La historiadora Carrie Gibson
aborda en 'El Norte' la importancia del pasado hispano en la conformación del
país y derriba el mito del excepcionalismo estadounidense
El poeta Walt Whitman tenía clara la importancia del pasado hispano en el alma de su país, y no lo mostró a través de sus versos, sino en una reflexión memorable y lúcida: "Los estadounidenses aún tenemos que aprender de verdad nuestros propios antecedentes, y ordenarlos, para unificarlos. Por ahora, impresionado por los escritores y maestros de la escuela de Nueva Inglaterra, nos abandonamos tácitamente a la noción de que los Estados Unidos se han fraguado únicamente a partir de las islas británicas y de que, en esencia, no forman más que una segunda Inglaterra, lo cual es un gran error".
Estas palabras las escribió en
1883, como justificación para declinar su participación en el aniversario de la
fundación de Santa Fe, actual capital de Nuevo México, y con las que acotó sus
creencias: comprender la nación dependía de conocer su pasado hispánico, y
"para componer esa identidad estadounidense del futuro, el
carácter español proporcionará algunas de las piezas más
necesarias". Lo cierto es que el diagnóstico de Withman ha terminado de
confirmarse en el siglo posterior. Las raíces hispánicas se han ido marginando
y olvidando cada vez de forma más evidente.
Contra esa desmemoria y contra el
mito del excepcionalismo estadounidense se rebela El Norte. La epopeya
olvidada de la Norteamérica hispana (Edaf), de la
historiadora Carrie Gibson. Se trata de una obra tipológicamente difícil
de encuadrar: combina el relato histórico de la
llegada de los españoles a partir del siglo XVI a los territorios que
hoy quedan integrados en estados como Florida, California o Nuevo México, con
un viaje personal de la autora por el corazón del país para bucear sobre cómo
se recuerda esa imborrable huella que plantaron los Junípero
Serra, Hernando de Soto o Bernardo de Gálvez.
La principal tesis de Gibson,
autora de un libro muy aplaudido al otro lado del Atlántico sobre la historia
del Caribe desde el
primer viaje de Cristóbal Colón hasta el presente, consiste en
defender que la herencia hispana de Estados Unidos está marginada e
ignorada, a pesar de ser más antigua que la anglosajona. Incide, de hecho, en
que el desembarco de Ponce de León en Florida (1513) se registró más
de un siglo antes que la célebre llegada del Myflower (1620) de
los llamados "Padres Peregrinos", mito fundacional norteamericano.
"Parte de la mitología asume que los colonos llegaron con libertades y
nuevas formas de pensamiento, pero la realidad no fue así. Robaron tierras,
hubo muchos esclavistas... La idea de que los británicos fueron de alguna
manera mejores que los españoles es ridícula", zanja la autora.
¿Y cuáles son las causas que
iluminan ese olvido? "La primera es una cuestión de simples números: la
población de Nueva Inglaterra era mucho más grande que la de los asentamientos
españoles como San Agustín", responde Gibson. "La segunda tiene un
poco que ver con la leyenda negra: los historiadores en el norte que
controlaron la narrativa histórica a finales del siglo XIX eran blancos,
protestantes y hombres que escribieron un tipo de historia que no dio
espacio a los españoles. La tercera tiene que ver con la llegada de las repúblicas
independientes en América Latina, cuando se consolida la realidad del racismo.
Es decir, la gente de Nuevo México o California no son españoles, pero tampoco
son blancos, y además son católicos. Fue otra oportunidad para la
marginación".
El discurso de la historiadora casa
con la línea abierta en los años 30 por historiadores como Herbert E.
Bolton de que Estados Unidos forma parte de una comunidad latinoamericana
más extensa. Es una idea que impregna todo el libro, armado cronológicamente
desde la colonización española hasta los periodos de grandes migraciones que
siguen nutriendo al país. Gibson también lanza continuas preguntas relacionadas
con el presente: sobre el idioma, la pertenencia, la raza o la nacionalidad.
¿Quién puede ser un ciudadano estadounidense? Un tema ciertamente espinoso hoy
en día, como refleja en sus páginas.
A pesar de que el Capitolio está
lleno de elementos escultóricos y pinturas que hacen referencia a la historia
de España en suelo americano —desde Bartolomé de las Casas hasta las
misiones—, este pasado hispano es actualmente desconocido para la mayoría del
gran público. Gibson pone un ejemplo revelador: el papel importante papel
desempeñado por España durante la Guerra de Independencia de EEUU,
contribuyendo con armas, dinero y tropas. El máximo exponente de esa
contribución es Bernardo de Gálvez, a quien Barack Obama concedió
la nacionalidad honoraria en 2014.
La historiadora, sin embargo,
asegura que de preguntar por la calle quién fue el militar malagueño, muy pocos
sabrían describir sus acciones. Escasez de interés y, al mismo tiempo, unos
currículos educativos insuficientes. "En las escuelas siempre es el Mayflower,
los Padres Peregrinos, nada de San Agustín o Ponce de León, una figura que ha
pasado a ser cómica por la búsqueda de la fuente de la eterna juventud",
lamenta. Su libro ha sido aplaudido por la crítica estadounidense como la
lectura que hispanos y anglos deberían acometer para entender su papel o lugar
en Norteamérica.
Fuente: El Español. Imagen: Descubrimiento
del río Misisipi por Hernando de Soto. Un lienzo de William H. Power.