Por Elizabeth
Henríquez*
La relación de interdependencia entre
los seres humanos con su entorno (natural y social) cada día nos demuestra la influencia
que tenemos en el desarrollo y mejoras de las condiciones de vida de todos sus
habitantes.
A lo largo de la historia los Estados
se han desarrollado bajo una orientación (sistema político y económico
apabullante) que nos hace pensar que la relación (humano y su entorno) no es de
interdependencia sino de oposición. Como muestra de ello tenemos el cambio
climático, así como el detrimento del bienestar (alimentación, vivienda, salud,
educación) de sociedades enteras.
Adicionalmente, otra consecuencia derivada de dicha orientación, es la formación de individuos caracterizados por la poca participación en la vida política de su comunidad, región y país.
Bajo este contexto, y desde mi
óptica, en la esfera política el caso venezolano ha estado marcado por la
tendencia a construir e impulsar liderazgos casi con poderes sobre humanos, en
quien delegamos toda la responsabilidad tanto de las victorias como las
derrotas, mientras esperamos pasivos por los resultados deseados. El
caudillismo ha sido una constante.
Esto puede evidenciarse en una situación
tan simple (no porque sea irrelevante, sino por la facilidad para su ejecución)
como la escogencia de los representantes de las juntas de condominio y/o
consejos comunales, donde al elegir, nos retiramos y enclaustramos en nuestras
casas esperando que aquellos solventen los problemas de nuestra comunidad.
Esta tendencia (que en oportunidades
es fomentada de forma consciente por ciertos sectores políticos partidistas)
relentece la posibilidad de contar con gobiernos democráticos, participativos,
descentralizados, alternativos, responsables y pluralista, tal como reza el artículo
n° 6 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Por otra parte, el sistema económico
nacional se arraigó a las ganancias generadas por el balancín (el Boom
Petrolero) desatendiendo sectores económicos con potencialidades comprobadas
como la agricultura. Además, el Estado no diseño un programa de políticas
públicas integral que optimizara la bonanza, cuestión que hizo que no fuera
posible “… voltear la vista a la peligrosa alucinación creada por el dinero
fácil del petróleo….” como lo citaba el “Padre de la OPEP” Juan Pablo Pérez
Alfonso en su obra Hundiéndose en el Excremento del Diablo.
Peor aún, la propuesta de Arturo
Uslar Prieti de “Sembrar el Petróleo” desde 1936 hasta la actualidad solo ha
sido tomada como consigna populista. Ningún gobierno (contando desde Cipriano Castro
hasta la actualidad) ha logrado desarrollar nuevas fuentes de ingresos como consecuencia
de la riqueza petrolera, por tal motivo, nuestro sistema social continúa bajo
la vulnerabilidad de un mercado tan volátil como lo es el mercado del oro
negro.
La cultura de la renta y el
caudillismo se han hecho parte de nuestro inconsciente colectivo.
Ahora bien, esto debemos revertirlo. El
papel de la Educación en Derechos Humanos es fundamental para transformar la
sociedad que espera de forma pasiva los cambios vinculados al bienestar social,
a una sociedad con alto grado de empoderamiento y conciencia sobre la necesidad
de establecer relaciones sociales, económicas y políticas con base en la
interdependencia.
La posibilidad de generar cambios
reales que incidan en los cimientos de las estructuras que han incentivado el
accionar de la sociedad contemporánea, estriba en fomentar un sistema educativo
(desde la familia, continuando por la educación básica, media y universitaria)
que priorice la dignidad de la vida.
Esto revestirá de sentido verdadero
la formación de ciudadanos capaces de desarrollar grandes esquemas financieros,
ampliar y aprovechar nuevas formas de energías y las bondades de las
tecnologías, pues todo esto tributará al cultivo de la solidaridad, la merma de
la discriminación, la intolerancia, y la consolidación de la convivencia
armónica con nuestro entorno.
Arnold J. Toynbee comentó “…la
actividad educativa debería ser una búsqueda tendiente a comprender el
significado y propósito de la vida, y a descubrir la forma apropiada de vivir”.
Estoy convencida que el significado y propósito más elevado del ser humano es
la construcción del bien común.
En esto podrá parecerte utópico. No
obstante, la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2004 ,proclamó
el Programa Mundial para la Educación en Derechos Humanos, estructurado en
cuatro (04) fases que abarca la enseñanza primaria, secundaria, enseñanza
superior, programa de capacitación para maestros y educadores, funcionarios
públicos, fuerzas del orden, personal militar, medios de comunicación y
periodistas.
El mundo está avanzando bajo una
orientación democrática y ética, lograr lo reconstitución de nuestro país es
posible y requiere de ti.
La crisis política y económica que
atravesamos viene gestándose desde mucho más de 20 años, pero no es menos
cierto que en este lapso, el declive apresuro el paso, por eso, dejemos el
caudillismo en el pasado, el futuro requiere de ciudadanos que lideren el
cambio, reconoce tu poder.
El 06 de diciembre vota y el 07
continúa la senda de la reconstitución de la nación.
No dejes que decidan por ti.
*Dirigente de
Alternativa1- Barinas, Candidata a la Asamblea Nacional en la lista de Unión y Progreso