Decisión
geopolítica del gobierno de Donald Trump por la disputa hegemónica con
China
La actual ofensiva de Estados Unidos
para arrebatar la presidencia del organismo, históricamente ocupada por un país
de la región, es otra saga de la pelea con el gigante asiático.
Por Néstor Restivo
El candidato que propone ahora Donald Trump, el
cubanoamericano Mauricio Claver-Carone, es ajeno a la tradición del BID.
Cuenta Jorge Taiana que cuando murió el ALCA,
hace 15 años en Mar del Plata, él como vicecanciller y armador de la cumbre
captó la razón clave del empuje, sin éxito, que hacía George Bush en pro del
acuerdo: la “amenaza china”. La actual ofensiva de Estados
Unidos para arrebatar la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo,
históricamente ocupado por un país latinoamericano, sigue esa lógica.
Un anticipo de esta disputa se vio en 2019 cuando se
preparaba la reunión anual del BID en China, socio extrarregional del banco, como otros países
asiáticos o europeos. El BID cumplía 60 años y la Casa Blanca hizo caer
la cita para desaire de China, que la preparaba hasta en los detalles más
finos. Usó como caballo de Troya el rechazo chino a la visa para una delegación
venezolana al gusto del “presidente” inventado Juan Guaidó, pues Beijing
reconoce, como la mayoría del mundo, a Nicolás Maduro.
Aun antes de jugar con esa marioneta, Washington ya
buscaba bajarle precio a la cita del BID. En esos días, funcionarios de la
Casa Rosada le dijeron a este cronista que Estados Unidos los presionaba para
que no viajara el ministro Nicolás Dujovne a China, sino funcionarios de más
bajo rango, y Macri lo había aceptado. A fines de 2018, el Departamento
del Tesoro de Estados Unidos le escribió al titular del BID, el colombiano Luis
Moreno, sobre sus “serias reservas” acerca de que China fuera sede de la
asamblea de gobernadores. Moreno, exministro de Desarrollo, es el cuarto
-ahora saliente- titular del BID, tras --los también exministros-- el chileno
socialista Felipe Herrera (con el presidente Ibáñez del Campo), el
desarrollista mexicano Antonio Ortiz Mena y el excanciller uruguayo Enrique
Iglesias.
El candidato que propone ahora Donald Trump es ajeno a la
tradición del BID, no
solo por nacionalidad. Mauricio Claver-Carone es un
cubanoamericano (el dato no es menor, puede devolverle favores electorales a
Trump en Florida), asesor de seguridad y exdirector del FMI por Estados Unidos.
Es un halcón de derecha, vino a la Argentina para la jura de
Alberto Fernández y montó un mini show al irse “ofendido” por la presencia de
la misión venezolana y del ecuatoriano Rafael Correa.
Trump abre de ese modo otra saga de su pelea con China con el
BID como botín, pues
entiende que la presencia de inversiones chinas en América latina es una
amenaza y el Banco, dirigido por Estados Unidos, podría contenerla.
La pelea con China es global y juega fichas en la región. En 2017, una nueva doctrina
de seguridad nacional de Estados Unidos definió como rivales a confrontar a
China y Rusia. Desde entonces, cada vez que un agente de Washington
patrulla lo que considera su “patrio trasero” blande la amenaza oriental y
llama a enfrentarla.
Prestamista
Principal prestamista de América latina, China supera los
créditos que otorgaron estos años, sumados, el BID y la CAF-Banco de Desarrollo
de América Latina.
Los países que más dinero recibieron son: Venezuela, 67 mil millones de dólares
(el más endeudado con China, a la que paga con petróleo); Brasil, 29 mil
millones; y Ecuador y Argentina, 18 mil millones cada uno.
Un estudio de Oscar Ugarteche y Carlos de León para la
Universidad Nacional Autónoma de México señala que existen dos tipos de
financiamiento chino para la región: banca comercial y de desarrollo. Esta
última, en 2005/2018 prestó por 141 mil millones de dólares a
través de Exim Bank y Banco de Desarrollo de China (CDB). El ciclo comenzó en
Jamaica en 2005 para la construcción de un estadio y tuvo pico en 2010 cuando
se destacó, entre otros, un préstamo para trenes de Argentina, el que más
inversiones en obras de infraestructura recibió de China en el período, según
un informe de la Red ALC-China, que dirige el mexicano Enrique Dussel Peters.
Los fondos son en su mayoría para energía (69 por ciento), como represas en
Ecuador, parque solar en Jujuy y producción petrolera en Brasil y Venezuela.
Además de esos créditos, se suman swaps entre bancos
centrales para reforzar reservas y la presencia de varios bancos como
ICBC (en Argentina, México, Perú, Brasil y Centroamérica), Bank of China en
Panamá y otros países como Argentina, donde llegó en 2018, Banco de
Construcción de China (en Chile, donde desde 2016 se encarga de ofrecer el
clearing en yuanes en Latinoamérica), los ya citados CDB y Exim Bank sobre todo
en Centroamérica o el Haitong Bank en Brasil, entre otros.
Debe incluirse, además, la perspectiva del Banco
Asiático de Inversión e Infraestructura (BAII), cuyo presidente Jin
Liqun dijo hace unos días: “Nos unimos a un buen número de países
sudamericanos, y será muy bueno para nosotros financiar algunos
proyectos de ingresos medios uniendo a América del Sur y Asia, reduciendo
los costos de transacción y envío entre Asia y el Sur América”.
