A la edad de 61 años, tras luchar contra un
cáncer, murió en Madrid la escritora
española Almudena Grandes.
Mujer de izquierda y uno de los nombres
más importantes de la literatura hispana contemporánea, murió este sábado. Cómo
un homenaje a su figura, a continuación
publicamos un fragmento de uno de sus escritos
para el diario El País.
España es el país de las llaves perdidas. En 1492, los judíos abandonaron Sefarad llevándose las llaves de sus casas, que siguen colgadas hoy en las paredes de hogares de medio mundo. Los moriscos multiplicaron después el número de llaves de Al Andalus, símbolos de amor, y de nostalgia, que no volverían a encajar nunca en cerradura alguna. En los años setenta del siglo pasado, regresaron otras muchas llaves, preciosas e inútiles, en manos de los hijos, los nietos de los republicanos que se las llevaron consigo al exilio. Entonces, los saharauis, abandonados por un Estado que tenía la obligación de defenderlos, cerraron sus casas.
Ellos también han conservado las
llaves en su largo y tristísimo exilio argelino. Hasta si no hubieran aprendido
a recitar a Lope y a Quevedo en la escuela, si aquí no recordáramos
perfectamente a los procuradores por el Sáhara Occidental que se sentaban en
las Cortes de Franco, ellas bastarían para establecer la tradición a la que
pertenecen. El Derecho Internacional, esa goma elástica que se contrae y se
dilata al capricho de los poderosos, ampararía incluso que, como ciudadanos de
una colonia cuyo destino no se ha resuelto aún de acuerdo con las
recomendaciones de la ONU, los saharauis pudieran seguir considerándose
españoles.
En los campamentos de Tinduf, esas
llaves nos llaman por nuestro nombre, y nos cubren de vergüenza. Más allá de la
injusticia, de la intolerable agresividad marroquí, de sus políticas de
segregación y de los intereses económicos que puedan estar en juego, pesa el
sonrojo, la abrumadora carga de una culpabilidad objetiva que la diplomacia
española pretende resolver mirando amablemente hacia otro lado. Cada vez que
veo la sonrisa congelada de la ministra de Exteriores, me pregunto cómo puede seguir
teniendo la cara en su sitio, y todavía no he encontrado ninguna respuesta.
Origen: Llaves
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