De nuevo un político pura sangre en el repertorio de nuestros
pensadores ineludibles. Antes incluimos a Rómulo Betancourt. Ahora cerramos la serie con un
controvertido hombre de acción, Teodoro Petkoff, debido a la atrevida
interpretación de la realidad que llevó a cabo. Sus ideas fueron capaces de
traspasar las barreras nacionales para adelantarse en propuestas de gran
significación para las democracias del mundo occidental.
Fue el pionero de una trasformación política susceptible de
cambiar la conducta de los partidos de izquierda revolucionaria y su visión de
los entornos en América Latina y Europa.
El luchador puesto ante el trance de rectificar sus pasos, lo
hace con una profundidad que aconseja a una parte del liderazgo internacional
hacer lo mismo debido a que les ofrece el itinerario de una mudanza
prometedora.
En los comienzos de su vida pública, Petkoff fue una figura sobresaliente del movimiento comunista. Participó en las actividades de su partido desde 1949, como agitador desde las filas juveniles. Fue presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Economía de la UCV, donde se graduó con honores y después ejerció como catedrático. Llegó a ser miembro del buró político del PCV.
No conoció el descanso en sus actividades subversivas contra
la dictadura de Pérez Jiménez y, más tarde, contra los gobiernos democráticos
de Betancourt y Leoni. Entonces se incorporó a las guerrillas de las FALN en
las montañas de Falcón, Portuguesa y Trujillo. Sus pasos por la cárcel lo
llevaron a la celebridad debido a las espectaculares fugas que protagonizó; una
desde las alturas del Hospital Militar y otra por un túnel que lo condujo a la
libertad junto con otros dos prisioneros famosos, Pompeyo Márquez y Guillermo
García Ponce.
En 1969 se acogió a la política de pacificación promovida por
el gobierno de Caldera, para dedicarse a la renovación de la organización en la
que militaba desde la juventud. De sus propuestas resultaron la división del
PCV y la fundación del MAS, en 1971, una tolda harto atractiva en sus inicios.
Luego fue diputado en el Congreso Nacional y candidato presidencial en 1983 y
1988, sin lograr el favor de los electores. En 1992 se postuló para la Alcaldía
de Caracas, pero fracasó en su aspiración. En 1993 participó activamente en el
retorno de Caldera a Miraflores y ocupó en su administración el cargo de
Ministro de Cordiplan.
Se retiró del MAS debido al vínculo establecido por sus
dirigentes con la “revolución bolivariana”. El ascenso de Chávez lo llevó a la
actividad periodística como director de El Mundo, vespertino muy
popular, y después como editor de Tal Cual, un periódico
independiente que creó para enfrentarse al oficialismo. Perseguidos por la
autonomía de sus criterios, el fundador y su impreso sufrieron acoso judicial
sin doblegarse.
Se hizo merecedor de dos galardones por la valentía de su
trabajo en la prensa cotidiana: los premios Moors Cabot y José Ortega y Gasset. La revista Foreign
Policy lo incluyó entre los pensadores más influyentes del mundo en
2011. Destacan en su bibliografía los siguientes títulos: Checoslovaquia:
el socialismo como problema, El socialismo irreal, Proceso
a la izquierda, Porqué hago lo que hago, Del optimismo
de la voluntad: escritos políticos, Una segunda opinión y Chávez
Tal Cual. Parte de su trabajo y de sus ideales fue recogida por los
periodistas Ramón Hernández y Alonso Moleiro, en libros de provechosa consulta.
La invasión
de Praga en 1968 por las fuerzas soviéticas es el motivo fundamental
que provoca los aportes de su pensamiento, hasta llevarlo a plantear una
renovación de las organizaciones comunistas en el país y, debido a la
perspicacia de sus observaciones, igualmente en otras latitudes. Las
conmociones del Mayo francés, capaces de provocar entusiasmo generalizado en
las nuevas generaciones de la época, también provocan las reflexiones que ahora
importan; sin subestimar la influencia de la realidad venezolana debido a la
cual comprueba las dificultades insuperables de la lucha guerrillera para tomar
el poder y, más todavía, la distancia de las aspiraciones populares con los
métodos de lucha de los grupos subversivos.
Asume el desafío inédito de establecer vínculos entre los
proyectos socialistas y los principios de la democracia representativa. Jamás
nadie antes había planteado la obligatoriedad de un nexo que antes cualquier
político de la izquierda tradicional hubiera calificado de temeridad, o de
traición.
Sin abandonar los valores que considera fundamentales desde
su juventud, sin alejarse de sus postulados esenciales, proscribe los caminos
de la alteración violenta del orden social para llegar a estadios de justicia
colectiva y convivencia equitativa.
De allí su insistencia en críticas severas de la izquierda
venezolana, no solo capaces de provocar el decaimiento del antiguo y anémico
PCV, sino también de atraer a sectores intelectuales y a grupos juveniles en la
fragua de una bandería, o de una opinión colectiva capaz de hacer una lectura
diversa de Venezuela y de disputar el monopolio de los tradicionales partidos
de masas. Desde la fundación de Acción Democrática, no se había presentado a la
sociedad una propuesta susceptible de mudar las relaciones
políticas. Desde las postrimerías del posgomecismo, nadie había movido la
corriente de la política con un ímpetu capaz de renovarla de veras.
Poco dado a los alardes, Petkoff soltó en una entrevista la
siguiente afirmación: “Nosotros inventamos el Eurocomunismo”. Como la
metamorfosis de los movimientos marxistas y la nueva indumentaria que estrenan
los partidos leninistas de Europa, hasta el extremo de no reconocerse ante el
espejo, suceden después de la circulación de su libro sobre Checoslovaquia y
luego de su advertencia en torno a las limitaciones de las ideas predominantes
en la izquierda, es evidente el papel de adelantado que se le debe atribuir en
un fenómeno de escala universal.
Cuando las autoridades de la Unión Soviética decretan una
solemne excomunión de sus ideas y Fidel Castro lo acusa de agente de la CIA, de
relapso sin posibilidad de redención, los principios de renovación que ha
pregonado aumentan su prestigio e influyen en las transformaciones del
comunismo europeo. En América Latina conducen a la fundación de toldas como la
que ha creado en su país. O a la proliferación de grupos de opinión que
congenian con sus postulados.
Razones todas de sobra para incluir a Teodoro Petkoff en la
nómina de los diez pensadores ineludibles de Venezuela. También para sentir
cómo pueden las vicisitudes nacionales conducir a capítulos de iluminación, y
cómo pueden hacernos sentir cercanos al legado de un político que formó parte
de nuestras simpatías, o de nuestras diferencias. A ser también Historia
Contemporánea, en suma.
Tomado de runrún.es / Caracas.