Votos y veto
El BID es un banco regional de desarrollo que nació en 1959,
tiene sede en Washington para que no queden dudas y tuvo un rol relevante en la región, en
especial en Centroamérica, con créditos concesionales, a tasas bajas y poca
condicionalidad, para vivienda, sanidad y educación, agua potable y redes
cloacales y también sectores productivos, documenta un libro que escribió la
socióloga y economista Diana Tussie.
Estados Unidos lo domina con 30 por ciento de sus votos, le siguen Argentina y Brasil
con casi 11 por ciento cada uno, México con siete, Venezuela con seis, y va
bajando la capacidad de voto del resto de los países según su dimensión
económica. Son 48 socios en total, de los cuales los 26 latinoamericanos son
prestatarios con 50,02 por ciento de los votos, una leve mayoría, y los otros
22 prestamistas (Estados Unidos, Canadá, países de la Unión Europea y China,
Japón e Israel de Asia).
Tussie, directora de la maestría de Relaciones
Internacionales de Flacso, recordó en diálogo con Cash que
cuando gobernaba Ronald Reagan hubo una situación similar a la actual.
Explicó que “parece haber un intento de asalto a los organismos
multilaterales o regionales si Estados Unidos cree que no son útiles a sus
fines. Entonces era la deuda latinoamericana y se discutía una ampliación
de capital del BID. Estados Unidos logró subir su poder de voto y bajar el de
América latina. Hubo más capital para la región, pero con más condicionalidad
cruzada con el Banco Mundial, que ejerció un tipo de padrinazgo del BID, en el
marco de los acuerdos de ajuste estructural”.
Tussie indicó que “el vice presidente Mike Pence
reflotó la Doctrina Monroe buscando colocar por primera vez que el
presidente del directorio del BID sea de Estados Unidos, para que éste sea un
pivote de la región contra China y un contrapeso a la posible presencia próxima
del BAII”. Pese a ello, para Tussie “ya con la vicepresidencia y su poder de
voto y veto, Estados Unidos puede influir en el BID. Quien tiene la palabra es
el directorio, que en general actúa por consenso. Nadie quiere pelearse con el
BID por su sistema cooperativo, y nada se hace sin el aval de (o contra de)
Estados Unidos. Pero ahora Trump busca directamente presidirlo. Curioso
accionar: lo vemos siempre como anti multilateralista, pero eso es así donde no
controla. En cambio, aquí muestra gran interés en dirigir el banco de
la región”.
Según la investigadora, “también debe considerarse, en el
juego para contener a China, que Estados Unidos acaba de vetar una
ampliación de los Derechos Especiales de Giro del FMI y habilitó una
baja de la tasa de interés. Es decir, quiere jugar de nuevo un rol en los
créditos a América latina” para limitar el poder chino.
Con todo, la jugada no es del todo segura. El BID se
reunirá en septiembre en Colombia, pero dado el contexto pandémico, la
inminente elección presidencial estadounidense en la que Trump se juega su
reelección y los ruidos que generó la decisión de Estados Unidos acerca
del BID podrían derivar en una postergación.
Apoyos y resistencias
Desde Washington, el profesor Gonzalo Paz, de
Georgetown University, dijo a Cash que “la
decisión fue sorpresiva pero se alinea con la estrategia de Seguridad Nacional
de 2017. Y es un retroceso para las políticas exteriores de los grandes
países latinoamericanos. Era tradición que así como al Banco Mundial lo
presidiera un estadounidense y al FMI un europeo, al BID fuera un
latinoamericano. Pero Trump busca recuperar iniciativa para las
empresas de su país en la región y cerrársela rápidamente a China”. Para
Paz, “desde ahora nuestros gobiernos tienen menos margen de maniobra y sube
el costo de cada decisión geopolítica que tomen”.
Para elegir un nuevo jefe del BID se necesitan apoyos de
países según su cuota y voto. Estados Unidos los tiene porque lo apoyan
grandes como Brasil. Este país primero promovió una candidata propia, la
extitular del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social Maria Silvia
Bastos Marques, pero al final Jair Bolsonaro se alineó a Trump. También
tiene el acompañamiento de Chile, Colombia, Ecuador y algunos países
centroamericanos, que se caracterizan de ser gobiernos vaciadores de la
Unasur y el integracionismo regional.
Antes de la jugada de Trump, los candidatos favoritos eran
Laura Chinchilla de Costa Rica y Gustavo Béliz de Argentina. “Lo que harán los países extraregionales
del BID puede influir, lo mismo que Canadá y México”, advirtió Tussie, para
quien aún no está todo dicho.
Cuando China ingresó al BID, Moreno dio "la bienvenida a
China a la familia del BID”. Aseguró que de eser modo se “fortalecerá" la
institución "en un momento crítico para la economía mundial”. El embajador
chino en Estados Unidos, Zhou Wenzhing, agregó: “Es un día emocionante: tras 15
años de esfuerzos, China es un nuevo miembro". Cambiaron los tiempos y,
según Paz, “entramos a mundo en feroz competencia, con cierto déjà vu
de la guerra fría”.
Varios expresidentes latinoamericanos, de diversas corrientes
políticas, aún de derecha, cuestionan la movida de Trump. En Argentina se dio el rarísimo
caso de una queja conjunta firmada por los excancilleres de todos los gobiernos
democráticos recientes, peronistas, radicales y liberales.
Tomado de Pàgina 12 / Argentina