El doctor James Miranda Stuart
Barry era excéntrico pero nadie imaginó que guardaba un secreto tan grande.
El 25 de julio de 1865, una empleada doméstica llamada Sophia
Bishop se disponía a preparar el cuerpo de un eminente médico para los
encargados de pompas fúnebres.
El doctor James Barry, que había
alcanzado el rango de Inspector General de Hospitales Militares, el más alto
rango médico en el ejército británico, había muerto de disentería.
Barry había sido una sensación en
una época: un prodigio que se había recibido de médico a los 14 años y se había
convertido en un cirujano del Ejército y médico personal de Lord Charles
Somerset, gobernador de la Colonia del Cabo, Sudáfrica, antes de cumplir 20.
Además, había realizado sorprendentes e innovadoras operaciones.
Como cirujano del Ejército
británico había servido en varios puestos del Imperio -Ciudad del Cabo,
Mauricio, Malta, Jamaica y Canadá- ascendiendo poco a poco al rango de
Inspector General de Hospitales, antes de retirarse en 1859 y establecerse en
modestos alojamientos en Londres.
Era ahí que la señora Bishop estaba
empezando a retirar las sábanas que cubrían su cuerpo.
En contra de su voluntad
Durante décadas, doquiera que
estuviera, el doctor Barry había dado instrucciones de que, en caso de
fallecer, no lo examinaran y lo enterraran con la ropa con la que muriera.
Pero sus deseos no fueron
respetados o quizás simplemente fueron olvidados.
Bishop había conocido al caballero
que iba a desnudar: un hombre de una apariencia algo extraña, de 1,50 de
estatura, delgado, con una nariz grande y cabello rubio cenizo.
Pero nada la preparó para lo que
iba a descubrir.
Todo su cuerpo -"los
genitales, los senos aplastados y su rostro sin vello facial"- era
indudablemente femenino.
Por si fuera poco, profundas
estrías en la piel de su estómago eran una señal clara de que había estado
embarazada a una edad muy temprana, algo que Bishop, madre de 9 hijos, sabía
reconocer.
Durante más de 50 años James
Barry había vivido como hombre y doctor, 46 de ellos en el ejército.
Todo eso estaba prohibido
Bishop no reveló la información
hasta después del funeral.
El avergonzado ejército británico
impuso un embargo sobre el historial militar del doctor James
Barry durante 100 años, con la esperanza de que la historia se esfumara.
No obstante, el secreto se filtró y
apareció por primera vez en un diario irlandés.
UNA EXTRAÑA HISTORIA discutida en
los círculos militares es tan extraordinaria que si autoridades oficiales no
dieran fe de su veracidad, sería absolutamente increíble"
Poco después, la historia cruzó el
mar y se tomó los titulares de la prensa inglesa que leía una sociedad en la
que no había cabida para una mujer en mundos tan exclusivamente masculinos del
ejército y la medicina.
"Una mujer perfecta"
Pero, no había pruebas
concluyentes, ya que no hubo una autopsia, y sólo se contaba con la palabra de
una sirvienta. No quedaba más que especular, lo cual se hizo.
La otra opción era escribir sobre
el doctor James Barry, el célebre cirujano, quien además era conocido por
ser irascible, excéntrico, duelista, Don Juan, amigo de aristócratas y
quien, al final, resultó ser mujer.
Una historia tan atractiva que Charles
Dickens le dedicó un espacio en su revista All the year
round en 1867 bajo el título "Un misterio aún", donde lo
describió como...
Un cirujano tan inteligente como
insolente"
Charles Dickens, "A mistery still"
Durante unos 140 años, los historiadores
intentaron en vano probar la veracidad o falsedad de la aseveración de Sophia
Bishop quien había declarado que Barry era "una mujer
perfecta".
Habría que esperar hasta el siglo
XXI para descubrir que "el Dr. James Barry" era de hecho una
irlandesa llamada Margaret Bulkley, que se había disfrazado de hombre para
estudiar medicina, con el objetivo último de unirse a la lucha por la
independencia en Venezuela.
En 2008, tras años de un meticuloso
trabajo detectivesco, el urólogo en retiro Michael du Preez vio el fruto de su
dedicación publicado en la revista New Scientist: pruebas
irrefutables de la identidad del misterioso personaje.
Du Preez supo de su existencia
cuando era niño en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde Barry es muy conocido por
haber introducido radicales reformas en la salud.
Había luchado por una mejor
alimentación, saneamiento y atención médica adecuada para prisioneros y
leprosos, así como soldados y sus familias.
Además, era famoso por haber
sido el primer cirujano británico que logró realizar una cesárea en la
que salvó las vidas de la madre y del bebé (en ese entonces, la
cesárea equivalía a una condena de muerte para la madre).
