Enfrentarnos al tumulto de cosas que día a día confrontamos los
venezolanos que vivimos en Venezuela, especialmente los trabajadores, conlleva
variadas realidades.
Aquellos quienes en verdad se creen gobierno, es decir administran
presupuestos y tomas decisiones ejecutivas, ésos con seguridad no les afecta
tanto la situación país ni lo pauperrimo del salario público, como
si ocurre con aquellos que viven esclavizados a un salario de hambre, al que se
aferran cual clavo caliente para resguardar la sobrevivencia familiar,
muchos de ellos abrigan la esperanza de un cambio de gobierno que los catapulte
a un salario digno, otros con el terror dentro de si, a perderlo todo en
la eventualidad de un cambio de gerencia pública,
Aquellos que dependen de plazas de trabajo privadas, con ingresos algo mejores que los públicos, sufren los embates económicos con un dejo de protesta, pero entregados a la búsqueda de otros ingresos alternos o eventuales para amortizar subsidiariamente la carga familiar.
La gran mayoría de los venezolanos, se vuelca a la calle como quien se interna en la jungla, a la caceria de alguna ganancia furtiva por pequeña que sea para cubrir el precario presupuesto familiar.
Nada nuevo decimos, ello acontece en todas las actividades laborales y o productivas de todos quienes aquí vivimos.
El venezolano sobrevive a su miseria, y pese a ello, sonríe, calla y espera, aunque no con muchas ilusiones o esperanzas.
Qué espera el venezolano?, quizás a un Mesías que venga a poner coto a la terrible situación que padece. ¡No lo creo!
Ya el pueblo no cree en Mesías, ni en partidos ni líderes políticos, ni en soluciones mágicas que lleguen desde afuera.
Sabe, por experiencia vivida, que esos son cantos de sirena, incluso nuestros jóvenes saben y están al tanto por la globalizacion informátizada que existen mejores oportunidades y condiciones de vida más allá de nuestras fronteras y que lo de aquí es un desastre de gerencia pública.
Ah, pero acontece que el retorno frustrado de muchos que se habían ido, las historias de ultraje y miseria que deben soportar incluso profesionales de los más preparados en otros países, o la pérdida de pequeños capitales familiares diluidos en la sobrevivencia externa, indica a quienes aquí estamos, que la respuesta a ésta desventurada situación venezolana no está afuera, sino que debemos procurarla DESDE ADENTRO.
Solo la Unión del venezolano llano, de los trabajadores, de nuestros jubilados burlados con ofertas engañosas, de nuestros pequeños comerciantes expuestos a grandes enfermedades fruto del estres causado ante el riesgo diario de ser fallidos, de los grandes industriales con sus maquinarias derruidas por inoficiosas y obsoletas en esta economía languidecente, de nuestros líderes sociales, de nuestros desventurados jovenes y estudiantes, de nuestras amas de casa, de nuestros campesinos con sus cosechas pérdidas o mal pagadas, unidos en el único objetivo de cambiar este gobierno podrá sacarnos de este marasmo y eso sólo lo podremos hacer nosotros mismos, sin fórmulas mágicas ni ayudas externas.
Solo la Unión de los venezolanos nos permitirá superar esta espantosa miseria económica, la destruida asistencia médica, cuya lista de requerimientos a puerta de hospitales públicos se cuenta en cientos de dólares, con una educación que no es ni la sombra de lo que alguna vez fue estudiar, crecer y prosperar en Venezuela, y donde ya comprendimos por las colas de gasolina que la PDVSA roja rojita, no es de todo los venezolanos, sino de improvisados y mediocres funcionarios, que la quebraron por decirlo suavemente, como también acabaron con lo que alguna vez fue un próspero país, los que hoy para desgracia nacional gerencian Venezuela.
Debemos y tenemos que entendernos todos los venezolanos no alineados con el gobierno actual, en un plan de recuperación nacional, para una vez acordados en lo que debemos hacer para superar la crisis, entonces y sólo entonces, iniciar la búsqueda de la persona idónea para ejecutar tal plan y que además nos motive a todos al ejercicio masivo del voto que nos permita ganar y por supuesto que esa persona represente la garantía institucional de cobrar el anhelado cambio de gobierno.
*Abogado, dirigente de Unión y Progreso.