Humberto Seijas Pittaluga
A muchos les parecerá que hoy estoy
tocando un tema local, o regional cuando mucho; pero no es así, es de interés
nacional por lo que informaré más adelante.
Hoy, como el título ya lo sugiere, vamos a conversar del Drácula de a
locha que desmanda en Carabobo sin que el grueso de la población reclame de
manera recia sus desafueros y malaventuras.
Se puede decir que la relevancia del tipo está alta por falta de una
oposición seria, unida que muestre que va desnudo.
La frase que empleo como encabezamiento de
mi escrito de hoy la tomé de una actividad político-vecinal que organizaron dos
partidos carabobeños nada sospechosos de cuartarepublicanismo; que están
formados por gente que toda la vida ha buscado la mejoría de las clases menos
afortunadas: Alternativa 1 y Nueva Visión de País. Fue un evento en el cual varios dirigentes municipales
denunciaron el bluff que ha resultado el actual gobernador del
estado. Una nota persistente en todas
las intervenciones deja ver lo que ya todos los carabobeños sabemos: que el
tipo es un bocón que llegó al cargo y se mantiene en él por pura faramalla; que,
de obras verdaderas para un mejor vivir en la región, nada; que, de
transparencia en el manejo de los dineros públicos, menos; pero que el circo
sin pan está presente todos los días. O
sea, típico gobernante madurista que sigue el ejemplo de su cabecilla.
Varias muestras de lo que digo. El lema y el logotipo de su “gestión” no
pueden ser más desafortunados por lo funesto: un murciélago negro que
representa a Drácula. Vale decir que,
desde el mismo primer día, ya amenazaba que su gestión iba a ser tenebrosa,
amparada por la oscuridad, alineada con gente de mal vivir. El fulano quiróptero aparece pintado en
cuanto muro y bien de propiedad oficial hay por aquí. ¡Hasta en las ambulancias! ¿Qué pensará el pobre fulano que deba ser
montado en una de ellas? Que en ella no
le van a transfundir la sangre que requiere, sino que, más bien, se la van a
chupar. O el desdichado que sube a una
patrulla y sabe que lo van a dejar exangüe antes de llegar a la comisaría.
Hablando de excesos policiales, todavía el
señor gobernador no ha dicho algo con enjundia en relación con la muerte de
ochenta y siete detenidos en los calabozos de SU policía. Y debiera porque, de acuerdo a “la mejor
Constitución del mundo”, son los gobernadores quienes ejercen, dentro de sus
respectivos estados, la máxima autoridad en esa materia. Pero se ha hecho el loco persistentemente,
porque eso no da nota y, más bien, demostraría el lado más flaco de su mísero mandato.
Una queja constante de quienes hicieron
uso de la palabra en la actividad, es que en cada una de las ciudades hay,
todos los días, cuadrillas “limpiando” un mismo sector: el de la autopista u
avenida más transitada del pueblo. Y a
horas pico. Es para dar la sensación de
que se está haciendo una labor. ¿Pero en
el mismo sector, a las mismas horas? ¿No
hay otros lugares necesitados de mejoras en el ornato?
Otra, es el apropiamiento de lo hecho por
otros gobiernos para hacerlos aparecer como obras de su gestión, con cambio de
la toponimia de muchos años para acrecentar su megalomanía. Un parque dedicado a enseñar a los niños el
adecuado desempeño en el tránsito, ahora se llama “Dracupark”; pero la verdad
es que ha estado en funcionamiento desde hace veinticuatro años, cuando lo
inauguró Henrique Salas. Una plaza que
fue remodelada por el mejor alcalde que haya tenido Valencia, Francisco
Cabrera, y que llevaba el nombre del primer presidente de Venezuela, en 1810,
Cristóbal de Mendoza, ahora es la “Plaza Drácula”. Según él, inauguró un tren que dizque va de
San Diego a Guacara. Es un trozo del que
supuestamente iba a inaugurar Boves II en el 2007 y que todavía no está
completo. Pero que no soluciona problema
alguno, porque las dos estaciones están lejos de los lugares por donde fluyen
las personas para ir o venir del trabajo o escuela. Funcionó solo el día que se grabó el video
promocional.
No tiene un correcto sentido de cuáles
deben ser prioridades para el empleo de los fondos oficiales. En un vídeo se le ve destapando un pote de
pelotas de tenis que llevan el ¿fetiche? del murciélago; las “dracuballs”. Unas pregunticas: ¿cuántas cajas debe haber
encargado para que la Wilson gringa haya aceptado estampar sus pelotas por
encargo? No menos de cuatrocientas cajas
de a treinta y seis tubos, supongamos. ¿Y
cuánto le costó esa “gracia” al erario?
Averigüé en Amazon; cada tubo sale en US$ 7,50. O sea, que no menos de 108 mil verdes se
malgastaron en esa payasada. Dinero que
hace falta en la alimentación escolar, o en los hospitales, por ejemplo. ¿Y de dónde sacó esas divisas? Algo parecido fueron unos autobuses escolares
desincorporados por viejos en alguna parte del imperio meeesmo y que compró e
introdujo al país sin saber cómo ni de dónde sacó los fondos. Ya los “dracubuses” no funcionan. Pero se dio mucha nota promocionándolos. Ahora anda con una fábrica de “dracucerveza”. Hasta un Octoberfest montó para
promocionarla. Yo soy un adorador de
Gambrinus, pero jamás la probaré porque el refrán explica que “toda cosa se
parece a su dueño”; o sea, que esta debe ser solo espuma que se desinfla y
desaparece, pero nada de substancia…
Les debo la explicación de por qué es un
tema nacional. Porque, según algunas
encuestas hechas por el oficialismo, el tipejo de marras aparece de primero
entre los que se supone que serían candidatos para reemplazar a Platanote en
las votaciones que, velis nolis, habrá próximamente. ¡Mosca entonces en los otros estados! Que el tipo es puro relumbrón. Se le pasa la uña por encima y se le cae el gold
filled. Que se los digo yo…