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13 noviembre, 2020

Participar para Transformar

 

Por Elizabeth Henríquez*

                                                                                                  

La relación de interdependencia entre los seres humanos con su entorno (natural y social) cada día nos demuestra la influencia que tenemos en el desarrollo y mejoras de las condiciones de vida de todos sus habitantes.

A lo largo de la historia los Estados se han desarrollado bajo una orientación (sistema político y económico apabullante) que nos hace pensar que la relación (humano y su entorno) no es de interdependencia sino de oposición. Como muestra de ello tenemos el cambio climático, así como el detrimento del bienestar (alimentación, vivienda, salud, educación) de sociedades enteras.

Adicionalmente, otra consecuencia derivada de dicha orientación, es la formación de individuos caracterizados por la poca participación en la vida política de su comunidad, región y país.

Bajo este contexto, y desde mi óptica, en la esfera política el caso venezolano ha estado marcado por la tendencia a construir e impulsar liderazgos casi con poderes sobre humanos, en quien delegamos toda la responsabilidad tanto de las victorias como las derrotas, mientras esperamos pasivos por los resultados deseados. El caudillismo ha sido una constante.

Esto puede evidenciarse en una situación tan simple (no porque sea irrelevante, sino por la facilidad para su ejecución) como la escogencia de los representantes de las juntas de condominio y/o consejos comunales, donde al elegir, nos retiramos y enclaustramos en nuestras casas esperando que aquellos solventen los problemas de nuestra comunidad.

Esta tendencia (que en oportunidades es fomentada de forma consciente por ciertos sectores políticos partidistas) relentece la posibilidad de contar con gobiernos democráticos, participativos, descentralizados, alternativos, responsables y pluralista, tal como reza el artículo n° 6 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Por otra parte, el sistema económico nacional se arraigó a las ganancias generadas por el balancín (el Boom Petrolero) desatendiendo sectores económicos con potencialidades comprobadas como la agricultura. Además, el Estado no diseño un programa de políticas públicas integral que optimizara la bonanza, cuestión que hizo que no fuera posible “… voltear la vista a la peligrosa alucinación creada por el dinero fácil del petróleo….” como lo citaba el “Padre de la OPEP” Juan Pablo Pérez Alfonso en su obra Hundiéndose en el Excremento del Diablo.

Peor aún, la propuesta de Arturo Uslar Prieti de “Sembrar el Petróleo” desde 1936 hasta la actualidad solo ha sido tomada como consigna populista. Ningún gobierno (contando desde Cipriano Castro hasta la actualidad) ha logrado desarrollar nuevas fuentes de ingresos como consecuencia de la riqueza petrolera, por tal motivo, nuestro sistema social continúa bajo la vulnerabilidad de un mercado tan volátil como lo es el mercado del oro negro.

La cultura de la renta y el caudillismo se han hecho parte de nuestro inconsciente colectivo.

Ahora bien, esto debemos revertirlo. El papel de la Educación en Derechos Humanos es fundamental para transformar la sociedad que espera de forma pasiva los cambios vinculados al bienestar social, a una sociedad con alto grado de empoderamiento y conciencia sobre la necesidad de establecer relaciones sociales, económicas y políticas con base en la interdependencia.

La posibilidad de generar cambios reales que incidan en los cimientos de las estructuras que han incentivado el accionar de la sociedad contemporánea, estriba en fomentar un sistema educativo (desde la familia, continuando por la educación básica, media y universitaria) que priorice la dignidad de la vida.

Esto revestirá de sentido verdadero la formación de ciudadanos capaces de desarrollar grandes esquemas financieros, ampliar y aprovechar nuevas formas de energías y las bondades de las tecnologías, pues todo esto tributará al cultivo de la solidaridad, la merma de la discriminación, la intolerancia, y la consolidación de la convivencia armónica con nuestro entorno.

Arnold J. Toynbee comentó “…la actividad educativa debería ser una búsqueda tendiente a comprender el significado y propósito de la vida, y a descubrir la forma apropiada de vivir”. Estoy convencida que el significado y propósito más elevado del ser humano es la construcción del bien común.

En esto podrá parecerte utópico. No obstante, la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2004 ,proclamó el Programa Mundial para la Educación en Derechos Humanos, estructurado en cuatro (04) fases que abarca la enseñanza primaria, secundaria, enseñanza superior, programa de capacitación para maestros y educadores, funcionarios públicos, fuerzas del orden, personal militar, medios de comunicación y periodistas.

El mundo está avanzando bajo una orientación democrática y ética, lograr lo reconstitución de nuestro país es posible y requiere de ti.

La crisis política y económica que atravesamos viene gestándose desde mucho más de 20 años, pero no es menos cierto que en este lapso, el declive apresuro el paso, por eso, dejemos el caudillismo en el pasado, el futuro requiere de ciudadanos que lideren el cambio, reconoce tu poder.

El 06 de diciembre vota y el 07 continúa la senda de la reconstitución de la nación.

No dejes que decidan por ti.

*Dirigente de Alternativa1- Barinas, Candidata a la Asamblea Nacional en la lista de Unión y Progreso