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10 abril, 2020

Viernes Santo


Por  Eduardo Fernández*
                                  

Tres fechas hay en el calendario litúrgico de excepcional significación: la Natividad del Señor, la pasión y muerte que conmemoramos el día de hoy y la Resurrección del Señor sin la cual vana sería nuestra fe.

Estos días de semana santa son días para la reflexión. La circunstancia fortuita de que ha coincidido en este año con la terrible pandemia del coronavirus que, además, nos ha impuesto un acuartelamiento forzado hace más propicio todavía este tiempo para la reflexión.

¿Qué significa ser cristiano?

Ser cristiano significa seguir a Cristo, seguirlo en sus enseñanzas, en su palabra y, sobre todo, en el testimonio de su vida y de su ejemplo.


El cristianismo gira en torno a algunas virtudes fundamentales. La primera es el amor. El amor es fruto del espíritu, el primero y más importante de todos ellos. “El que vive y camina conforme al Espíritu ama y sirve a los demás” decía San Pablo. Amor en primer lugar a Dios y también a los hijos de Dios.

“Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo” es el gran mandamiento, nos dice Jesús (Mateo 22,37.39). Y Pablo nos advierte que “el cumplimiento de la ley es el amor”.

Otra virtud asociada a la condición de ser cristiano es la alegría. Es inmensa la alegría de los pastores al recibir, antes que nadie, la noticia del nacimiento del hijo de Dios. E igualmente inmensa la alegría de los apóstoles al constatar que el Señor había resucitado, tal como lo había prometido. La alegría está sólo en donde triunfa la vida, en donde se va realizando el reino de Dios, que es “justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo” (Rom 14,17).

Ser cristiano es ser alegre y compartir la alegría con todos los seres humanos, con toda la creación. Dar gracias por la vida, por la existencia y trabajar por construir el reino de Dios, con alegría, mientras esperamos con fe la venida definitiva del Señor.

Amor y alegría son características de la fe cristiana. También lo son la justicia y la paz. Y sin justicia no es posible la paz. La voluntad de bien y de unión que es la caridad se traduce en primer término, en un cristiano, en su preocupación de vivir en el servicio pacíficamente con todos. El término paz aparece en el nuevo testamento 90 veces.

Para mí ser cristiano es amar con alegría y trabajar por la justicia y por la paz.

Seguiremos conversando.

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