El celacanto fue dado por
extinguido hace 65 millones de años... hasta que reapareció. Ocurrió en 1938.
Desde entonces, los científicos no han dejado de estudiar al celacanto, una
especie de eslabón perdido entre los peces y los anfibios. ¿Lo último que han
descubierto? Que puede vivir cien años. Pero hay más...
Esta criatura fascina como ninguna a los científicos. Al fin y al cabo, fue dada por extinguida durante mucho tiempo. Celacanto se llama y hay fósiles de parientes suyos con 360 millones de antigüedad. Es decir, apareció en la Tierra mucho antes que los dinosaurios. A la hora de desaparecer, sin embargo, ambos se fueron a la vez, 65 millones de años atrás. O eso se pensaba...
Todo cambió en 1938, cuando un
pescador sudafricano llamado Hendrik Goosen descubrió estupefacto un extraño
animal atrapado en su red. ¿Es un mero? Se da un aire, pero esas extrañas
aletas que parecen piernas, musculosas, poderosas; esas escamas tan gruesas,
ese lóbulo de más en la aleta caudal, esos verdes ojos brillantes como
espejos... No, no puede ser. El resto de peces atrapados, además, murieron a
los pocos minutos; el bicho aquel, sin embargo, agonizó durante cuatro horas
fuera del agua. El capitán Goosen jamás se lo hubiera imaginado: acababa de
realizar el mayor descubrimiento zoológico del siglo XX.
Nada más llegar a su puerto, East
London, sureste de Sudáfrica, el marino llamó a Marjorie Courtenay-Latimer,
naturalista y curadora del museo local. «Aparté las capas de lodo para
descubrir al pez más hermoso que jamás había visto –relataría ella más tarde–.
Medía metro y medio y era de un color pálido azulino, con tenues manchas
blanquecinas y un brillo iridiscente de color verde-azul-plateado por todas
partes. Estaba cubierto de escamas duras, tenía cuatro aletas con forma de
extremidades y una extraña cola de perro». En su honor, y con mención al río
Chalumna, lugar de su aparición, el animal fue bautizado por la ciencia
como Latimeria chalumnae.
Los celacantos pueden
arrastrarse por el fondo marino como si caminasen y, además, tienen pulmones
Desde entonces, se han sucedido
los estudios sobre el ser en cuestión. El último, recién publicado en Current
Biology, ha confirmado que la esperanza de vida de este remanente de
la Prehistoria alcanza los cien años. Así lo han revelado los anillos de
crecimiento anual –similares a los del tronco de un árbol– en las escamas de 27
especímenes conservados de distintas edades y sexos. Hasta hoy, se creía que
las escamas del celacanto no cambiaban con el tiempo, como ocurre de forma casi
generalizada en el mundo de los peces. De hecho, parece un animal que no
envejece. Ni siquiera los científicos consiguen calcular la edad de un
ejemplar. No a simple vista, al menos.
El hallazgo lo ha hecho posible
una moderna tecnología llamada luz polarizada. Gracias a ella un grupo de
investigadores franceses ha determinado la edad de un anciano ejemplar con 84
primaveras, capturado en la década de los 60. El estudio, además, ha comprobado
que se trata de una especie que se reproduce a una edad avanzada, que crece muy
lentamente, que tiene pocas crías (unos 20 huevos por gestación) y que las hembras
pueden estar preñadas la friolera de cinco años. «El celacanto parece tener una
de las historias de vida más lentas, si no la mayor, entre los peces –sugiere
el biólogo marino Kélig Mahé, autor principal del estudio–, cercana a la de los
tiburones de aguas profundas y al pez reloj anaranjado».
Nintendo los ficha para sus
videojuegos
Más de 80 años después del
hallazgo del capitán Goosen, estos animales que pueden llegar a medir dos
metros y pesar más de 90 kilos, se han convertido en uno de los llamados
‘fósiles vivientes’ más estudiados. Aparecen, incluso, en el videojuego Animal
Crossing, de Nintendo, como una de las especies más difíciles de
atrapar. No es de extrañar, ya que, creen los científicos, sus aletas
lobuladas, similares a patas, lo convierten en una suerte de eslabón perdido en
la evolución que llevó a algunos peces a convertirse en anfibios. Los
celacantos, de hecho, pueden arrastrarse por el fondo marino como si caminasen
y, además, tienen pulmones.
Se descubrió esto último en 2015,
utilizando una radiografía de alta potencia. El grupo de investigadores
franceses que publicó su hallazgo en Nature Communications, quería
constatar si dichos órganos –presentes en sus antepasados fosilizados– habían
sido heredados por sus contemporáneos o si, por el contrario, se habían
atrofiado hasta desaparecer a lo largo de los milenios. La tecnología permitió
comprobar que los embriones de celacanto cuentan con una estructura similar a
un pulmón. Ahora bien, este deja de desarrollarse a medida que el pez crece, de
ahí la dificultad para detectarlo. Se trata, por tanto, de órganos vestigiales,
no funcionales, y revelan que sus ancestros pudieron haber vivido en aguas poco
profundas, con bajos niveles de oxígeno, y desarrollaron pulmones para tomar
aire de la superficie.
Tienen pulmones y las hembras
llegan a estar preñadas durante cinco años antes de gestar 20 huevos. Parece un
animal que no envejece, y ni los científicos consiguen calcular la edad de un
ejemplar
Lo que no se sabe es qué los
llevó a cambiar ese entorno por las oscuras profundidades que habitan hoy en
las costas orientales de África y en las de Indonesia (allí se identificó otro
ejemplar en 1997), donde viven las únicas dos especies conocidas, en cuevas
volcánicas, a profundidades de más de cien metros. Cazan allí abajo peces,
calamares y pulpos, ayudados por sus grandes ojos verdes, su arma secreta, cuya
capa cristalina detrás de la retina refleja la luz como un espejo para ver así
lo que otros no ven en las oscuras aguas del océano Índico.
Tomado de ABC / Imagen: GETTY
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