El joven Jesse Gionvani Sánchez, hijo de indocumentada en
EE.UU., busca cambiar la realidad de niños en barrios de México como Tepito.
Por: Gardenia
Mendoza
MEXICO.- Primero cambió lo que parecía que sería su destino: ser un
trabajador medio en Estados Unidos, sin estudios universitarios por falta de
dinero como hijo de una indocumentada; ahora, quiere cambiar la realidad de
niños de los barrios más complicados de México.
Empezó por una colonia en Iztapalapa en 2014 y regresó este
2022 a Tepito, dos zonas bravas, cunas de delincuencia en la capital mexicana.
Jesse Gionvani Sánchez (San Diego, 1991) creció y se hizo hombre haciendo las camas de las casas donde trabajaba su madre. Sacando boses de basura, trapeando pisos, limpiando el polvo.
“Para mí era algo imposible pensar que iría a la universidad
y menos a Harvard”, advirtió en entrevista con este diario durante el Foro de
Liderazgo organizado por el Centro Fox en la localidad de San Cristóbal,
Guanajuato, a finales de junio.
Días atrás había terminado un curso en una escuela secundaria
con adolescentes tepiteños, donde formó a algunos mentores, dio clases
de inglés y liderazgo. “La educación cambia las realidades más
complicadas”, advierte.
Giovanni observó que sus estudiantes eran atacados por
ladrones que les quitaban los teléfonos y el dinero de sus padres, pero pasa
mucho más.
“Cada mes nos
contaban que saliendo de la secundaria había gente que los asaltaba, les
quitaban celulares y carteras. En abril uno de mis estudiantes lo mandaron al
hospital y muchas de estas cosas pasan porque la necesidad está ahí y eso es lo
que queremos evitar”.
Jesse Giovanni Sánchez con sus estudiantes en una escuela
secundaria pública de la CDMX. Foto: cortesía Gardenia Mendoza.
Entre las muchas realidades de los
jóvenes de Tepito es el acoso de organizaciones criminales como La Unión Tepito para que
formen parte de sus filas, como vendedores, sicarios, espías.
En la última semana hubo siete balaceras con lesionados,
detenidos y muertos, dos operativos contra narcomenudeo y hasta la detención de
Erick Lisandro “M”, alias El Pelón, lugarteniente de Cristian, perteneciente a
la célula delictiva de El Chori, líder de La Unión Tepito.
La policía dijo que le aseguraron un arma de fuego corta, 43
envoltorios con una sustancia sólida similar a la cocaína, 33 dosis de un
vegetal verde y seco parecido a la marihuana y dinero en efectivo.
Los comienzos
Cuando Giovanni Sánchez empezó su carrera de
educación en la City High en San Diego conoció a un agente de la
organización “Agentes de Cambio”. En ese entonces era un estudiante de bajos
recursos y quería estudiar la universidad.
“Uno debe asegurarse de que estás conectado con tus sueños.
Sin esa conexión no puedes realizar tus sueños y soñar es crear la esperanza
por dentro. Eso es lo más importante”.
En sus propios sueños estaba cuando él, su madre y una tía
acompañaron a unos primos a una charla motivacional para niños pandilleros de
la organización Reality Changers que daría Chris Andrew.
Al final de la exposición, Chris y la tía de Sánchez se
reconocieron porque se habían conocido tiempo atrás. Con la mentoría de Andrew,
el joven Jesse Giovanni, de 16 años, empezó un camino hacia Harvard que logró
siguiendo los pasos adecuados.
Reality Changers es una
organización sin fines de lucro fundada en 2001 con un puñado de estudiantes de
octavo y noveno grado que reclutó una profesora de la escuela secundaria Ray A.
Kroc a quienes empujaba a tomar el control de su vida con acciones de
liderazgo.
El programa se llevaba a cabo en la Iglesia Presbiteriana
Hispana, cerca del centro de San Diego, con ayuda mínima de financiamiento. Dos
décadas después atiende a casi 1,000 jóvenes
de entornos desfavorecidos en el sur de California cada año,
muchos de ellos hoy graduados universitarios que son mentores.
Giovanni entre ellos.
“He trabajado en muchos contextos para ayudar a otros. Después
de graduarme en Harvard, lo primero que hice fue venir a México. Empecé este
camino de formar a jóvenes líderes en 2014 y 2015 en la UAM (Universidad
Autónoma Metropolitana) de Iztapalapa, con el programa de la embajada de
Estados Unidos Access More”, detalla. “Es el mismo programa ahora en Tepito”.
De igual forma, este profesor de origen mexicano ha trabajado
en empoderar a muchachitos de bajos recursos en Brasil, Japón, China, en San
Diego, Nueva York y Boston.
“En estos 10 años de trabajar en estos contextos me he dado
cuenta de que no solo hace falta que sean líderes sino mentores. Sin mentores
es muy complicado que alguien pueda salir adelante. Por eso a los niños de
tercer año de secundaria les pedimos que sean mentores de los de primero”.
El futuro
De acuerdo con el último estudio del Pew Center, en la última
década la tasa de deserción escolar de los hispanos en la escuela secundaria se
ha reducido drásticamente. La tasa alcanzó un mínimo en 2014, pasando del 32 %
en 2000 al 12 % entre las edades de 18 a 24 años.
Esto ayudó a reducir la tasa nacional de deserción escolar
del 12 % al 7 % durante el mismo período, también un nuevo mínimo, lo cual puso
el foco de atención en la comunidad.
“Los hispanos están logrando grandes avances en la
inscripción universitaria. En ese mismo año, el 35 % de los hispanos de 18 a 24
años estaban inscritos en una universidad de dos o cuatro años, frente al 22 %
en 1993, un aumento de 13 puntos porcentuales”, advirtió el Pew Center.
Eso ascendió a 2.3 millones de estudiantes universitarios
hispanos. En comparación, la inscripción universitaria durante este tiempo
entre los negros (33%) aumentó en 8 puntos porcentuales, y entre los blancos
(42% en 2014) la proporción aumentó cinco puntos.
Fue ese mismo año en el que Giovanni Sánchez se
graduó como parte de estos programas de mentoría. Otro cambio que hubo por
esos tiempos fueron las oportunidades que abrió el gobierno de Barack Obama
en 2012 con el programa de Acción
Diferida para los llegados en la Infancia (DACA).
“Las oportunidades para la gente puede cambiar las
problemáticas más complicadas”, observa.
Una encuesta reciente de la organización American
Progress reveló que los hogares de beneficiarios de DACA pagan aproximadamente
6,000 millones de dólares en impuestos federales y poco más de 3000 millones de
dólares en impuestos estatales y locales cada año.
Tomado de La Opinión / FOTO: GARDENIA MENDOZA / IMPREMEDIA.