Por Earle Herrera - Tomado
de Correo del Orinoco
“No dejes que te jorunguen el corazón”, me dijo Juan Marín
cuando supo que me habían colocado una zapata –dicho en perfecto guariqueño- en
la aorta coronaria. “Hagamos un pacto –me propuso-, ninguno de los dos se va
sin avisar para que el otro tenga tiempo de cantarle el _Bella Ciao_”. Mi
querido Juan no cumplió y se fue sin avisar y sin un permiso que le iba a
ser negado. Para colmo, lo hizo en tiempos de pandemia y cuarentena, para
agregarle soledad a este dolor y al desconcierto. La mañana de ese domingo de
este hiriente marzo, musité abatido: _Una mañana, de sol radiante, oh bella
ciao, bella ciao, bella ciao… ¡Ay, Juan, qué duro es esto!_
P.S: Y Mariana Lerín cantara conmigo, cantaremos todos.