La complejidad de los asentamientos contradice la idea de que las poblaciones indígenas vivían en tribus nómadas que apenas modificaban el entorno.
- Freda
Kreier
Un equipo de científicos ha concluido que unos misteriosos
montículos situados en el extremo sudoeste de la cuenca amazónica fueron en su
día antiguos asentamientos urbanos. Mediante una técnica de
teledetección empleada para cartografiar el terreno desde el aire, descubrieron
que, desde hace unos 1500 años, las antiguas culturas amazónicas construyeron y
vivieron en una serie de núcleos urbanos densamente poblados. En ellos se
alzaban pirámides de tierra de 22 metros de altura y estaban rodeados por
kilómetros de carreteras elevadas.
La complejidad de los asentamientos es «fascinante», comenta Heiko Prümers, miembro del equipo e investigador del Instituto Arqueológico de Alemania con sede en Berlín.
«Es la primera prueba clara de que existieron sociedades
urbanas en esta parte de la cuenca del Amazonas», explica Jonas Gregorio de
Souza, arqueólogo de la Universidad Pompeu Fabra. El estudio se suma a un
creciente número de investigaciones que apuntan a que el Amazonas albergó sociedades avanzadas mucho antes de la llegada de los
europeos y que, por tanto, no era una zona tan salvaje y prístina como se
pensaba. El descubrimiento se publicó el pasado 25 de mayo
en Nature.
Nueva perspectiva
El hombre ha habitado durante unos 10.000 años la cuenca del
Amazonas, un vasto sistema de drenaje fluvial con un tamaño similar al de
Estados Unidos. La comunidad investigadora pensaba que, antes de la llegada de
los europeos en el siglo XVI, todos los indígenas amazónicos vivían en pequeñas
tribus nómadas que apenas influían en el mundo que los rodeaba. Sin embargo,
aunque los primeros visitantes europeos describieron un paisaje repleto de
pueblos y aldeas, los exploradores posteriores nunca encontraron tales
asentamientos.
En el siglo XX, los arqueólogos todavía no habían confirmado
su existencia, y argumentaban que el suelo pobre en nutrientes de la Amazonia
era incapaz de soportar la agricultura a gran escala, lo que habría impedido
que surgieran civilizaciones tropicales similares a las que se habían hallado
en Centroamérica y el sudeste asiático. Sin embargo, en
la década de 2000, los arqueólogos comenzaron a cambiar de opinión. Algunos
investigadores sugirieron que la inusual concentración de plantas de cultivo,
así como de ciertos terrenos particularmente ricos en nutrientes que podrían
haber sido creados por el hombre, indicaría que los antiguos pueblos amazónicos
habían modificado su entorno.
La hipótesis cobró fuerza en 2018, cuando los arqueólogos
hallaron centenares de grandes montículos de formas geométricas que habían
quedado al descubierto como resultado de la deforestación del sur de la selva amazónica. Las
estructuras sugerían que habrían existido antiguas sociedades organizadas,
capaces de prosperar en un mismo lugar durante años. Sin embargo, faltaban
pruebas directas de los asentamientos.
En 1999, Prümers comenzó a estudiar un conjunto de montículos
en la región boliviana del Amazonas, fuera de la espesa selva tropical. En esa
zona, una multitud de collados cubiertos de árboles se eleva por encima de unas
llanuras que se inundan en la época de lluvias.
Las excavaciones anteriores habían revelado que tales «islas
boscosas» contenían restos de asentamientos humanos, entre ellos algunos
vestigios de la misteriosa cultura casarabe, que apareció alrededor del año 500
d.C. En uno de los yacimientos, Prümers y sus colaboradores identificaron lo
que parecía una muralla, lo que apuntaba a un asentamiento permanente. Los
investigadores también hallaron tumbas, plataformas y otros indicios de una
sociedad compleja. Pero la densa vegetación dificultó el empleo de métodos
convencionales para examinar el yacimiento.
Lo que se oculta debajo
En la década de 2010 se extendió en arqueología el uso
del lídar, una técnica de teledetección que emplea un haz láser
para generar imágenes tridimensionales del suelo. En 2012, un estudio realizado
con lídar en un valle de Honduras permitió descubrir una antigua ciudad
precolombina cuya existencia todavía no estaba demostrada. La selva había
engullido por completo el asentamiento desde que fuera abandonado en el siglo
XV, por lo que era casi imposible verlo desde el aire sin ayuda del lídar.
En 2019, Prümers y sus colaboradores sobrevolaron en un
helicóptero equipado con un dispositivo lídar seis zonas cercanas a yacimientos
que con certeza se sabía que habían sido ocupados por los casarabes. Los
hallazgos superaron las expectativas del equipo: el lídar reveló el tamaño y la
forma de 26 asentamientos, entre ellos 11 que los investigadores no estaban
buscando, una tarea monumental que habría tardado 400 años en completarse con
métodos convencionales, asegura Prümers.
Dos de los núcleos urbanos abarcaban, cada uno, una
superficie de más de 100 hectáreas, tres veces el tamaño de la Ciudad del
Vaticano. Las imágenes de lídar revelaron recintos amurallados con amplias
terrazas que se elevaban 6 metros por encima del suelo. En un extremo de las
terrazas se alzaban pirámides cónicas de tierra. Lo más probable es que la
gente viviera en los alrededores de esas terrazas y se desplazara por las
calzadas que conectaban los asentamientos.
«Pensamos en la Amazonia como un desierto verde», repara
Prümers. Pero, si surgieron y prosperaron civilizaciones en otras regiones
tropicales, «¿por qué no iba a existir aquí algo similar?».
Misterios por resolver
Las razones por las que se abandonaron los asentamientos al
cabo de 900 años continúan siendo un enigma. Las dataciones por radiocarbono
han revelado que los casarabe desaparecieron alrededor del año 1400.
Prümers señala que las imágenes de lídar revelaron la
existencia de depósitos de agua en los asentamientos, lo que implicaría que
esta parte del mundo no siempre fue húmeda, un cambio ambiental que podría
haber causado la migración de la población. Sin embargo, el registro de datos
polínicos pone de manifiesto que en la zona se cultivó maíz de forma continuada
durante miles de años, un indicio de prácticas agrícolas sostenibles.
En todo caso, el descubrimiento de sociedades amazónicas
perdidas hace mucho tiempo «cambia la perspectiva general que se tiene de la
arqueología amazónica», afirma Eduardo Neves, arqueólogo de la Universidad de
São Paulo. Según el experto, no cabe duda de que la tala y la agricultura
actuales están destruyendo importantes yacimientos arqueológicos que todavía no
se han descubierto, pero el creciente interés por la arqueología amazónica
quizás podría conllevar la protección de lugares vulnerables.
Los recientes descubrimientos también contradicen la idea de
que los pueblos indígenas eran habitantes pasivos de la cuenca del Amazonas
antes de la llegada de los europeos. «Las poblaciones que vivieron allí
cambiaron el paisaje para siempre», concluye Neves.
Artículo traducido y adaptado por
Investigación y Ciencia con permiso de Nature.
Referencia: «Lídar reveals pre-Hispanic
low-density urbanism in the Bolivian Amazon».
Heiko Prümers et al.
en Nature, 25 de mayo de 2022.
Tomado de Investigación
y Ciencia.