Por Víctor Salmerón – Texto tomado de PRODAVINCI
El Banco Central oculta las
estadísticas oficiales, pero el Fondo Monetario Internacional estima que en
2019 la economía cayó 35%, dato que implica que entre 2014-2019, Venezuela
experimentó una debacle similar a la de un país en guerra y el PIB se contrajo
65%.
Urbi Garay, profesor del IESA,
contextualiza el empobrecimiento y explica que de acuerdo a la proyección del
Fondo Monetario Internacional al cierre del año pasado, el PIB per cápita, un
indicador determinante para medir la riqueza del país, retrocedió hasta niveles
de 1944: es decir, si se limpia el efecto de la inflación y se reparte entre la
población el valor de los bienes y servicios producidos en 2019, en promedio
los venezolanos recibirían un ingreso equiparable por persona al de hace 75
años.
“En 1944 Venezuela era un país pobre,
rural, la economía apenas comenzaba a crecer por la aparición de la industria
petrolera. La destrucción ha sido tremenda: si hubiese un cambio donde todo se
hiciera bien y el PIB per cápita comenzara a crecer a una tasa de 8% anual,
estimación bastante optimista, se necesitarían 14 años para regresar al nivel
de 2013; si el crecimiento solo fuese de 5% anual, se necesitarían 22 años”,
dice Urbi Garay.
La producción petrolera, actividad
que provee más de dos tercios de los dólares que ingresan al país, en 2019
descendió a un nivel similar al de 1946 y, curiosamente, también han
reaparecido enfermedades que azotaban a la población a mediados de los años
cuarenta del siglo pasado, como la
malaria y el sarampión.
La causa de la bancarrota
venezolana es simple: tras no ahorrar durante los años en que el barril se
cotizó a niveles récord, no invertir para mantener la producción petrolera,
endeudarse masivamente, malbaratar el dinero y perder el crédito internacional,
la revolución Bolivariana se quedó sin suficientes dólares y recortó la oferta
de divisas, propiciando una severa disminución en las importaciones que las
empresas necesitan para producir.
Al mismo tiempo, el gobierno
originó la hiperinflación y el desmoronamiento de la moneda creando dinero en
grandes cantidades para tapar artificialmente el desbalance en sus cuentas.
Posteriormente, se añadió el impacto de las sanciones de Estados Unidos, que
considera fraudulentas las elecciones en las que Nicolás Maduro se reeligió
como presidente en 2018.
La nueva talla
Economistas coinciden en que el monto
de las importaciones es un termómetro importante para evaluar el tamaño de la
producción en Venezuela, porque para producir, las empresas utilizan una gran
cantidad de materia prima e insumos que compran en el exterior.
De acuerdo con el boletín de comercio
exterior en América Latina y el Caribe elaborado por la Cepal, tradicionalmente
Venezuela ocupó el sexto lugar en cuanto a importaciones, pero el año pasado
cayó al puesto once ubicándose por debajo de países que siempre superó como
Perú, Ecuador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana.
Durante el primer trimestre de 2019
-último dato divulgado por el Banco Central de Venezuela-, las importaciones de
Venezuela se ubicaron en 2.947 millones de dólares, mientras que de acuerdo a
la Cepal, las de Panamá sumaron 3.163 millones de dólares, Costa Rica 4.023
millones, Guatemala 4.771 millones, Ecuador 5.573 millones y Perú 10.297
millones.
Ecoanalítica estima que las
importaciones de Venezuela en 2019 fueron de 9.207 millones de dólares, mientras
que entre enero-septiembre las importaciones de República Dominicana sumaron
15.172 millones a pesar de que la población de Venezuela triplica a la de
República Dominicana.
La caída de la producción petrolera,
las limitaciones para exportar y la moderación de los precios del barril han
hecho que las ventas al exterior desciendan notablemente. En 2013 Venezuela se
ubicó en el tercer peldaño en cuanto a exportaciones en la lista de los países
de América Latina y el Caribe, solo superado por México y Brasil, pero al
cierre del primer trimestre de 2019 había descendido al séptimo peldaño.
Colapso del crédito
En una economía sana, el principal
rol de la banca es financiar el consumo y la inversión a través del crédito,
pero en Venezuela el crédito está en vías de extinción. Al cierre de 2013, el
año previo al inicio de la recesión, el sistema financiero destinaba al crédito
la mitad de los depósitos y al cierre de 2019 apenas la octava parte, una
relación históricamente baja.
En el raquitismo del crédito influye
que el Gobierno obligó a las entidades financieras a disminuir los préstamos,
ordenándoles en febrero de este año congelar como reservas la totalidad de los
nuevos depósitos. El recorte del crédito redujo el crecimiento de la cantidad
de dinero y ayudó a frenar la inflación, pero a costa de profundizar la
recesión.
La contracción del crédito y la
devaluación de la moneda han pulverizado el valor en dólares de los préstamos
que gestiona la banca venezolana. De acuerdo con Global Ratings en octubre de
2019 el total de créditos en el sistema financiero, según el tipo de cambio
oficial, equivalía a 295 millones de dólares, una cifra diminuta en la región.
Una sola entidad financiera de
República Dominicana, el Banco Popular, cuenta con un total de créditos
equivalentes a 5.817 millones de dólares, es decir, una cifra que supera veinte
veces el volumen de préstamos de todo el sistema financiero venezolano.
“Los bancos nos hemos convertido en
simples medios de pago. Ya no cumplimos con nuestra función esencial. Estamos
viviendo de las comisiones por servicio”, dice el presidente de una importante
entidad financiera.
Los reportes de la Superintendencia
de Bancos confirman esta afirmación: el ingreso proveniente de las comisiones
por servicios como transferencias entre cuentas, puntos de venta y uso de
tarjetas, superan en 87% al ingreso proveniente de los créditos.
La custodia de divisas también
reporta ingresos. Todas las semanas las entidades financieras envían un
vehículo blindado al Banco Central para recibir euros en efectivo que la
administración de Nicolás Maduro vende a empresas y particulares a través de
los bancos.
Ejecutivos financieros explican que
las empresas que compran los euros, los dejan en custodia y pagan una comisión
de 2% al mes por este servicio. Bancos consultados afirman que en total cada
semana el Banco Central vende alrededor de 20 millones de euros.
Otro año en descenso
Consultoras, entidades financieras y
organismos multilaterales esperan que en 2020 Venezuela continúe en el tobogán
y la economía se reduzca nuevamente. El último informe de Latin Focus señala
que Goldman Sachs y UBS pronostican un declive de 10%, al igual que el Fondo Monetario
Internacional, mientras que Ecoanalítica espera un descenso de 10,8%.
Básicamente las proyecciones se
sustentan en que los disparadores del crecimiento como gasto del gobierno,
crédito y consumo, seguirán debilitados.
Si en definitiva estas proyecciones
se cumplen y la economía continúa inmersa en el túnel de la recesión entre
2013-2020, el PIB de Venezuela se reducirá en torno a 70%, uno de los peores
desastres económicos de la historia contemporánea.