográndose desde luego los equilibrios Pareto
eficientes y alejándose obviamente del estado del bienestar.
Una recuperación en forma de “K”, es un juego suma ceros en
donde unos resultan beneficiados ganadores y otros resultan perjudicados
perdedores, para que se asuma que se está revirtiendo un ciclo de contracción
hacia otro de auge deben de imponerse los equilibrios de coherencia y
coordinación entre todos los sectores de la economía y eso obviamente no se
desarrolla en Venezuela.
La desigual e injusta recuperación en forma de “K”, tiene una
lectura que es ya un hecho factico para algunos economistas, pero que otros deciden
obviar por razones crematísticas, pecuniarias o por aviesos intereses, la
lectura es clara este recuperación indica que algunas partes de la sociedad
disfrutan de una floreciente recuperación en detrimento de otros sectores que
se encuentran atrapados en un terreno pastoso o incluso no pueden dejar de
caer, la realidad económica es única y fríamente técnica se trata de una
desigual y peligrosa recuperación de la economía, de la cual no participa el
95% de la población defenestrada al ostracismo de la miseria y solo una élite
se beneficia ese 5% de la población, que consume productos de lujo, llena
aforos de conciertos y visita los bodegones esos placidos lugares de la vida
sibarítica y artificial, sustentada en la preeminencia de una obscena economía
de puertos que favorece la importación en perjuicio de la producción nacional.
La verdad de la asimetría en la distribución de los
beneficios de manera equitativa fractura la confianza social, pero los
analistas de ocasión aquellos que hipnotizan lo aprendido y aprehendido en las
aulas universitarias, deciden analizar solo una arista del problema, es decir
se complacen con la relatividad abandonado el complemento de la totalidad o la
unidad de la verdad.
Desde luego la ratio técnica es moldeable la ratio de la
bildung no lo es, decantándonos por la presencia de personas que piensan como
personas y economistas que piensan como economistas, de estos últimos los hay
aquellos quienes son buenos economistas y por ende no se prestan a la
licuefacción de la realidad y menos a decir lo que el auditorio paga por
escuchar, en el drama venezolano el crecimiento no basta, es una recuperación
económica discontinua, bifurcada y por ende asimétrica, para los buenos economistas
las asimetrías han de ser corregidas más si se tratan de asimetrías en las
cuales se afectan a amplios sectores sociales, en esa recuperación que asume la
forma de una letra “K”, hay ganadores y perdedores y estos últimos son una
mayoría que además se está viendo perjudicada, al no acceder simétricamente al
bienestar y al crecimiento se fractura la confianza y es imposible predecir lo
que ocurre de manera desagregada en la economía nacional.
La gran incertidumbre, la espada de Damocles pende sobre la sostenibilidad
de este rebote del 5%, determinar si será o no permanente en el tiempo u
obedece a externalidades positivas derivadas del conflicto bélico, tras la
invasión de Ucrania por Rusia, las dudas sobre la sostenibilidad del rebote son
más que robustas, pues nunca existió programa alguno desde las orbitas de la
macroeconomía aplicada que significasen la reversión de los factores bases que
aún se mantienen indemnes inamovibles, destacando el ilógico financiamiento
desde el BCV hacia PDVSA, en pleno ciclo de auge de precios, el aumento de la
liquidez monetaria y el trade off o disyuntiva entre devaluación e inflación.
Los ganadores de esta burbuja residen en los sectores
comerciales, de alimentos, supermercados, servicios y alimentación, entre los
sectores que crecen se cuentan los importadores beneficiados por absurdas
políticas arancelarias agravadas por una praxis de sobrevaluación artificial
del tipo de cambio, que nos cuesta a la fecha más de 2,350 millones de dólares.
Los perdedores no son los habitantes de los techos de cartón
del incendiario Ali Primera, los perdedores son los empresarios productores
nacionales y venezolanos, que se dedican a las actividades transables como la
manufactura de bienes, el sector textil, automotor y la industria en general,
pues deben de competir con productos importados protegidos por las políticas
arancelarias del régimen de Maduro, otros perdedores son el sector turístico y
el de la construcción este último sector por naturaleza empleador y de manera
desagregada empleador de las capas sociales menos favorecidas, quienes
sencillamente deben de dedicarse a la informalidad para la subsistencia, que es
muy distinta a eso que llaman emprendimiento a los fines de morigerar su
absoluta incapacidad para generar dinámica del bienestar y por el contrario
generar subsistencia.
Somos en fin más desiguales, el chavismo es una antinomia
aporafóbica que ha traicionado a los menos favorecidos, ha modelado a un
empresariado ad hoc, a su justa medida para favorecerlos con la línea ascendente
de la letra K, en la cual se encubre la recuperación, para cualquier estudiante
de tópicos de bienestar una recuperación desigual es todo menos beneficiosa.
Pero reza un dicho que la estupidez insiste entre los más
estúpidos y hay quienes pagan para que les digan lo que quieren escuchar y no
lo que es absolutamente cierto. Las desigualdades se están ampliando en la
Venezuela de maduro el país de los billetes bonitos de dólar y quienes siguen
hurgando con uñas y dientes entre las bolsas de la basura, aquellos los que
tienen prohibido enfermarse y educarse, mientras vehículos de alta gama,
billetes de dólares nuevos y bonitos compran bienes de lujo, para satisfacer el
nuevo riquismo rastracueros y ofensivo.
He allí al chavomadurismo vaciado de principios, de
ideologías y solo movido por intereses crematísticos y pecuniarios. En
conclusión, solo se arregló un 5% de la población que se ubica en el segmento
ascendente de la letra “K”, de esta nuestra desigual y peligrosa recuperación
en perjuicio de la mayoría que en caída libre se ubica en la línea descendente
de este juego del horror en donde hay cómplices ganadores y mayorías
perdedoras.
“La obra maestra de la injusticia es parecer ser justo sin
serlo”
Platón.
*Profesor de la Universidad de Carabobo.
Texto tomado de El Carabobeño / Valencia.