Cuando Du Preez se retiró, en 2001,
se propuso resolver el misterio del Dr. Barry de una vez por todas.
Al revisar los papeles personales
del tío del cual Barry tomó el nombre, un artista conocido y miembro de la Real
Academia de las Artes, encontró lo necesario para revelar la fascinante
historia.
La conspiración
Margaret Ann Bulkley había nacido
en los últimos años del siglo XVIII. Su madre era la hermana del artista James
Barry, a quien acudió cuando su esposo, un tendero, tuvo problemas.
Para cuando llegó a Londres,
Margaret era una adolescente que ya había sido madre -al parecer fruto de la
violación de otro tío- con una inteligencia evidente y el sueño
imposible de estudiar medicina.
Su tío Barry no sólo era excéntrico
sino además bien conectado.
Impresionados con la capacidad
mental de Margaret, dos de sus influyentes amigos, el general Francisco
de Miranda, de Venezuela, y David Stuart Erskine, 11º conde de
Buchan y ferviente defensor de la educación de las mujeres, concibieron el plan
para que Margaret pudiera estudiar medicina disfrazada de hombre.
El idea era que una vez se
graduara, se iría a esa Venezuela que Miranda planeaba
liberar del yugo español y practicaría medicina como la mujer que era.
Sólo ellos, la madre de la chica,
el médico Edward Fryer y el abogado de la familia Daniel Reardon sabían la
verdad.
Fue así como James Miranda Stuart
Barry ingresó a la escuela de medicina de la Universidad de Edimburgo a la edad
de 14 años (menos de los que realmente tenía para explicar su apariencia
física), ataviado con un abrigo que no se quitaba nunca y zapatos con tacones
altos y suelas gruesas para aumentar su estatura.
Miranda traicionado, plan malogrado
Después de obtener un título de
médico en 1812, el doctor Barry se convirtió en miembro del Colegio Real de
Cirujanos (la primera mujer en hacerlo).
Pero una revuelta en Venezuela hizo
que una nueva vida allá como Margaret Bulkley fuera imposible: el general Miranda
acababa de ser traicionado por compañeros revolucionarios y arrojado
a una cárcel española, donde murió en 1816.
Margaret Bulkley tuvo que tomar
una terrible decisión: o admitía que había obtenido
fraudulentamente su título y se olvidaba para siempre de practicar medicina, o
persistía en su engaño.
Lo que originalmente fue diseñado
como una fachada de corto plazo para recibir formación médica terminó siendo
una mascarada de por vida que la dejó aislada y le costó la oportunidad de
estar con un hombre que se dice que amó.
Su santuario secreto
A pesar de tener un carácter
difícil, Barry escaló las filas del ejército.
Protestó sin cesar contra lo que le
parecía inaceptable, como la mala práctica médica y los medicamentos ineficaces
y a menudo tóxicos vendidos en las farmacias, así como contra los estándares de
higiene pobres.
Su tratamiento radical para la
lepra y las enfermedades tropicales transformó los hospitales en los que se trataban
estas enfermedades.
Como Inspector General de
Hospitales Militares pasó algunos meses estudiando las espantosas tasas de
mortalidad hospitalaria entre los heridos de la Guerra de Crimea en el hospital
en Scutari de Estambul, donde trabajaba Florence Nightingale.
Está enterrado en el cementerio
Kensal Green de Londres y su lápida lleva el nombre y el título con el que fue
conocido la mayor parte de su vida.
La "Dama de la lámpara"
describió a Barry como "la criatura más dura que he conocido en todo el
ejército" y recordaba que "se comportaba como un bruto".
Sin embargo esa visita condujo a una reforma radical de la medicina del campo
de batalla.
Finalmente, en 1864 fue obligado a
retirarse. Murió a los 71 años. Y un detalle encontrado en sus pertenencias dio
una pista de lo que sintió al no haber podido vivir como mujer.
Después de su muerte, el viejo baúl
con el que había viajado por el mundo fue vendido como una curiosidad, y el
nuevo propietario descubrió, en el interior de la tapa, un collage de imágenes
de revistas de moda femenina.
"Ahí, en ese santuario secreto, 'James' había pegado
imágenes de trajes y sombreros, cintas y chales, zapatillas y peinados que
nunca tuvo la oportunidad de lucir", señaló Jeremy Dronfield, quien
con Michael du Preez relató la historia en el libro "Dr. James Barry: A
Woman Ahead of Her Time" -Dr. James Barry: una mujer adelantada a su
tiempo-, en 2016.
- Tomado de BBC Mundo