La Cumbre de la OTAN de Madrid marcará un antes y un después en la historia de la Alianza. Es difícil decir si «estará al nivel de la Cumbre de Yalta o de la caída del Muro de Berlín», como sostenía ayer un eufórico José Manuel Alvares en una entrevista en El Mundo, pero sí que se puede decir, sin exagerar, que la cita de Madrid va a cambiar las prioridades geoestratégicas del mundo occidental durante décadas.
Hemos pasado de una organización con «encefalograma plano», como la definió Emmanuel Macron en 2019, a una Alianza revitalizada y más potente que nunca a causa de la invasión de Ucrania por Rusia.
La OTAN es una
organización política -sus objetivos son la defensa de valores como la
libertad, la democracia y los derechos humanos- con un alto componente militar.
Pero la OTAN durante la última década parecía no tener claras sus prioridades.
Un bloque deja de tener sentido si no tiene enfrente a otro bloque antagónico.
Rusia, de hecho, llegó a ser considerada como un país amigo hace poco más de
una década. Sin embargo, Putin no tardó en mostrar su perfil
autoritario e imperialista. Invadió parte de Chechenia y en 2014 se anexionó
Crimea sin que la OTAN hiciera nada. Durante su mandato, Donald Trump cuestionó
el reparto de los costes de la Alianza (Estados Unidos aporta dos tercios del
presupuesto), y criticó al resto de los países miembros por no apostar en serio
por su seguridad.
El último golpe
a la credibilidad de la OTAN se produjo con la humillante retirada de
Afganistán. La ministra de Defensa, Margarita Robles, calificó el
pasado domingo como «fracaso evidente» esa operación de repliegue, que ha
vuelto a dejar el país en manos de los talibanes.
Mientras que la
caída del Muro abría la expectativa de un mundo abierto, la Cumbre de Madrid
inaugura la vuelta a un mundo bipolar, en el que el volumen del rearme está al
nivel de la amenaza que afrontamos
Pero la invasión
de Ucrania ha sido la gota que ha colmado el vaso. No sólo había que pararle
los pies a Putin, sino demostrar a su socio estratégico, China, que Estados
Unidos y sus aliados van a responder a cada acción agresiva con la máxima
contundencia.
Los acuerdos
alcanzados en esta cumbre son importantes:
1º En el
Concepto Estratégico -la hoja de ruta para los próximos diez años- se considera
a Rusia como una «amenaza directa» y a China como un «desafío sistémico».
2º Se da entrada
a dos nuevos miembros que, hasta ahora, eran defensores de la neutralidad:
Suecia y Finlandia.
3º Se aprueba el
despliegue de 300.000 hombres como fuerza de intervención rápida distribuidos
en los países frontera con Rusia.
4º Estados
Unidos, por su parte, ampliará su presencia en Europa hasta un total de 100.000
soldados.
5º La ayuda a
Ucrania se ampliará sin límites.
6º Se aborda el
Flanco Sur, tanto en lo referente a grupos terroristas como a movimientos
migratorios.
7º Se considera
una prioridad la no dependencia energética de Rusia y se apuesta por energías
limpias.
8º Aunque
España no
consigue que Ceuta y Melilla figuren explícitamente como
parte del escudo protector de la OTAN, la fórmula que incluye entre sus
objetivos «la integridad territorial de los aliados» permite al Gobierno salvar
la cara. La ampliación de la base militar de Rota es casi un aval de que la
Alianza no permitiría una agresión directa de Marruecos a un socio tan
determinante como España.
El nuevo
concepto estratégico tiene, por tanto, aspectos muy positivos, por cuanto
establece la disposición de la Alianza a defender a todos sus miembros de las
agresiones que puedan producirse en el futuro. La vista está puesta en Rusia,
pero detrás está China. Eso significa que esta Cumbre da por cerrada la era de
la globalización que se abrió paso tras la caída del Muro de Berlín. Las
sanciones a Rusia, la independencia energética que se predica para Europa, la
guerra comercial con China,… configuran un escenario completamente distinto al
que se fraguó tras la caída del bloque soviético.
Habrá
repercusiones importantes para la economía mundial, como ya estamos viendo, con
una elevada inflación, y una subida continuada de tipos de interés a corto y
medio plazo. El crecimiento económico también se va a resentir. Y algunos
países, como España, van a tener que hacer un esfuerzo presupuestario
suplementario para elevar hasta el 2% del PIB los gastos en defensa.
Occidente será
más seguro, pero también más pobre. La Cumbre de Madrid alumbra un futuro lleno
de incertidumbres. Esa es el aspecto que a casi nadie interesa resaltar.
China es ya una
potencia tecnológica que compite en igualdad de desarrollo con Estados Unidos
en campos estratégicos como la inteligencia artificial. Es el país que más
rápido crece y el que más invierte en defensa. Mientras que Rusia sólo puede
esgrimir su capacidad nuclear, China es una potencia económica de primer orden,
con indisimuladas ambiciones imperialistas.
Iniciamos una
nueva era. Pero no es para sentirse orgullosos o satisfechos. El rearme que se
ha acordado es producto y está al nivel de la amenaza que afrontamos. Mientras
que la caída del Muro de Berlín era el símbolo de un mundo más abierto, sin
fronteras comerciales, y significó el final de una sanguinaria dictadura
comunista, la Cumbre de Madrid implica la vuelta a un mundo bipolar, en el que
Putin juega el papel de macarra que quiere imponer sus deseos por la fuerza.
Rusia es sólo el ariete del otro polo. Detrás está China. Y esa sí que es una
amenaza de primer orden.
Tomado
de El Independiente / España.